Portería

Tapona la herida, pero no detiene el sangrado

Edgar Badia solo ha necesitado dos partidos para demostrar su talento

bajo palos, aunque la ansiada fiabilidad defensiva no depende solo de él

Badia habla con sus compañeros tras encajar el tanto de Curro.  | LOF

Badia habla con sus compañeros tras encajar el tanto de Curro. | LOF

L.C.

Santa Cruz de Tenerife

Edgar Badia aterrizó en Tenerife en la tarde del miércoles 11 de diciembre. Ese fin de semana no hubo fútbol porque el Tenerife-Deportivo de La Coruña fue aplazado por alerta meteorológica.

Badia, que probablemente no iba a ser titular frente a los gallegos porque apenas había completado tres sesiones de trabajo, se estrenó en la visita a la SD Huesca del pasado jueves. Lo hizo con buenas sensaciones –las suyas–, dando siempre sensación de seguridad y destacando como el mejor del representativo merced a varias intervenciones de mucho mérito que mantuvieron a los de Mel en el partido hasta el final.

Ayer, en El Plantío, Badia volvió a sobresalir por encima de sus compañeros. Su providencial parada a Curro en el primer tiempo fue suficiente. Lo tiene fácil, con Luismi Cruz lesionado cuesta encontrar en esta plantilla a algún futbolista que esté aprobando y resulta casi imposible poner algún bien o notable.

No obstante, y pese a las buenas sensaciones y la certeza de que el representativo ha encontrado a un guardián al que confiar su portería hasta final de temporada, el buenhacer del catalán no es suficiente. No para detener de todo la hemorragia defensiva que padecen los insulares a domicilio. La herida está taponada, pero el sangrado no se ha detenido.

El Tenerife ha recibido goles en todas sus salidas ligueras, mientras que en casa solo ha dejado su portería a cero en los duelos frente al Cartagena –ganó– y el Málaga –no pudo pasar del empate–.

Con los tantos en contra frente al Huesca y el Burgos, ya son 29 las ocasiones en las que el propio Badia, Salvi o Tomeu han tenido que recoger el balón en su propia portería. Una endeblez atrás que, sumada a la falta de empuje ofensivo –solo 14 goles a favor–, han propiciado el actual naufragio del proyecto deportivo de la 24/25. Al menos hasta la fecha.

De los 29 mazazos en 19 partidos (hay equipos que han recibido más, pero habiendo jugado dos partidos menos que los insulares), 22 de ellos han llegado lejos del Rodríguez López y solo siete en el recinto insular.

Lo peor no es solo lo que se sufre, sino la evidencia de lo mucho que castigan los rivales con poco. Al Huesca, sin ir más lejos, le bastó un zarpazo para ponerse por delante, el Burgos pudo adelantarse en su primera oportunidad y anotó en la segunda –intervino el VAR por falta previa de Maikel Mesa– y el Oviedo y el Albacete, que acabaron pasando por encima de los tinerfeñistas entonces dirigidos por Pepe Mel, se pusieron por delante en el marcador en su primer lanzamiento a portería.

De esta manera, y en lo que al bagaje defensivo respecta, en enero toca desempeñar dos tareas. La primera será para el nuevo técnico, que tendrá que encontrar la fórmula para reducir al máximo el registro de tantos recibidos. La segunda para la parcela deportiva, que tratará de encontrar, en el mercado, a un central de garantías para acompañar a José Léon. n

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