El Tenerife llega a los 50 puntos de penalti

El equipo de Ramis derrota al Leganés (1-0) gracias a un tanto anotado por Enric Gallego desde los once metros y alcanza la cifra que, por estadística, garantiza la permanencia en Segunda.

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Resumiendo mucho, entre Gallego, por marcar el único gol del partido, de penalti el minuto 9, y Juan Soriano, por anular un mano a mano con Karrikaburu en la segunda mitad, el Tenerife consiguió sacar adelante el partido ante el Leganés y colocar en su clasificación la salvadora cifra de 50 puntos. No es que la permanencia ya sea matemática, pero no correrá peligro en las cuatro jornadas que quedan.

El encuentro tuvo un poco de todo, como la temporada. Unos tramos en los que el Tenerife fue claramente superior y dio indicios de que iba a poder vencer con comodidad, principalmente en la media hora inicial, otros más parejos y alguno que otro en el que le tocó sufrir lo suyo. Al final, lo que queda es el resultado para ir archivando una Liga de medianías.

De entrada, dio la impresión de que al equipo de Ramis no le iba a costar imponerse al Leganés. El Tenerife fluyó enseguida y tuvo la recompensa del tempranero 1-0, gracias al penalti convertido en gol por Enric Gallego. Antes, un rato de intriga por saber qué iba a decidir Vicandi Garrido, el árbitro del VAR. La acción de la pena máxima fue revisada durante unos interminables tres minutos y medio. Finalmente, el colegiado principal, Quintero González, recibió el visto bueno desde la sala de los monitores y señaló lo que había visto en el campo, que Neyou había tocado con la mano, sin querer, un balón centrado desde la banda por Corredera, tras un saque de esquina. Gallego anotó su décimo gol de la temporada. No engañó a Riesgo, pero sí ajusto lo justo para que la pelota entrara.

El guardameta del Leganés sí había tenido suerte en la jugada anterior, la que dio paso al córner y al penalti. Dibujó una palomita en el aire para desviar un remate de cabeza de Garcés. Ante su exequipo, el delantero melillense, muy activo pero con la falta de suerte de otras tardes, cazó el centro estirando el cuello y ganándole el salto al corpulento central Keneth Omeruo.

Hasta entonces, el Leganés había salido a verlas venir, sin más, con una presión tibia en bloque medio que no alteró en ningún momento los planes de un Tenerife más decidido, agresivo y certero.

A partir del 1-0, el conjunto entrenado por Carlos Martínez sí se obligó a dar un paso adelante. Probablemente, con el permiso de un Tenerife que no se siente incómodo en ese papel, el de protegerse y quedar al acecho para invadir espacios y golpear a toda prisa. En ese escenario, las ocasiones siguieron siendo tinerfeñas:un tiro tapado de Gallego, tras una conexión entre Mellot y Romero (20'), y una volea de Nacho, en la esquina del área pequeña, para enriquecer un medido cambio de juego de Mellot (21').

Hasta que apareció el Leganés. Los madrileños fueron encontrando su sitio poco a poco. Así pusieron a prueba a Soriano cerca de la media hora. El sevillano contrarrestó la pasividad de la defensa y respondió con un paradón a un potente remate de Fede Vico en el borde del área. Fue una señal de que el partido estaba cambiando.

Los blanquiazules ya no mordían tanto ni con tanta eficacia, y el balón empezaba a estar más en las botas de los visitantes. Esa disminución de la intensidad tinerfeña no se tradujo en nada relevante, aunque Narváez estuvo cerca de igualar el resultado con un disparo que se marchó alto, con Soriano en desventaja (41’). El portero no dudó en abroncar a sus compañeros para exigir contundencia. Hacía falta.

Segunda parte

La dinámica se mantuvo en el segundo tiempo. El Leganés no tardó en confirmar que ya le había cogido el pulso al partido, por sensaciones y presencia, más que por otra cosa. Porque solo Cissé probó suerte en esa fase con un chut desviado (49’). Entretanto, el Tenerife se estiraba a ratos, una vez con un remate de Garcés tras un pase atrás de Romero (50’) y luego con un disparo de Mellot directo a la grada (51’). Pero poco más. En un efecto marea, después de esa calma llegó el vértigo de un duelo más de ida y vuelta. Un Leganés creciente fue domando poco a poco a un Tenerife reducido al contragolpe y sin la continuidad necesaria para recuperar el control. Los madrileños echaron más leña al fuego con la entrada en el campo de Franquesa y del ariete Qasmi;la de este último, para desbloquear la opción del juego directo. Los problemas crecieron. Los visitantes percutían por la banda derecha, la defendida por Nacho, y obligaban a los blanquiazules a encender el modo sufridor. Para nivelar el duelo, Luis Miguel Ramis quitó a Aitor y a Romero y revitalizó el once con Larrea y Teto.

En medio de esa partida de ajedrez, emergió Soriano para mantener la ventaja tinerfeña. Una pérdida de José León, el intento de salir desde el campo propio con el balón controlado, propició un mano a mano entre Karrikaburu y Soriano. Tal cual. Uno contra uno. Todas las miradas dirigidas a ellos. Delantero frente a portero. El atacante cedido por la Real Sociedad trató de driblar al sevillano y no acertó. Juan tocó la pelota para desviar su trayectoria lo suficiente, a un lado. Karrikaburu redondeó su mala elección metiendo luego un pase a nadie, a pesar de que la portería tinerfeña estaba vacía. El delantero terminó dándole golpes con la mano al césped. Pura impotencia. Y Soriano, recibiendo la felicitación de sus compañeros. El portero que suma.

Tras este susto, el Tenerife siguió sobreviviendo ante un Leganés que aceleraba con la intención de puntuar en el Heliodoro. Había llegado a la Isla con 46 puntos, es decir, sin la permanencia garantizada. A pesar del empeño visitante, el equipo local tuvo el 2-0 en sus manos con un remate de Teto al palo (69') tras aprovechar un regalo de Omeruo. No cayó el gol, por centímetros, y los blanquiazules siguieron a lo suyo, protegiendo su renta a toda costa, mirando de reojo el cronómetro e interpretando un papel familiar y, en alguna que otra ocasión, productivo, el de armarse en defensa y resistir. De esa manera fue avanzando hacia el final con el mérito de minimizar los daños, dado que el Leganés se volcó, tuvo el balón y metió centros, pero solo inquietó a Soriano, y a los más de 11 mil espectadores que se dieron cita en el Rodríguez López, en el tiempo de alargue, con un remate de Miramón a la escuadra. Si no había entrado ese balón, ya no iba a colarse ninguno en la meta tinerfeña. Por falta de pegada del Leganés y también de tiempo. Aún con ese sobresalto latente, los blanquiazules festejaron aliviados un triunfo que abre las puertas del campamento base y resuelven un objetivo que no entró en los planes de casi nadie hace unos meses, cuando comenzó la temporada con la mirada puesta en el playoff. Pero la realidad es otra: a los 50 de penalti.

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