Derbi

Como mi padre y mi abuelo

El derbi en la víspera del Día del Padre. Testimonios y recuerdos con una conexión tan especial. Siempre en clave blanquiazul

Jessica y Santiago fuera del estadio.

Jessica y Santiago fuera del estadio. / E. D.

A través de los padres blanquiazules en la víspera de su día más especial, se recalca la figura tinerfeñista que traspasa todas las barreras generacionales. La ilusión y el amor por estos colores se enseña desde casa, y los aficionados lo agradecen con emoción.

De padres a hijos, la pasión por los colores se ha consolidado en los 100 años de historia del CD Tenerife. Para muchos aficionados, el sentimiento blanquiazul se ha traspasado de generación en generación. En todas las casas tinerfeñistas se respira fútbol. Este es el caso de Eduardo, Hugo y Jessica, ejemplos del amor birria.

Como mi padre y mi abuelo

Tres generaciones con Santiago, Hugo y su pequeño. / E. D.

Por los que ya no están. Benito Hernández Rojas, natural de Casas de la Cumbre, falleció en el año 2017 tras una larga lucha contra el cáncer. El cumbrero consiguió abonarse al Tenerife en 1990 tras el ascenso a Primera. En 1995 nació su primer hijo, Eduardo Hernández Siverio. Al poco tiempo, Benito decidió abonarle también. Desde ese momento, padre e hijo no dejaron de acudir juntos al estadio. «Tengo el recuerdo de ser un niño abonado con su padre en la grada. Siempre entrábamos una hora antes de los partidos para poder hablar con los jugadores», recuerda Eduardo. Considera que su padre le inculcó los valores tinerfeñistas de diferentes maneras. «La forma voluntaria fue hacerme abonado desde muy pequeño. La involuntaria son los recuerdos que tengo de él vistiendo la camiseta del Tenerife. No se perdía ningún partido. Verlo llorar de tristeza o de alegría me marcó». Eduardo recuerda muy bien el último partido que vivió Ejunto a su padre. «Fue una victoria contra el UCAM de Murcia a finales de 2016.

Son muchos los aficionados que acuden a cada cita tinerfeñista junto a sus familias

Yo no sabía que ese sería el último partido. Lo disfruté como si fuera un partido más, con mucha alegría. Al menos, se despidió de su estadio con un triunfo del Tenerife», comenta. Una semana antes del playoff de ascenso de la temporada 16/17, falleció Benito Hernández. «Para mí fue un duro golpe no poder vivir eso con él. Era desgarrador.», admite Eduardo. Sin embargo, su hijo quiso rendirle un tributo. «A la camiseta de aquella temporada le puse su nombre en la espalda para sentir que venía conmigo al estadio», declara. Sin atisbo de dudas, Eduardo se ha ocupado de continuar el legado del tinerfeñismo de su padre. «No hay un solo día que yo no entre al estadio y no me acuerde de mi padre. Veo su asiendo vacío u ocupado por otra persona y tengo una sensación extraña. Después de tantos años, no me he acostumbrado a que no esté». Y, además, admira siempre la mayor pasión de Benito: su familia y el CD Tenerife. «Yo sigo pensando que mi padre está detrás de cada gol que marcamos. Él se encarga de darle ese último empujón a la pelota. Su figura como padre y como persona era excepcional, pero como tinerfeñista no habrá otro igual que profese ese amor por el club».

Como mi padre y mi abuelo

Eduardo posa junto a su padre Benito en El Teide. / E. D.

Por los que acaban de llegar. Hugo González Rodríguez, procedente de Santa Cruz de Tenerife, fue padre hace apenas unos meses. Con solo ocho semanas de vida, el pequeño Hugo fue el abonado más joven en el pasado año del centenario. Hugo, fiel blanquiazul, defiende los colores gracias a su padre Santiago González, oriundo de Los Realejos. «Mi padre comenzó a ir al estadio con solo 13 años. Iba junto a mi abuelo en una guagua que salía desde La Orotava», explica. Santiago, tras 30 años como abonado del CD Tenerife, quiso abonar a Hugo al cumplir los 4 años de edad. Este recuerda con emoción su primer partido. «En esa época, los hijos de abonados se sentaban en Tribuna Baja, pero mi padre se ubicaba en General de Pie», aclara. «Recuerdo el empate en la temporada 97/98 contra el FC Barcelona. Ese fue mi primer partido». Tras una operación delicada, Santiago dejó de acudir con su hijo al estadio. Al cumplir los 14 años, Hugo se abonó de nuevo y no ha faltado a ningún encuentro desde entonces. «Ahora disfruto los partidos con mi padre desde casa», comenta. Hace apenas 7 meses, Santiago es abuelo del pequeño Hugo. Su padre, al cumplir 2 meses de edad, lo abonó al CD Tenerife, siendo este el más joven de todo el año del centenario. «Lo llevé a su primer partido el 12 de octubre, en el encuentro contra el Cartagena. Me emociona poder enseñar a amar los colores del club como me enseñó a su vez mi padre», menciona. «Gracias a él, animo al equipo de mi tierra».

Y por los que están. Jessica Sabina acude cada fin de semana al Heliodoro Rodríguez López junto a su padre, José Miguel Sabina. «Empecé a ir con mi padre al estadio con 3 años. Desde ese entonces me enamoré y no he dejado de ir», comenta Jessica. Su padre, fiel abonado desde que tenía 6 años en la grada de Herradura, siempre ha tenido claro su amor por el club en familia. «En casa siempre se ha respirado fútbol. Especialmente con el Tenerife, se ha vivido con mucho amor y pasión. Siempre hemos querido a estos colores por encima de todo. El CD Tenerife es un estilo de vida y yo me crié en ese ambiente, por lo que fue muy fácil adquirir esa pasión. Ser un birria se nace, se lleva en el ADN», aclara su hija. El momento más especial de ambos fue el ascenso a Primera en el 2001. «Yo solo quería celebrarlo en la Plaza de La Paz», anota. «Cada temporada la vivo con más intensidad que la anterior. Llevo 30 años viviéndolo junto a mi padre. Intento aprovechar cada segundo de tinerfeñismo con él. Siempre le estaré muy agradecida por haberme educado tan bien», finaliza en la víspera del Día del Padre.

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