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El Tenerife mejora, pero se queda sin gol ante el Oviedo

El equipo de Ramis vuelve a caer tras la decepción del derbi. Los blanquiazules superan en casi todo a su rival, pero no aprovechan los más de veinte remates a puerta generados.

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CD Tenerife - Oviedo Carsten Lauritsen

Se puede perder siendo claramente inferior, dando una mala imagen y casi sin tirar a puerta, como le pasó al Tenerife el sábado en el derbi, y también teniendo el balón y generando más de veinte remates a puerta, como le ocurrió ayer al equipo de Luis Miguel Ramis contra el Real Oviedo (0-1). Dos derrotas diferentes, pero derrotas, al fin y al cabo. Un cero de seis puntos en cuestión de solo cinco días que apaga lo que parecía un despertar a tiempo del Tenerife como aspirante a algo más que a la permanencia.

Este tropiezo sin reproches tuvo una puesta en escena prometedora. Sin alardes, pero sí con firmeza, ideas claras y la intención de decantar el pulso lo antes posible. Funcionaba todo: velocidad y precisión en el toque, control en el doble pivote formado por Aitor y Jurado, profundidad en las bandas, movilidad por parte de los atacantes, esta vez sin Gallego en el once... Como muestra, un centro chut de Nacho que convirtió en saque de esquina Braat o una volea desde la frontal del área de Romero, con idéntico desenlace, un córner. El Oviedo, disciplinado, modulando el bloque defensivo a su conveniencia, se aplicaba en la misión de soportar el chaparrón. Lo de atacar, para otro momento.

Y el Tenerife no levantaba el pie del acelerador. Insistía, principalmente por la izquierda, con Nacho como un extremo más y Waldo fino y rápido. La perseverancia iba dejando ocasiones a cuentagotas, un balón cazado por Sergio sin ángulo, un par de intentos de Waldo y Garcés... Hasta se llegó a cantar el gol en la grada en el minuto 20, por el efecto óptico de un remate de un enchufado Waldo al lateral de la red. Los locales ya iban mereciendo el 1-0.Por su parte, el Oviedo se limitaba a protegerse, con sus carencias, sobre todo en el carril defendido por Lucas y Sesé.

La tendencia no varió. El Tenerife no tenía la intención de que así fuera y su rival no sabía evitarlo. Superioridad blanquiazul con un constante goteo de oportunidades. Teto se sumó con un chut en el 24’, Garcés rozó un peligroso centro desde el carril izquierdo y Jurado elevó los decibelios con una espectacular volea que salió por muy poco, con el portero siguiendo la trayectoria con la mirada. Ocasiones y saques de esquina, porque los de Ramis llegaron a lanzar seis en la primera media hora –15 en total–. Esta sigue siendo una de las asignaturas pendientes, o una de las alternativas a explotar. Nada desde el córner.

De camino al descanso, justo tras una pausa en la que Mellot tuvo que ser atendido por una dura entrada de Obeng, el duelo se igualó un poco. El balón no circulaba con tanta frecuencia cerca del área visitante, sino por el centro del campo. Un respiro para el Oviedo, que aprovechó el momento para adelantar líneas y ajustar la presión con el propósito de alejar la amenaza tinerfeña y ganar metros. Un progreso sin el menor problema para Soriano, que seguía el desarrollo del juego casi como un espectador más. Esa comodidad se alteró levemente con el primer remate del Oviedo, de David Costas, flojo, tras un córner. A las manos del portero (42’).

En un último arreón antes del intermedio, Waldo Rubio volvió a tocar a la puerta del gol. Finalizo sin precisión una jugada individual de Mellot, de nuevo en su posición natural, la de lateral diestro.

Pero no hubo suerte, faltó puntería en un primer período en el que el balance de 10-2 en el número de remates a puerta por parte de cada equipo fue significativo. En el análisis parcial, excelente resultado para el Oviedo y cortísimo para un Tenerife superior en todas las fases, menos en la definición.

Cervera detectó la fuga y le puso remedio reforzando el costado derecho con la entrada de Bretones por Sesé. A partir de ahí, sin avisar, un par de zarpazos en al arranque del segundo tiempo. Y menuda contundencia. De entrada, una internada de Lucas frente a una débil respuesta de Waldo, con un córner como premio, y una segunda acción finalizada con otro saque de esquina que le dio un giro radical al partido. El balón fue a parar al área pequeña, nadie acertó a despejar y Costas se anticipó para colar el balón en la portería, a pocos metros de Soriano (0-1, 52’). El equipo asturiano había necesitado muy poco, casi nada, para adelantarse. Mala noticia muy mala, para un Tenerife al que no le había servido de nada ser mejor y que ahora estaba obligado a remontar ante un rival que, precisamente, se siente cómodo contrarrestando, manejando los tiempos. Vamos, como el Tenerife.

La reacción fue inmediata. Corazón y rabia para amortiguar el inesperado golpe. Ahí emergió Waldo con un chut cruzado que sacó Braat (54’). Sin saberlo, su última aportación. Los de Ramis se apuraban para reconducir la situación, con más imprecisiones que antes, producto de las prisas, y ya con las primeras sustituciones a la vuelta de la esquina. Los blanquiazules necesitaban ideas frescas y accedieron Sam Shashoua y Enric Gallego por Waldo y Garcés.

El londinense dejó su sello en una conexión Iván Romero para que el atacante cedido por el Sevilla ajustara el balón al palo, con la certera intervención de Braat como único obstáculo (64’). El Oviedo había crecido con su ventaja en el marcador, viendo cada vez más próximo su primer triunfo a domicilio con Cervera en el banquillo, pero el Tenerife no estaba dispuesto a firmar la rendición. Por empuje y por acumulación, los blanquiazules lo seguían poniendo todo de su parte para tratar de empatar. Muy pocas veces, o nunca en esta temporada, había corrido tan rápido el contador de ocasiones de gol. Siguieron cayendo una tras otra, un cabezazo de Enri9c, tres remates seguidos de Jurado, Nacho y Sipic, otro de Sam, uno más de Nacho... Los de Ramis golpeaban y golpeaban, pero sin hacer el daño suficiente. El Oviedo, como un boxeador contra las cuerdas, aguardaba para sacar un sacar alguna mano ganadora a modo de contragolpe. Se avecinaba una recta final frenética, cada vez con más argumentos ofensivos en el césped. Dauda aumentó el potencial a falta de 15 minutos para el 90 poco antes de que Ramis agotara las ventanas sustituyendo a Nikola Sipcic, aparentemente lesionado, por Carlos Ruiz.

En un abrir y cerrar de ojos, el partido había entrado en el sprint definitivo. Y la sensación era de que el Oviedo ya empezaba a llevar el control. A su manera. Sin la necesidad de tener el balón, pero desesperando a un Tenerife con síntomas de agotamiento y falta de frescura, a pesar de los cambios. Era cuestión de insistir, de encender una chispa de genialidad, de compensar de una vez la mala suerte acumulada en el disparo... Pero hay días en los que no hay manera. Por mucho que se intente. Otro ejemplo estuvo en el remate de cabeza de Carlos Ruiz en el 85’. Solo, en el segundo palo. En otra noche, quizás habría entrado. Dauda quemó las opciones con la misma suerte que sus compañeros, ya a la desesperada, con el cronómetro avanzando a favor de un Oviedo que fue capaz de desenvolverse para llevarse un botín demasiado generoso por lo expuesto por cada equipo. Otra manera de perder, sin reproches, pero derrota en un mal momento.

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