Eibar-CD Tenerife: un colista sin reacción en Ipurua

Después de una aceptable primera parte, en la que remata al larguero, el equipo de Óscar Cano se pierde en el intento de remontar el gol encajado en el arranque del segundo tiempo.

Mellot y Marlos al finald el partido.

Mellot y Marlos al finald el partido.

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Santa Cruz de Tenerife

Puede que lo peor de la visita del Tenerife a Ipurua no fuera solo la derrota, que ya es mucho decir para un equipo que es colista con un punto de 15, sino su deficiente reacción después de encajar el único gol del encuentro en el primer minuto del segundo tiempo. De ahí en adelante, nada o casi nada para evitar un desenlace por el que su oponente aguardó sin tener que emplearse a fondo, solo en un amago de tirón final que, al menos, dejó un par de remates, ninguno entre los palos, de Diarra y Teto. Poco sirvió que el Tenerife terminara con Maikel y Teto como centrocampistas y con Luismi, Waldo, Ángel e incluso el debutante Marlos por delante. Interés no faltó, pero quizás sí mecanismos, soluciones... No debe ser cuestión solo de futbolistas.

En Segunda División no hace falta ser un desastre para perder un partido o ser el último de la clasificación en la quinta jornada. Hay malas actuaciones –Eldense o Racing–, algunas que no dejan tan malas sensaciones –Almería– y otras aceptables por momentos, que tienen un poco de todo, como la de Ipurua. Porque el Tenerife estuvo incluso mejor de lo esperado en el inicio y mereció adelantarse cuando Enric Gallego cabeceó al larguero en el minuto 38, con 0-0 en el marcador. Pero no se sostuvo cuando recibió el primer golpe. Fue encajar el 1-0, obra de Nolaskoain, y perderse en el camino. Los defectos fueron tapando las virtudes poco a poco y el equipo se bloqueó en su intentó de atacar en estático, escaso de recursos y de vías de acceso. No fue por falta de tiempo, dado que contó con toda la segunda mitad para, al menos, sumar un punto en Eibar. Medio partido lleno de impotencia para tranquilidad de un rival que apenas sufrió un poquito al final y que ni siquiera se vio obligado a atacar para ampliar su renta.

El problema ya es evidente. Solo han pasado cinco jornadas y todavía quedan muchísimas, 37, pero la competición avanza a toda prisa, no espera a nadie y no tiene en cuenta el nombre del que es líder o colista. Salir de tan abajo no es sencillo, y menos para un equipo que no fue diseñado para eso. Y no solo es tener punto de 15 –el de Cádiz–, sino lo que transmite el Tenerife. La sensación de que le costará más de lo normal ganar al rival que sea, los efectos de una dinámica adversa, la carga de ser colista, el merecer más... El perro flaco y las pulgas.

Y eso que la puesta en escena en Ipurua no estuvo nada mal. Un Tenerife valiente, con personalidad, liberado del peso de ser el farolillo rojo. Óscar Cano había elaborado su plan con cuatro matices en la alineación. El menos sorprendente, el de León por Alves atrás. A partir de ahí, llenó el centro del campo con dos volantes defensivos, Sergio y, como novedad, Bodiger, y con Diarra por delante. El de Bamako asumió el papel de Maikel, suplente por primera vez. Las otras dos variantes, aparte de las de Alves y Bodiger, fueron las de Cantero y Enric Gallego. El técnico sentó a Waldo y puso al extremo madrileño, y probó con otro tipo de delantero, el catalán, en lugar de Ángel. En el entramado ofensivo, Luismi fijo.

Con estos argumentos, el Tenerife entró dispuesto a pisar el campo contrario. Voluntad de generar y presión avanzada para recuperar lo más cerca posible de Fuzato. Tal como había avisado Cano, había que «asustar» a un Eibar que construye desde su área y pisa el acelerador con metros por delante. Un Eibar al que, tal como se comprobó, no le hace falta demasiado para ser el equipo que verdaderamente asusta. Lo demostró en el minuto 4 tras una pérdida de Sergio que activó el despliegue vertical de los locales. El resultado, una falta lateral que peinó Anaitz Arbilla de cabeza y sacó Salvi Carrasco.

