Derrota sin reproches en Mendizorroza

Buenas maneras de un Tenerife superior, por momentos, a un candidato al ascenso. Remate al palo de Enric antes del único gol. Penalti no visto a Garcés y otro en contra corregido por el VAR.

Juan Soriano y Asier Villalibre.

Juan Soriano y Asier Villalibre. / LaLiga

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Como en Ipurua o Los Cármenes, por recordar otras visitas a candidatos al ascenso, el Tenerife estuvo más cerca de puntuar que de no hacerlo en Mendizorroza. Pero tampoco puntuó esa vez. Con 0-0, en la segunda parte, Gallego remató al larguero en la ocasión más clara de los blanquiazules –de rosa–. Acto seguido se vio penalizado en una de las contadas llegadas del Alavés a la portería de Soriano (1-0, 69’).

En cualquier caso, en el cara a cara no se notaron diferencias entre un Alavés que todavía piensa en subir por la vía directa y un Tenerife al que ya no le salen las cuentas, al menos para engancharse a la lucha por entrar en el playoff. El 4-1 a Las Palmas había despertado cierto optimismo, pero el margen de error, cada vez más pequeño, obligaba al equipo de Ramis a ganarlo casi todo. De hecho, un empate en Vitoria tampoco habría sido un gran paso dentro de la necesidad de compensar el déficit de puntos que ha condicionado a los tinerfeños en una temporada que sigue siendo irregular. A falta de nueve partidos para el cierre, continúa en la mitad de la clasificación con los mismos puntos que después del derbi, 41.

Luego están las dinámicas y las rachas. Quién sabe, puede que la parte inexplicable que acompaña al fútbol, tuviera algo que ver en el resultado. El Alavés había llegado a este partido después de cuatro jornadas seguidas sin ganar y sin marcar;es decir, que se supone que, por estadística, estaba más cerca de anotar, como mínimo, un gol. Yel Tenerife había desatado toda su pegada en el encuentro contra la UD. Al final, los locales se reconciliaron con el acierto, con lo justo para ganar, y los visitantes no tuvieron tanta contundencia.

Pero eso no quiere decir que la sonora victoria en el clásico hubiera descomprimido a los blanquiazules. Nada de eso. El Tenerife fue superior en muchas fases al Alavés, sobre todo en un primer tiempo en el que le faltó el último pase y finalizar mejor para anotar.

Es más, si algún equipo mereció marcar primero, fue el insular:con esa ocasión clarísima de Enric en el 56’. El autor del doblete en el derbi recibió con ventaja un balón procedente de un saque de esquina, pero lo estrelló en el palo. Manos a la cabeza del ariete barcelonés. Se le había escapado el 0-1.

Así, sin avisar, un partido sin mucha historia, trabado por momentos, se había animado. Porque en la siguiente jugada, esta vez en el área contraria, Soriano se hizo enorme con una de esas paradas de mérito que tanto prestigio le dieron a lo largo del curso anterior. El sevillano tiró de reflejos para sacar un remate de Tenaglia a un metro de la línea. Una intervención para ver repetida que confirmó que el encuentro se había abierto y ya corría cuesta abajo.

Probablemente, para tratar de recuperar el control, Ramis introdujo el primer cambio en el minuto 66. Larrea por Waldo, un volante de posición por un extremo.

Pero lo peor estaba por llegar, porque el Alavés siguió insistiendo por la banda izquierda, donde se movía su mejor jugador, Luis Rioja, y recibió su recompensa. Y no fue el extremo sevillano el protagonista, sino Javi López. El tinerfeño del Alavés, utilizado por García Plaza como sustituto, profundizó por el carril y envió un centro al área pequeña que terminó con el balón dentro de la portería, después de que Guridi lo tocara con el tacón y Juan Soriano no pudiera atrapar el rebote. Aunque el Tenerife casi no había tenido fisuras y al Alavés le estaba costando abrirse camino y explotar sus recursos, un gol en una acción puntual es algo que podía pasar.

A partir de ahí, el desarrollo del partido se alteró. El Tenerife se vio obligado a asumir más riesgos y dejó espacios que el Alavés intentó aprovechar para sentenciar. Por ejemplo, con un chut sin ángulo de Luis Rioja al lateral de la red (72’) o con un mano a mano de Villalibre con Soriano que arregló Sergio González unos segundos después de perder el balón (73’).

