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«Un trato tercermundista»

El presidente de la Federación de Peñas lamenta que los 690 desplazados no hallasen «ni agua ni baños en condiciones»

Aficionados blanquiazules, anoche en Siete Palmas. | | E.D.

De la resignación a la indignación. Los aficionados blanquiazules presentes en el Gran Canaria denuncian que no recibieron un trato acorde a lo que se espera de un club vecino. Y lo pondrán en conocimiento del colectivo nacional de peñas.

«Seremos menos, gritaremos más». Los 690 únicos blanquiazules que tuvieron opción a ocupar una butaca en el Gran Canaria quisieron cumplir a rajatabla con la consigna expresada días atrás por Luis Miguel Ramis, quien en vísperas del gran duelo se mostraba convencido de que la embajada tinerfeñista ofrecería en Siete Palmas tantos decibelios blanquiazules, pasión y entrega como en clásicos anteriores.

Fue un derbi diferente, entre otros motivos por la coincidencia con el Mundial y la franja horaria nocturna, que obligó a un regreso tan tardío que se produjo de madrugada, a las tantas. Antes, hubo que salir de Santa Cruz por la tarde, a las cuatro, hora a la que ya se encontraba una auténtica multitud en el muelle de la capital lista para el desplazamiento entre islas. De Agaete a la guagua; y a continuación al estadio. La peregrinación de siempre pero con un destino diferente: la nueva ubicación (cerca de los Ultra Naciente) que Las Palmas había determinado para la afición visitante.

Fue entonces cuando surgieron las primeras quejas. Ya no por el reparto exiguo de localidades para la afición blanquiazul, sino por el trato recibido en el coliseo grancanario. «Está siendo tercermundista», denunciaba el presidente de la Federación de Peñas, Fran León, quien ya durante la semana se había expresado de forma nítida y vehemente. «Parece que se quieren cargar el derbi y la fiesta del fútbol canario», había manifestado tras conocer la asignación de tan solo 690 billetes para aficionados y peñistas del Tenerife.

Ayer, una vez en el estadio, el portavoz de los colectivos de animación fue mucho más allá en sus declaraciones. «Éste no es el campo merecido en un campo rival. Y mira que hemos viajado por la Península. Pero en un estadio de una isla vecina, es lamentable que se nos trate así», dijo tras constatar que no tenían opción para comprar botellas de agua, ni datáfonos para pagar, tampoco baños en condiciones para los casi 700 seguidores desplazados desde Tenerife. Según anticipó, pondrán esta situación «lamentable» en conocimiento de Aficiones Unidas, el colectivo nacional de peñas.

Como es habitual en este tipo de clásicos, la mayoría de seguidores blanquiazules optó por la vía marítima pero también hubo muchos que eligieron el avión para llegar a Gran Canaria. Por tal motivo desde muy pronto se llenó el aeropuerto de Los Rodeos de bufandas, banderas y cánticos blanquiazules en la cuenta atrás hacia el partido, que se hizo eterna por el horario del derbi. Y por las ganas que había de aparcar las polémicas y centrarse en el fútbol. Luego, el balón dictó sentencia. Pero las heridas quedan abiertas para la vuelta. «Como si no nos dan ninguna entrada», ha verbalizado el presidente Ramírez. No está claro si habrá también 690 entradas para la afición amarilla; o si serán menos. La herida anoche quedó abierta. ¿Concordia? Hasta cierto punto.

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