CD Tenerife

¿Qué fue del riqui raca?

Ya desde finales de los años 20 del siglo pasado, en cualquier partido resultaba habitual que se escuchara este popular estribillo entre los aficionados

Paco Zuppo, animando a la afición desde el césped del Heliodoro

Paco Zuppo, animando a la afición desde el césped del Heliodoro / El Día

Sergio Lojendio

Sergio Lojendio

Hubo un tiempo en el que las gradas del Stadium –que así llamaban los antiguos al que desde marzo de 1950 se bautizaría con el nombre de Estadio Heliodoro Rodríguez López– coreaban al unísono un canto de ánimo para los jugadores conocido como el riqui raca.

Su origen parece estar entroncado con los ingleses afincados en Canarias –los inventores del foot-ball–, quienes antes de iniciar de cualquier actividad deportiva conjuraban abrazándose y lanzando gritos de ánimo, en su lengua materna, claro, que sonaban así:

«Reach in rank, 

Shine on back , shine on back. 

¡Hurrah, hurrah, hurrah!»

La traducción es la siguiente: 

Alcancemos el honor,

brillando las espaldas. 

¡Hurrah, hurrah, hurrah! 

Esta última es una expresión muy británica, presente en las conmemoraciones del Imperio y en todo lugar donde habitara una colonia de súbditos de su Majestad.

Los canarios no quisieron ser menos y por aquello de la traslación fonética interpretaron aquellas voces con ese deje siempre tan particular de los isleños:

«Riqui raca, riqui raca,

Sin bon bá.

¡Hurrá, hurrá, hurrá!»

La prensa de la época ya recoge este sonido como grito de la afición desde finales de los años 20.

El Iberia batía al Real Victoria por 3 a 1 en el Stadium, adjudicándose el título de campeón regional de Canarias. La crónica decía: «Un choque entre el Real Victoria y el Victoria que sale al campo (...) saludado con el clásico riqui-raca» (La Prensa, 3 de abril de 1928).

En el partido final del torneo eliminatorio de la Copa del Rey de la temporada 1929-30, el CD Tenerife se impuso por 3-2 al Iberia en el Stadium, y la prensa relataba: «Aquel riqui raca fue algo así como un breve presagio del furor con que el equipo representado por aquellos entusiastas lucharía para adueñarse del regio trofeo en litigio» (El Progreso, 2 de mayo de 1929).

 De un partido entre el Deportivo Tenerife y el Iberia celebrado en el Stadium, que acabú con victoria blanquizaul por 3-1, el cronista escribe lo siguiente: «Como en los buenos tiempos del Iberia, el riqui-raca trepó a su grada popular al principio y en varios momentos de la primera parte, animando a los blanquinegros» (El Progreso, 27 de octubre de 1930).

También en un choque disputado entre el Salamanca y el Iberia, que ganaron estos últimos, los del barrio del Toscal, por un tanteador global de 2-1, se describe cómo «Rodríguez Bello (el árbitro de la contienda), al compás del riqui raca dio vida a un sonido que señalaba definitivamente otro triunfo del Iberia» (La Gaceta de Tenerife, 5 de enero de 1932). 

Fue en los años cuarenta del pasado siglo cuando entre la afición chicharrera comenzaría a destacar la singular figura de Paco Zuppo, natural del barrio de El Monturrio. Este entusiasta animador era popularmente conocido en Santa Cruz. Trabajó durante años como empleado del Banco Banesto (Banco Español de Crédito) y era habitual verlo por la ciudad con una pequeña cartera donde portaba recibos y letras al cobro. Por aquello de estar siempre pateando las calles, Zuppo, que siempre iba provisto de un silbato, colaboraba a toque de pito para que el tráfico resultara más fluido. 

Pero su verdadero protagonismo lo alcanzaba las tardes de los domingos, cuando se convertía en el maestro de ceremonias del Estadio. Como si de un director de orquesta se tratara, ocupaba el centro del campo. Primero se viraba hacía General de Pie, al tiempo que exclamaba «una», luego se volvía en dirección contraria a las agujas del reloj y mirando a la grada de San Sebastián decía «dos» y, finalmente, se dirigía a Herradura con el «tres». Además, Zuppo escenificaba toda una coreografía –al estilo del trónico Tom Carby– moviendo cómicamente las manos y los pies para captar la atención del público. A partir de ahí, el Heliodoro le respondía con un riqui raca unánime. Por entonces, la letra ya había cambiado y decía así: «Riqui raca, zumbarraca, sim bon ba, riá, riá, riá, Tenerife, Tenerife y nadie más».

Tal fue su fama que, pleito insular al margen, la UD Las Palmas lo reclamó para dirigir el riqui raca en aquel histórico 8 de julio de 1951cuando el conjunto amarillo logró el ascenso a la Primera División en el decisivo partido de la liguilla, imponiéndose al Málaga por 4-1.  A Zuppo lo acompañó en aquel desplazamiento su inseparable Peña Rambla. Y no sería la única vez que dirigió a la grada del Estadio Insular en encuentros de trascendental importancia, repitiendo episodios en la década de los cincuenta y sesenta.

El valor emocional y simbólico que el riqui raca ha representado para la historia de la afición birria –también para la canariona– es tan sustancial que incluso los himnos del CDTenerife, no así los de la UD Las Palmas, lo han incorporado en sus letras. La histórica interpretación del mítico grupo de Los Huaracheros, estrenada en 1960, contiene una estrofa que dice así:«Llena de esperanza nuestro corazón/ cuando la victoria nos quiere brindar/ y en los graderíos se escucha el sonar/ de los riquirracas con honda emoción» y acaba, precisamente, con el greuto al unísono del «Riqui raca / zumba-raca / sim-bom-ba / ria-ria-ria / Tenerife, Tenerife / y nadie más». 

También en la letra del nuevo himno del conjunto blanquiazul, de nombre Mi isla en tus pies, escrito y compuesto para la ocasión del centenario del club por el músico Benito Cabrera, se canta: 

«Soy emoción blanquiazul

como mi padre y mi abuelo

y entonaré para mi club

un riqui raca hasta el cielo».

Ya nadie entona en el Estadio aquel popular riqui raca, que ha quedado definitivamente desplazado y reducido al imaginario nostálgico de quienes vivieron tantas tardes de gloria del fútbol canario. Y lo cierto es que representando un rasgo identitario, sin embargo ha sido olvidado con facilidad por un graderío sin memoria. El comportamiento de los nuevos aficionados blanquiazules ha asumido, por el contrario, otros cánticos, muchos de ellos importados de otras hinchadas. Ni siquiera pervive aquel simpático diálogo entre graderíos con el «Hola Herradura, Hola General», que se hizo tan popular en el Heliodoro en la década prodigiosa de los noventa con el CD Tenerife en Primera División y disputando la Copa de la UEFA.