Paseo del CD Tenerife hacia la tranquilidad

El Tenerife golea al Ibiza en el Rodríguez López, con tantos de Iván Romero, Waldo Rubio, Enric Gallego y Nikola Sipcic, y deja encarrilada su continuidad en Segunda División.

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Goleada y 46 puntos. Si era cuestión de evitar agobios de última hora para asegurar la continuidad en Segunda División, el Tenerife cumplió con creces a falta de seis jornadas para el final del curso. Logró su victoria más amplia y cómoda de la temporada y se acercó a la cifra que suele garantizar la permanencia. No es que sea matemática, pero lo que ya tiene, seguramente le valdrá para repetir otro año en la categoría, aunque no sume nada más. Batió cuatro veces al Ibiza, con remates de Romero, Waldo, Enric Gallego y Sipcic, y tuvo en sus botas oportunidades para acabar con una ventaja más holgada. En definitiva, lo que hizo, fue más que suficiente.

Aunque pudo haber celebrado algún gol más, esta vez tuvo de su lado la puntería que también le acompañó, por ejemplo, en el derbi, pero no en otros encuentros, como los posteriores ante el Villarreal B y el Lugo, por no ir demasiado lejos. La inspiración le dio incluso para anotar de córner por primera vez en este curso. Ahí emergió Nikola Sipcic por alto, en el 83’, para cerrar una cuenta que no había tardado en abrir. Desde que lo hizo, con el 1-0 de Romero, ya no tuvo oposición, si es que la llegó a tener en algún momento.

El Ibiza le duró al Tenerife lo que tardaron los blanquiazules en desplegar su primera jugada de ataque; o sea, 12 minutos. Hasta ahí, el equipo balear había mostrado buenas maneras. Incluso había ofrecido una sensación de falsa superioridad. Había salido decidido, demostrando que su necesidad debía ser mayor que la de los locales. Asumió la responsabilidad tener el balón y lo movió con cierto criterio ante un Tenerife algo incómodo en el intento de ajustar la presión. Los blanquiazules llegaban tarde a los cruces y caían una vez tras otra en faltas que evitaban un fútbol más fluido, situación que aprovecharon los visitantes para ir madurando jugadas que, eso sí, no llegaban a ningún sitio. Porque el Ibiza se desenvolvía de manera correcta de área a área, pero poco más. En la contraria, era inofensivo, no inquietaba la línea de cuatro tinerfeña, y mucho menos a Soriano. Y atrás, dejó claro enseguida por qué es el equipo más goleado de la categoría.

El Tenerife parecía no estar fino, pero tenía muy claro cómo hacerle daño a su oponente: buscando la espalda de los defensas con pases diagonales, aplicando un fútbol directo. Y a la primera que tuvo, golpeó. Lo hizo con tres toques. Apertura precisa de Mellot desde su propio campo para poner el balón en el contrario, ya en fase ofensiva y en la banda opuesta, recepción de Nacho y pase a media altura del madrileño que cazó Iván Romero en plancha, con un potente remate de cabeza ante el que no pudo hacer nada Fuzato.

Así, simplificando los procedimientos, el Tenerife desarmó a un Ibiza al que se le está haciendo muy cuesta arriba el final de la temporada. No es para menos. Su distancia con la salida de los puestos de descenso es demasiado larga y el cierre del calendario se va acercando. Los de Lucas Alcaraz le ponen interés, pero reúnen todos los síntomas de un equipo que ya compite más con profesionalidad que con fe. A la mínima, se viene abajo, no responde. Se notó después del tanto de Romero. Los celestes, en este caso con uniforme de color naranja, acusaron el revés y siguieron en el campo con más corazón y piernas que cabeza.

Y el Tenerife sacó partido de ese desconcierto. Entendió que era el momento de romper definitivamente el duelo y apretó un poco más el acelerador; a partir de ahí, teniendo más el balón y pisando más el campo contrario. Las ocasiones de gol fueron encadenándose. El 2-0 acabaría cayendo por su propio peso. Primero fue un remate de Waldo pegado al palo (13’), luego un chut raso de Nacho desde el vértice del área pequeña (20’), a continuación un disparo de Borja Garcés que atrapó Fuzato (24’)... Ese tramo de alta frecuencia dejó como recompensa el 2-0. El autor fue Waldo, en una maniobra de equilibrista, recorriendo la línea de fondo con el balón controlado y aprovechándose del rebote del portero, tras su intento de dar un pase atrás, para seguir su camino despejado hacia una portería. Un gol peculiar que premió la verticalidad y la insistencia del extremeño, otra vez muy activo.

Hasta el descanso, ya con dos tantos de renta, el Tenerife se dio un respiro, pero ni siquiera sufrió en esta etapa más conservadora. De hecho, el Ibiza conectó su primer disparo a la media hora de juego, una falta directa ejecutada por el grancanario Cristian Herreraque agarró Soriano. Esa fue la única intervención del sevillano.

A esas alturas, todavía con 60 minutos por jugarse, el triunfo del Tenerife no tenía pinta de correr peligro. Es más, la única duda podía estar en el número de goles que terminaría consiguiendo.

Para impedirlo, Alcaraz realizó tres cambios en el descanso. Pero tampoco hubo reacción con Isma Ruiz, Javi Vázquez y Ekain –al menos, remató dos veces– en el campo. El Tenerife siguió a lo suyo, con viento a favor, sin exigencias ni fisuras en su trabajo defensivo.

Alejado de un vértigo que no necesitaba, fue aproximando el balón a la zona de influencia sabiendo que el talento acabaría haciendo el resto. El anticipo de la goleada llevó el sello de un desafortunado Garcés. El melillense lo intentó sin descanso, pero sin el acierto necesario. Y cuando lo tuvo, se encontró con el inconveniente de un fuera de juego (52’).

Los siguientes en tocar a la puerta fueron Waldo (64’), con conducción, disparo y la desesperación de Gallego por el exceso de individualismo de su compañero;y el propio delantero barcelonés, impreciso en el instante de resolver un mano a mano con Fuzato facilitado por Borja Garcés (65’).

Enric pudo compensarlo con una acción de ariete, de cazagoles, de especialista en estar donde hace falta para empujar la pelota a la red. En el minuto 70 puso el 3-0 rematando a la media vuelta un balón suelto en el área pequeña.

Con el Ibiza entregado, todavía más, y la frescura procedente del banquillo –Teto, Larrea, Selma, Sipcic y Salas–, el Tenerife se animó a regalarle al público un final en alto. Waldo, pleno de confianza, se empeñó en buscar el doblete, pero una vez tiró fuera y en otra hizo que se luciera Fuzato. El portero ya no pudo hacer nada con el limpio cabezazo de Sipcic tras un saque de esquina. Gol de Nikola en su primer contacto con el balón para redondear un paseo del Tenerife hacia un final de Liga tranquilo, en el que el reto consistirá en subir algún puesto en la tabla.

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