Un CD Tenerife casi nulo en ataque y limitado a su respuesta defensiva para, al menos, sacar un punto en Ipurua, encajó este sábado su tercera derrota de la temporada (3-0). El Eibar, superior en todas las fases del juego, aprovechó el tramo inicial del segundo tiempo para marcar los goles que le dieron el tercer triunfo consecutivo, uno de Stoichkov y otro de Quique. El tercero, de Vencedor, cayó en el 90’.
No tardó en asomar uno de los peligros que debía tener en cuenta el Tenerife, los pases a la espalda de los centrales.En el primer intento (3’) avisó Stoichkov con la intención de clavar el remate en la escuadra, sin éxito, tras ganarle la posición a Loïc. Una mala cesión de Nacho a Soriano, poco después, volvió a aumentar la carga de trabajo en defensa de un Tenerife al que le costaba tener el balón en el campo contrario. El dominio, cocinado a fuego lento, era local.
A ninguno le convenía un partido de ida y vuelta, sobre todo al Tenerife. La tónica general de entrada fue de respeto, de evitar errores, de no conceder ventajas que pusieran en riesgo un buen resultado. Y el empate no parecía malo para un equipo tinerfeño en el que coincidieron seis novedades en la alineación:Buñuel, Loïc Williams, Nacho, Bodiger, Teto y Ángel, por Mellot, León, Medrano, Corredera, Waldo y Enric Gallego. Garitano optó por repartir esfuerzos en un tramo exigente del calendario, con tres partidos en nueve días:Espanyol, Eibar y Racing.
Con este desarrollo de perfil medio, tirando a bajo, el Eibar fue insistiendo con un centro lateral por aquí, una falta por allá... Nada que comprometiera realmente la resistencia de un rival férreo atrás. Ahí mandaba con autoridad Juan Soriano sin tener que realizar paradas de mérito. La pega en el balance parcial estaba en la presencia ofensiva de los blanquiazules. Sergio y Bodiger aportaban casi lo mismo como mediocentros. Faltaba el enlace con la siguiente línea. Toda la producción dependía de la inspiración de Luismi Cruz.Demasiado para un único jugador. Ángel no recibía en ventaja para explotar su potencial, en la banda de Teto no había profundidad y Roberto entraba poco en juego.
Precisamente, fue el mediapunta cedido por la Real Sociedad el primero en rematar. Lo hizo cerca de la media hora de juego, sin pensarlo dos veces, tras cazar un balón suelto a la altura del pico del área. La intención fue buena, pero no tanto el desenlace de la jugada.
El Eibar fue descubriendo que el Tenerife no era tan fiero y que la situación invitaba a apretar para romper la igualdad. De esa manera, planteó un tramo final del primer tiempo en el que, al menos por sensaciones, se mostró superior y tocó de verdad a la puerta del gol. Eso sí, sin una ocasión clara. Ni siquiera en una mala entrega de Nacho a Soriano que elevó los decibelios en la grada, sin más.
En definitiva, la primera parte terminó con un Tenerife fiable en defensa pero casi nulo en ataque, y un Eibar al que los tramos de mayor empuje no le sirvieron para erosionar el armazón blanquiazul. Eso sí, esta tendencia podía ser inquietante en el segundo tiempo.
Garitano lo vio venir y aprovechó el intermedio para realizar dos cambios, Corredera y Waldo Rubio por Sergio y Roberto López.
Pero no era fácil subir a un tren en marcha. El Eibar volvió al campo con el convencimiento de que estaba haciendo las cosas bien y perseveró. Aumentó el ritmo, engrasó su presión y ajustó la puntería con un chut de Matheus (50’) y otro Stoichkov, pegado al palo y anulado por fuera de juego (54’). No necesitó mucho más para adelantarse. O sí, el talento de Stoichkov, quien se las arregló él solo para firmar el 1-0. Controló al borde del área, se giró y coló el balón en la portería a media altura junto al palo izquierdo de un Juan Soriano que no llegó a tiempo en su estirada (1-0, 59’). No es por nada, pero el gol se estaba viendo venir. Una vez perdido un botín probablemente inmerecido, al Tenerife no le quedó otra alternativa que salir de la cueva y arriesgar. Garitano preparó la entrada al césped de Enric Gallego y Mo Dauda. Pero antes de mover piezas, se encontró con otro gol en contra en el 65’. El Eibar, mucho más dinámico y vertical, sacó partido de ese momento para desmontar la oposición, en esta ocasión más frágil que de costumbre. Tras cuatro pases precisos y una insuficiente respuesta defensiva por el costado izquierdo, Quique se plantó delante de Soriano, al que superó con un chut raso pegado al palo.
Con poco más de 20 minutos por delante, el partido ya tenía pinta de estar decantado. El rumbo se habría torcido todavía más para el Tenerife si el árbitro hubiera pitado penalti en una caída de Corpas en el área, tras un contacto de Bodiger. La jugada se saldó con una tarjeta amarilla para el futbolista local por protestar (70’).
Entretanto, el Tenerife trataba de estirarse a toda prisa, ya por obligación, con más corazón que cabeza, con el cronómetro corriendo en su contra y con un Eibar cómodo en su papel más conservador, preparado para salir al contragolpe y ampliar su cuenta. La prueba de la deficiente réplica ofensiva de los blanquiazules estuvo en que el primer remate entre los tres palos llegó en el minuto 76, obra de Mo Dauda con un lanzamiento de falta directa.
El duelo pasó a jugarse en el terreno local, y así, con el balón durante más tiempo en las botas de los visitantes y la frescura de futbolistas como Waldo o Gallego, llegó la ocasión más clara para los tinerfeños, un disparo de Teto que se marchó alto, después de una ruptura de Waldo por la izquierda. Ya era otra cosa, pero también era un escenario condicionado por el resultado, un 2-0 cerca del 90’, con un Eibar que se había dado un respiro y un Tenerife volcado a la desesperada. Ni siquiera así se reparó el apagón blanquiazul, porque el conjunto de Etxeberria amplió su ventaja sin despeinarse. Le bastó con una aproximación aislada por el costado izquierdo, un centro despejado en corto por Loïc y un potente remate de Vencedor, imposible para Soriano. Ya era el minuto 90. El alargue fue un castigo añadido para el Tenerife.
No fue la tarde de los blanquiazules. De hecho, fue la peor de una Liga que ya ha gastado ocho jornadas. No todos los partidos van a salir como el anterior, ante el Espanyol. Ni tan estimulantes como el del lunes ni tan decepcionantes como el de Ipurua. Así es esta competición de contrastes. Al equipo le toca reflexionar, recuperar fuerzas y levantarse con vistas al duelo del martes con el Racing.