Iván Romero prolonga la racha del Tenerife (1-1)

El delantero sevillano marca el único gol del Tenerife en el partido ante el Racing | Los blanquiazules empatan en El Sardinero y enlazan siete jornadas sin perder.

La celebración del empate.

La celebración del empate. / LaLiga

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Pues ya son siete las jornadas seguidas que lleva el Tenerife sin perder. Desde que cayó en casa ante el Real Oviedo, el 30 de noviembre, no ha dejado de sumar. En esa racha hay más empates (5) que triunfos (2), pero la serie tiene su mérito. Este viernes la alargó con un 1-1 en El Sardinero ante otro de los implicados en la carrera por evitar el descenso. De momento, esa sigue siendo la prioridad del equipo blanquiazul, que, con esta igualada, se asegura repetir el margen de cinco puntos con el decimonoveno o incluso ampliarla en una unidad si la Ponferradina no gana.

El arranque ofreció señales prometedoras, con los dos equipos enchufados. Una salida fría no iba a ser un problema para el Tenerife, que no se lo pensó dos veces en el momento de lanzar su primer ataque. Juego directo, pero a ras de hierba, con criterio. Así le llegó el balón a Garcés, otra vez titular –también Gallego–, sin puntería en el golpeo desde la esquina del área pequeña. El melillense, solo en el remate, avisó de la movilidad de los puntas tinerfeños.

Si había que decantarse por un dominador, era el Tenerife. Sin acosar a un Racing que todavía no había aterrizado en el partido, los de Ramis sí parecían tener las ideas más claras y una mayor verticalidad. Así, Nacho aprovechaba su condición de lateral ofensivo y generaba superioridad por la izquierda. El peligro llegaba por ahí, a falta de que empezaran a entrar en acción Waldo o el citado Enric.

El Tenerife simplificaba los procedimientos, como en sus mejores tardes. Sólido atrás e inquietante en los metros finales. El partido se iba tornando en ganable. De vez en cuando sobresalía Pombo, el faro racinguista, casi siempre bien vigilado por Aitor y Jurado, más agresivos y eficaces en la presión, en la ejecución de la recuperación y la salida al contragolpe, una alternativa por explotar en un encuentro que se prestaba a ello.

Todo estaba saliendo bien –o al menos no estaba saliendo mal–, pero ya se sabe que un partido de fútbol puede dar un giro en cualquier instante. Los regalos se suelen aprovechar. Es justo lo que pasó en un encuentro que tenía pinta de estar controlado por el Tenerife. Pero una mala entrega de Aitor Sanz, recibida por Íñigo Vicente, se convirtió en el primer remate local y en el 1-0. El atacante no solo aprovechó la asistencia no deseada de Aitor, sino que cogió a Soriano mal situado y coló el balón cerca del palo izquierdo (14’).

Mucho castigo para el Tenerife, demasiado premio para el Racing. Puede que sí. Pero este juego va por libre. Y, a menudo, los detalles pesan más que las tendencias. Detalles que no siempre influyen en el desarrollo de los encuentros. Porque el Racing también tuvo su patinazo y no lo acusó. En el minuto 22, un mal control de Dani Fernández le abrió una autopista a Garcés hacia el área. Su pase no fue cazado por Gallego, pero sí por Waldo, que remató demasiado alto desde el punto de penalti (23’). Hasta ahí, la clave se había reducido a la capacidad de cada equipo para sacar rendimiento a los errores del rival. El Racing no perdonó; el Tenerife no fue contundente.

Tras esos dos sobresaltos, el partido avanzó hacia la media hora tal como había empezado. Eso sí, el Racing reforzado por el gol, pensando que el guion se iba ajustando a lo que pretendía, sin la necesidad de tener mucho el balón y preparando algún latigazo. Entretanto, el Tenerife seguía a lo suyo, aparentemente repuesto del golpe del tanto racinguista, ahora con la misión de, al menos, empatar.

Y estuvo a punto de lograrlo en el 30’, pero el árbitro anuló el gol de Gallego por una falta en el salto, justo antes de que llevara un centro de Nacho hacia el fondo de la portería. Las protestas de Ramis y sus jugadores no sirvieron de nada. Ais Reig había visto un apoyo incorrecto en el impulso. Enric acabó sangrando por la nariz y el Tenerife se quedó sin su gol.

El equipo no se rindió. Trató de insistir. Garcés tuvo la igualada en el 34’, también por alto, pero Parera se hizo grande para despejar la pelota a córner. Fue un tramo de ida y vuelta, al menos de área a área, en el que el Racing también se acercó al gol, principalmente con un envenenado remate de Satrústegui (38’) y un cabezazo de Rubén Alves (42’). Atodas estas, el Tenerife iba perdiendo filo poco a poco. El juego directo hacia Enric había dejado de tener el efecto deseado y los extremos y Garcés tampoco lograban hacerse notar.

El intermedio dejó en el aire la duda de si continuar igual, a pesar el resultado, o no. Ramis debió decantarse por lo primero. No introdujo ningún cambio en la pausa.

Sí se modificó un poco el desarrollo. El Racing volvió al campo con la idea de adelantar la presión y no dejar maniobrar al Tenerife con tanta libertad. Lo cierto es que en el arranque del segundo tiempo no ocurrió nada relevante, el balón estuvo más tiempo en el terreno blanquiazul que en el local. Y lo que son las cosas. Cuando los de Ramis se estaban moviendo más lejos del área contraria, llegó la igualada. Garcés enlazó con Gallego y este con Romero, que se las arregló para armar el remate dentro del área y batir a Parera (55’). Un zarpazo para poner las cosas en su sitio. El Racing no estaba siendo tan superior y el Tenerife tan inferior para ir perdiendo.

Tras el 1-1, los cántabros se enfriaron y los tinerfeños cogieron confianza para ir a más. Escenario ideal para decantar el duelo. Waldo emergió con en el 61’ con un ajustado chut que sacó Parera. Y el Racing volvió a entrar en calor con dos chispazos, el segundo para que Pombo pusiera en aprietos a Soriano con un potente remate (64’). El partido recuperó el pulso justo antes de la entrada en el campo de Shashoua y Corredera por Borja Garcés y Jurado. Nadie se conformaba con firmar tablas bajo el chaparrón de El Sardinero.

El encuentro se fue rompiendo de camino al 90’. Ataques a ráfagas de unos y de otros, en medio de faltas e interrupciones. Recta final con más músculo que cabeza y desenlace incierto. En el intercambio de amagos sin pegada, el Racing pidió penalti por una caída de Aldasoro y el VARrevisó una posible falta sobre Sergio en el área contraria. Nada ni allá ni acá. Tampoco en la clara voluntad de los dos equipos de llevarse el triunfo.Más intención que acierto en un eterno alargue que dio paso a la conquista de un valioso punto, otro paso más para coger sitio en la zona tranquila de la tabla.

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