Después de este sobresalto, el Tenerife siguió a lo suyo. Aunque le costaba colarse por las fisuras del adversario, insistía como podía. Por ejemplo, con un pase largo de León a Cantero, cuya maniobra de control fue mejor que su finalización. Pero algo era algo. Al menos, los blanquiazules se habían presentado en Ipurua con la idea de proponer y no de esperar.

La fase de crecimiento tuvo continuidad con un robo de David que volvió a darle protagonismo a Cantero. El exjugador del Levante puso el balón en el área pequeña y Enric lo rozó por alto sin el suficiente alcance ni puntería (11’). El arranque seguía siendo prometedor teniendo en cuenta las actuaciones anteriores del Tenerife.

Pero el Eibar no tardó en cogerle el pulso al partido. Sin modificar su estilo, logró manejar mejor la salida desde su área –la presión no fue tan constante ni alta– y se adueñó del centro del campo. Tomó el control, pero sin pasar del toque en zonas de baja influencia. El encuentro se estancó rondando el minuto 20. El Eibar apenas avanzaba y dependía del balón parado o de algún centro lateral para inquietar a Salvi, y el Tenerife se conformaba, aparentemente, con que no pasara nada relevante.

Los blanquiazules se volcaron en contrarrestar al Eibar. Tarea llevadera para un equipo con un núcleo más defensivo que creativo. Lo primero que consiguió fue que el conjunto guipuzcoano no rematara a puerta. Y lo segundo, que las únicas ocasiones de gol fueran suyas, una de León, con una volea desde fuera del área que salió a la grada pero que despertó a más de uno de la siesta, y otra de Enric. Esta vez sí, el gol estuvo a punto de caer. El barcelonés estrelló la bola en el larguero con un cabezazo tras recibir un centro procedente de las botas de Diarra desde la banda derecha. Luismi había iniciado la acción en el minuto 38.

Los tinerfeños se fueron al descanso lamentando su suerte en este zarpazo y con la idea de no bajar la guardia. El empate podía valer, pero ya habían dejado claro que el triunfo no iba a ser imposible. Pero la reanudación del juego le dio una sacudida al equipo. En la primera acción, un córner en contra, el Tenerife recibió el único gol de la tarde. Ejecución de Cubero al corazón del área y remate de cabeza impecable de Nolaskoain colándose entre Bodiger y Juande. Otro gol en contra a balón parado: ya son seis de los siete encajados.

El plan original ya no iba a valer. Los de Cano iban a tener que arriesgar y proponer de verdad ante un Eibar que se ordenó en su campo y cedió terreno para tratar de robar y sentenciar al contragolpe. No le hizo falta lo segundo.

Los minutos fueron pasando sin que el Tenerife diera señales de poder marcar o acercarse a esa situación. La fría reacción llevó al técnico a realizar cambios. A la hora de juego, Waldo y Teto por Cantero y Bodiger. Al rato, Ángel y Maikel por Enric y Sergio. Pero nada. Ni un remate, ni fuera ni dentro. El Eibar vivía sin estrés. Servicios mínimos de los azulgranas.

Como mucho, un intento de chilena de Enric poco antes de salir del campo. Y ya en la recta final, más por acumulación y urgencias que por juego, un ensayo de Teto desde unos 25 metros y un testarazo de Diarra en un córner, zafándose de la marca de Cubero. Los dos salieron fuera por muy poco.

En definitiva, mejoría inicial disuelta tras el primer revés y reacción posterior al 1-0 insuficiente de un Tenerife que seguirá siendo colista una semana más y que el domingo recibirá al Sporting.

SD Eibar - CD Tenerife

SD Eibar - CD Tenerife / LOF

SD Eibar - CD Tenerife

SD Eibar - CD Tenerife / LOF

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