En esta etapa se puso de manifiesto un factor que tenía pinta de ser influyente: las alternativas en el banquillo de unos y de otros. En la búsqueda de la reacción, Ramis fue metiendo en el campo a los canteranos David Rodríguez, Alassan y Cacho, y también al lateral profesional Buñuel. Y no es que tenga nada malo esa apuesta por jugadores de la casa, pero se supone que no es lo mismo intentar remontar con futbolistas inexpertos que con los que no pudieron participar por estar lesionados:Elady, Shashoua y Mo Dauda.

Aún así, con un Alavés mirando de reojo el cronómetro y centrado en defender su mínima renta, el Tenerife terminó el partido en el terreno local, con un Alassan valiente, generando centros desde la banda izquierda, y sus compañeros Cacho y David dando la cara.

Fue una derrota sin reproches en un partido que arrancó con una primera parte dominada por un Tenerife que no se presentó en Mendizorroza relajado por la goleada en el derbi. Los de Ramis iniciaron el duelo con personalidad, queriendo mandar, consciente de que el triunfo era el único resultado que les iba a valer. Ese punto de partida no siguió el guion que se podía esperar, con un candidato al ascenso como el Deportivo Alavés, dominante y incisivo, y un Tenerife más conservador. En realidad, fue al contrario. Papeles cambiados en un comienzo en el que el control fue de los visitantes.

Los blanquiazules se adueñaron del balón y lo movieron con criterio, abriendo el campo con laterales profundos, poblando el pasillo central con los interiores y dándole movilidad a la zona ofensiva, sobre todo con un participativo Garcés. Buenas intenciones que, en cambio, no se tradujeron en ocasiones de gol. No siempre se conectan dos remates certeros en los cinco primeros minutos como en el derbi. Esta vez, la voluntad se perdió en el camino con centros que no llegaron a su destinatario. Pero sí fue prometedor que el duelo ofreciera esta cara, la de un Tenerife superior y un Alavés menor.

Mientras a los de Ramis les seguía faltando el último pase, los de García Plaza apenas pisaban el área. Eso sí, en su primera aproximación, crearon peligro. Mellot perdió su sitio y Rioja asistió desde la banda para que Guridi rozara el balón sin la puntería suficiente.

El VARy los penaltis

Fue un pequeño sobresalto en medio del monólogo tinerfeño. Los insulares llegaban por un lado y por el otro. Esa era la dinámica de un partido que, de repente, entró de lleno en la sala del VAR. En primer lugar, para que no se señalara penalti una mano de Duarte (11’). Luego, por una falta de Sedlar sobre Garcés dentro del área (12’). El videoarbitraje asomó también para corregir una decisión de Cordero Vega, que había dirigido su brazo al punto de penalti del área tinerfeña en el 21’ al detectar que Nacho había derribado a Tenaglia cuando los dos se disponían al hacerse un balón suelto. La afición local se frotaba las manos ante la oportunidad de que el Alavés recondujera un decepcionante comienzo con un regalo inesperado, pero el árbitro recibió el aviso de que la acción no había sido tan clara. De hecho, la pena máxima terminó convirtiéndose en una falta en ataque y en tarjeta amarilla. El castigo quizás debió ser mayor, ya que el defensa llegó a tocar con los tacos la rodilla de Nacho Martínez.

La polémica tuvo continuidad, de manera más discreta, en una jugada posterior en la que Garcés, otra vez, pidió mano de Laguardia cuando el delantero iba a finalizar un contragolpe, antes de entrar en el área. El árbitro prefirió no pitar y el defensa, que ya tenía una amonestación, respiró tranquilo –acabó siendo sustituido, por si acaso–.

A esas alturas, el duelo se había equilibrado. El Alavés había empezado a salir de la cueva. Su presencia en el campo contrario ya se notaba más, pero apenas inquietaba a una concentrada zaga tinerfeña. Solo el habilidoso Luis Rioja y el potente Sylla se hacían notar algo. Ese tránsito hacia el intermedio fue un anticipo de un segundo tiempo más igualado en el que la moneda, algo caprichosa, terminó cayendo del lado alavesista.

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