El Tenerife recupera crédito

El equipo blanquiazul vuelve a ganar después de dos derrotas seguidas. Vence con justicia al Alavés gracias a los goles de Teto y Gallego. Sylla le pone emoción al final (2-1).

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Necesario, muy necesario el triunfo del Tenerife ante todo un Deportivo Alavés. Victoria clara y merecida, de esas que llenan el depósito de confianza. Justo cuando, en teoría, se había perdido algo de contenido por las dos derrotas consecutivas ante Las Palmas y Oviedo.

Menos mal. Habría sido inquietante otro escenario. Pero el equipo respondió, y lo hizo ofreciendo la mejor actuación de la temporada, o una de las más completas.

Buen arranque del Tenerife. Dinámico, haciendo el campo ancho, arriesgando con la combinación al toque y procurando darle un ritmo alto al juego. Como contra el Real Oviedo, Luis Miguel Ramis optó por no alienar a dos laterales diestros, sino por poner a cada uno en su sitio, a Mellot en la derecha y a Nacho en la izquierda.

El primer paso estaba dado. El equipo no había salido dormido. Respuesta más que correcta también en intensidad para morder en el centro e incomodar al Alavés con transiciones bien iniciadas pero no tan bien resueltas. Debía ser cuestión de tiempo, de insistir. A esa producción se empezaron a añadir los saques de esquina, uno tras otro (3) y sin ninguna novedad en la capacidad para aprovechar las acciones a balón parado. También será cuestión de tiempo.

El Tenerife estaba siendo superior a un rival dispuesto a ganar para recuperar el liderato de la clasificación. Y no se andaba con rodeos. El plan consistía en ser prácticos y plantarse en el área contraria lo antes posible, como cuando Soriano sacó en largo hacia Iván Romero y Teto terminó encontrándose con la oportunidad de rematar, demasiado alto (11’). Sensación de peligro de los blanquiazules, sin llegar al nivel de acoso, y dificultades del Alavés para llevar el partido a su terreno. Aunque los de Luis García Plaza fueron ganando metros poco a poco, sin que el Tenerife se sintiera intimidado, Soriano se limitaba a estar atento y, como mucho, a atrapar algún centro. Buena señal para un Tenerife al que comenzaba a salirle un plan nada novedoso y eficaz, el mismo que le sirvió para moverse entre los mejores de la Liga pasada. Los espacios que iba dejando el Alavés eran toda una invitación para robar y correr. La fórmula estuvo a punto de funcionar en el 18’, esta vez con una galopada de Nacho y un pase que no acertó a enganchar Enric Gallego.

Eran avisos que confirmaban una prometedora tendencia. Los locales se esforzaban en no dejarle fisuras a un rival con muchos recursos. Ganaban duelos, se anticipaban y ensuciaban la salida de un Alavés centrado en su propósito de ir creciendo en el partido, pero sin la claridad suficiente para ello.

La única pega estaba en que al Tenerife no le daba para ser riguroso y, a la vez, creativo. Si le tocaba elaborar y tratar de sorprender al bloque defensivo del Alavés, le costaba ser igual de profundo. Aunque siempre quedaba el golpe de suerte que suele aparecer de vez en cuando, sobre todo cuando hay perseverancia. El Tenerife lo tuvo a modo de penalti en el minuto 32. Maras, en el intento de despejar el balón, golpeó a Gallego dentro del área. Cordero Vega no tuvo dudas, aunque la jugada se revisó en el VARpor si se había producido un fuera de juego de Iván Romero. Nada. Balón a los 11 metros y duelo entre el especialista Gallego y Sivera. El delantero decidió lanzarlo centrado y a media altura, y el portero no se tiró. La clara ocasión de anotar se convirtió en un centro a las manos del guardameta del Alavés. Chasco.

Pero el disgusto no duró mucho. El Tenerife se repuso y tuvo su premio en el minuto 37. Apertura de Aitor a la banda derecha, centro de Mellot al área, control y dejada de Gallego y remate cruzado de Teto. Imposible para Sivera.

