Partido de frustración en el Heliodoro
El Tenerife cae derrotado (0-1) ante un Elche que marca el único gol del partido en el minuto 2
Los blanquiazules, negados tras su notable actuación en el derbi

CD Tenerife - Elche, en imágenes /

Dijo Asier Garitano que el partido de Liga ante el Elche, el primero de la segunda vuelta, no se iba a parecer en nada al de Copa contra Las Palmas. Acertó. De entrada, un derbi es incomparable, sobre todo si es decisivo. Con eso ya se contaba. La duda estaba focalizada en el desarrollo del encuentro. A eso se refirió el entrenador. Y lo cierto es que no salió nada bien. El Tenerife fue incapaz de evitar la derrota tras encajar un gol tempranero, en el minuto 2, obra de Mendoza. No hubo manera. Tampoco se vieron señales en el campo que hicieran pensar en un desenlace diferente, más allá del amor propio, del empuje que suele provocar por momentos un efecto Heliodoro que tampoco aportó su magia para modificar un guion que ya dejó entrever desde su primera página una tarde de frustración.
No fue un problema de falta de intensidad. Como mucho, de intensidad mal aplicada. Tampoco faltaron ganas, aunque quizás no se canalizaron de la manera correcta. Y ni siquiera se podría hablar de un mal día en el apartado individual de determinados futbolistas. El lastre fue colectivo, un bloqueo común. Como si el derbi hubiera vaciado al equipo, algo que podría ser comprensible. Porque el Tenerife no fluyó como contra la Unión Deportiva. No tuvo la misma frescura. Hizo lo que pudo para tratar de salir adelante a trompicones ante un rival que tampoco necesitó firmar una actuación redonda para ganar en el Heliodoro. Le bastó con marcar su gol y competir mejor, con todo lo que eso representa, incluyendo la habilidad para enfriar el encuentro cuando mejor podían estar los blanquiazules, en la segunda mitad. Las pérdidas de tiempo fueron desesperantes. Eso que suele llevar la etiqueta de oficio. En definitiva, un plan fallido de los tinerfeños y un correcto manejo de los ilicitanos en un duelo directo entre dos equipos que compartían el objetivo de ganar para no desconectarse del pelotón de cabeza de la tabla.
Asier Garitano eligió una alineación parecida a la del derbi. De hecho, aparte del cambio esperado de Soriano por Tomeu Nadal en la portería, solo introdujo una novedad, la de Fernando Medrano, que ocupó su puesto natural para que Nacho ejerciera de extremo en esa misma banda, la izquierda. Esa variante dejó fuera del once a Teto.
El partido se le puso cuesta arriba al Tenerife muy pronto. El arranque había ofrecido una maniobra de malabarista de Luismi Cruz en el área visitante, sin la menor relevancia más allá del toque estético. Y enseguida llegó el 0-1. Una mala entrega de Bodiger en el medio propició un contragolpe volcado por el Elche hacia la banda izquierda, donde Clerc puso un centro al área pequeña que cazó Mourad para que Soriano se luciera con una intervención plena de reflejos. El rebote ya fue demoledor. Lo cogió Mendoza ante el desconcierto de la pareja de centrales y empujó la bola a la red (2'). El tanto confirmó que la tarde no iba a resultar nada cómoda para los blanquiazules. Por contra, reafirmó a los ilicitanos en ejecución de un fútbol que Garitano definió el viernes como "moderno", un estilo difícil de encasillar por su versatilidad.
Los de Sebastián Beccacece habían golpeado demasiado pronto, pero también habían empezado el duelo más finos. Su juego elaborado superaba una y otra vez la presión de un Tenerife que llegaba tarde casi siempre al intento de recuperar. Era como si el equipo verde le hubiera cogido el pulso al encuentro desde el origen, todo lo contrario que un Tenerife que, por momentos, incluso parecía mal colocado en el campo y que, en la fase ofensiva, dependía únicamente de la inspiración de Luismi Cruz. Cada vez que intervenía, daba la sensación de que podía ocurrir algo, que la defensa no podía con él. Suyo fue el segundo remate, después de que Bodiger probara suerte en el minuto 11 y el debutante Dituro atrapara el balón pegado al palo. Pese a la falta de continuidad en el juego tinerfeño, las ocasiones fueron cayendo poco a poco, aunque ninguna lo suficientemente limpia. Más bien, ensayos desde fuera del área con el punto de mira ligeramente desviado. Fueron poniendo de su parte Roberto López (33'), Medrano (35'), el citado Luismi Cruz (39'), Nacho (39') y, antes del descanso, Aitor Sanz (45'), de cabeza, tras una falta lateral ejecutada por Roberto López. El desarrollo de esta etapa incluyó otro inconveniente para los blanquiazules, la tarjeta amarilla que recibieron los dos mediocentros, Aitor y Bodiger. Asier no tardó en ordenar que calentaran Corredera y Sergio González. El doble cambio se produjo en el descanso.
Los amagos de mejoría del Tenerife no desestabilizaron a un Elche seguro y fiable en todas las fases, un equipo que incluso se asomó a un posible segundo tanto en una clara ocasión de Mendoza que acabó en nada pero que confirmó que los isleños se estaban mostrando poco contundentes atrás. Lo dicho, estaba siendo un Tenerife raro.
El relevo en la sala de máquinas en el descanso se notó. El Tenerife hizo lo que se esperaba, arrinconar al Elche, llevar el partido al área rival, meter presión... Para avisar, Luismi conectó una volea que tapó Salinas, el primer sustituto del Elche (46'). Pero el dominio local no se tradujo en más ocasiones de gol. El prometedor inicio de la segunda mitad se fue diluyendo hasta el punto de que tampoco llegaron a pasar tantas cosas cerca de Dituro. Y eso que Asier aumentó el potencial ofensivo del Tenerife con la entrada de Enric Gallego en el 58', un minuto en el que también entró en escena Teto. Medrano y Roberto López, al banquillo.
Hasta el 68', los locales no volvieron a inquietar a Elche. Mellot y Luismi amasaron una jugada en el costado derecho que terminó en un centro al área que cabeceó fuera Gallego. El clima de remontada que intentaba transmitir la grada se difuminaba en el césped por la precipitación y la falta de ideas de un Tenerife que fue cayendo en la trampa de un Elche que ya sentía que había pasado el peor tramo y veía cerca el triunfo. Nico Castro pudo sentenciar en el 83' con un remate que salió cercano al escuadra de la portería de Soriano, que solo pudo seguir la trayectoria del balón con la mirada. A esas alturas, Garitano ya había echado el resto con la presencia en el campo del debutante Álvaro Jiménez. El extremo entró enchufado y se mostró participativo. Poco más se le podía pedir. De ahí al final, el Tenerife apenas generó una aproximación de Ángel que el lagunero, tan agotado como la mayoría de sus compañeros, no pudo resolver con acierto. Ni los 7 minutos de alargue sirvieron para impedir un tropiezo que deja al Tenerife en la mitad de la tabla. Ahora, casi sin tiempo para darle vueltas a este 0-1, el estímulo de la eliminatoria de octavos de final de la Copa del Rey ante el Mallorca. De la frustración a la ilusión.
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