Álvaro Cervera, al rescate: el entrenador del CD Tenerife y las situaciones límite
En 2012 asumió el reto de evitar la pérdida de categoría del Racing y en 2005 y 2016 subió con el Castellón y el Cádiz sin margen de error

Álvaro Cervera, en su etapa como entrenador del Racing. / Real Racing

Álvaro Cervera no es un técnico al que le asusten desafíos como el que ha aceptado domar al comprometerse con el Tenerife. En su amplia trayectoria en los banquillos hay algún que otro caso que así lo demuestra. No siempre inició proyectos deportivos desde cero ni se unió a otros con el viento a favor. ¿Intentar evitar el descenso de un equipo que tiene once puntos tras 19 partidos? Algo de eso sabe.
El ejemplo más claro es que el alteró su carrera en la temporada 2011/12. La había iniciado al frente del Recreativo, en Segunda División, sin la menor sospecha de que acabaría dando el salto a Primera en ese mismo curso. No pudo negarse a la petición de ayuda del Racing, un club muy especial para él, dado que ahí fue donde terminó de formarse como futbolista tras crecer en las categorías de base del Tenerife y donde debutó como profesional. En marzo de 2012 decidió desligarse del conjunto onubense para coger el timón de un Racing al que se le había complicado considerablemente con continuidad en Primera. El rumbo se había empezado a torcer con Héctor Cúper y no mejoró con Juanjo González. En la búsqueda de una solución, los dirigentes pensaron en alguien que conocía muy bien la casa, un entrenador que se había fogueado en Segunda B y que, de la mano del Recreativo, estaba respondiendo en Segunda División. Ante la sorpresa de los jefes del Decano, Álvaro hizo las maletas y viajó a Santander. Por delante, las trece últimas jornadas de Liga y una misión, salvar a un Racing que era antepenúltimo y estaba a tres puntos de la salida de los puestos de descenso. Pero no hubo manera. Los de El Sardinero no ganaron ni un partido y bajaron como colistas. El estrés fue tal, que Cervera llevó a vivir un episodio desagradable, su ingreso en un hospital como consecuencia de una taquicardia a mediados de abril de 2012.
Fue una situación límite opuesta a las que asumió en el Castellón y el Cádiz, en ambos casos en Segunda B y con el reto de subir de categoría teniendo muy poco margen de error. El del Castellón fue su primer acercamiento al ámbito profesional. En abril de 2005 relevó a Javi López cuando faltaban solo cinco partidos para la clausura del calendario regular. La tendencia del equipo se había tornado preocupante –dos triunfos en nueve encuentros– y los rectores del club buscaron un revulsivo para no perder de vista la única meta. Álvaro debutó con un empate en el campo del filial del Osasuna, pero ganó tres de los cuatro duelos posteriores y clasificó al Castellón para la promoción. Ahí tampoco falló. Superó al Universidad de Las Palmas y, en la final, al Zamora. Lo normal habría sido su continuidad, pero un cambio de propietarios en el club dejó fuera al entrenador del ascenso a Segunda.
El vértigo de no poder tropezar y no tener tiempo para rectificar también acompañó a Álvaro en sus primeras semanas en un Cádiz en el que triunfó a lo grande. Había dejado atrás su etapa en el Tenerife y volvió a escena gracias a una propuesta del club gaditano en abril de 2016. Los de Carranza –o Mirandilla– eran uno de los favoritos a escalar a la ahora llamada LaLiga Hypermotion después de cinco intentos fallidos. El sexto estuvo a un paso de terminar de la misma manera. Faltando apenas cuatro encuentros para el final, el Cádiz ocupaba el último puesto de la zona de playoff, el cuarto. Pero había ido perdiendo fuelle con Claudio Barragán como técnico. Después de cuatro jornadas sin ganar, fue despedido para ser sustituido por Cervera, al que le costó reconducir el rumbo –solo ganó el último partido de los cuatro que dirigió en Liga–, pero aún así mantuvo a los amarillos en la cuarta plaza. La promoción ya fue otra cosa. Primero eliminó al Racing de Ferrol, luego al Racing de Santander y culminó la obra dejando en el camino al Hércules. Resultados cortos y ni un tropiezo, muy de su estilo para hacer historia en un Cádiz al que condujo a Primera cuatro años más tarde.

Álvaro Cervera, conociendo las instalaciones del Cádiz. / Cádiz CF
Lejos de acomodarse, regresa a un Tenerife en el que fue canterano –vivió en Santa Cruz hasta su fichaje por el Racing– y al que, como entrenador, sacó de Segunda B en 2013. Ahora se trata de todo lo contrario, de que no caiga en Primera RFEF. «Es un reto importante, pero tenía que echar una mano», dijo en su vuelta al representativo recordando igualmente que el blanquiazul no es un equipo cualquiera para él. «Tengo un vínculo con la ciudad y con el club por mi pasado como jugador y entrenador», apuntó. Compromiso y valentía en otra situación límite.

Mauro Pérez, Álvaro Cervera y Ayoze García. / CD Tenerife
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