El 1-0 hacía justicia para un Tenerife vencedor en todo, en posesión, en remates, en mordiente –7 a 3 en faltas–... Incluso a la hora de expresar la necesidad de llevarse el triunfo. Nota alta para los blanquiazules en un primer tiempo similar al del encuentro anterior, el del O-1 ante el Oviedo, pero con más fortuna en la definición –a pesar del penalti– y un mayor equilibrio. La preocupación podía estar en que, en teoría, el Alavés debía ser mejor de lo que había visto.

Ramis movió ficha en la pausa. Quitó a Mellot, que había visto una tarjeta amarilla, y puso a Buñuel, tomando el relevo de frenar a Rioja. Misión cumplida. Plaza también retocó la defensa. Mara, fuera, y minutos para Laguardia.

Novedades en los equipos y matices en el desarrollo del partido. El Alavés volvió al campo más agresivo en la presión, decidido a tener el control de una vez por todas, y el Tenerife le cedió la iniciativa, pendiente del menor error para invadir el campo contrario a toda prisa. A los tinerfeños les salió a pedir de boca. En el 50’ se notó el efecto. Recuperación de Aitor en el centro con un Alavés descubierto, conducción en carrera de Waldo y pase a Romero para que abriera un hueco y rematara al palo. El rebote fue a parar a Gallego, que no perdonó. Batió a Sivera para quitarse el mal sabor del penalti y ampliar la renta de los insulares.

Los de Ramis tenían tanta hambre de vencer y convencer, que no levantaron el pie del acelerador. Con el 2-0 terminaron de domar a un Alavés menor, entregado por momentos y aferrado a los cambios que iba introduciendo Plaza. Porque en ataque, nada de nada.

El técnico local también puso de su parte. Nada más y nada menos que refrescando el ataque con Sam Shashoua y Elady por Teto y Romero, ovacionados a su salida por un público que asistía a un triunfo parcial tan trabajado como cómodo. Porque a esas alturas, todavía con 25 minutos para el final, se seguía jugando a lo que quería el Tenerife. Mientras tanto, el Alavés no lograba escapar de la espesura. Tenía la pelota, porque el Tenerife se la dejaba, y se volcaba por las bandas, con todo su potencial, pero casi siempre caía en la trampa, dejando autopistas a su espalda para que corrieran los tinerfeños, nada conformistas. Podía intuirse más el 3-0 que el 2-1.

Y como la noche iba tan bien, Ramis se animó a añadir a otro suplente de lujo, a un Corredera que no jugaba un partido oficial desde finales de septiembre. El gerundense actuó como interior diestro.

Pero no iba a ser tan fácil. En este juego, cualquier detalle puede agitarlo todo, rescatar a un equipo perdido y bloquear al ganador. El Alavés, más por presencia que por empuje, vio algo de esperanza con un rarísimo gol de Sylla. El atacante remató, el balón rebotó en alguien y se coló por encima de Soriano, describiendo una parábola endiablada. Sudor frío en el 81’, angustia inesperada en un partido que tenía pinta de estar amarrado.

El Alavés iba a tener alguna más. Seguro. Estaba asumido. Pasó en un potente chut de Duarte en el 89’. Fijó el punto de mira en la escuadra. Falló por muy poco.

Deseando que el tiempo corriera más rápido –el árbitro añadió 6 minutos–, el Tenerife echó el resto para no ceder en el pulso. El mérito estuvo en no decaer, en no propiciar la remontada, en tirar de oficio. Y también en ser ambicioso. De hecho, el Tenerife viajó en alguna contra más. Elady resolvió una estrellando el balón en Sivera, sin percatarse de que Gallego estaba solo. No llegó el 2-1, pero tampoco el 2-2 ,y eso que el tinerfeño Javi López remató al palo en la última ocasión. Sí, el encuentro pudo acabar en empate. El fútbol suele tener estos caprichos. Pero esta vez, no. No fue tan cruel con un Tenerife que recupera crédito y que, como dice Ramis, todavía está a tiempo de todo. De todo y de nada. Está en sus manos.

Incidencias: partido correspondiente a la decimonovena jornada de LaLiga SmartBank, disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López de Tenerife.

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