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El Tenerife, desaparecido en el derbi

Derrota justa y clara del equipo blanquiazul ante una UDLas Palmas superior y lanzada con un doblete de Pejiño. Mala respuesta competitiva, concesiones atrás y una pobre producción en ataque de los de Ramis.

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Derbi canario: UD Las Palmas - CD Tenerife JC GUERRA

De los muchos derbis que se podían prever, seguramente no entró en los cálculos de casi nadie uno en el que el Tenerife compitiera tan mal como ayer, porque, precisamente, ese debía ser su principal valor. Porque no estuvo a la altura necesaria en el balance defensivo, ante una Unión Deportiva superior con el balón, y no generó nada en ataque. Un Tenerife desaparecido, distante del que convenció en los triunfos contra el Burgos y el Huesca, aguantó como pudo, achicando agua, hasta que Pejiño abrió una cuenta que él mismo aumentó con otro gol.

Si en cualquier partido el momento de conocer la alineación titular es como cuando se abre un regalo, en el derbi esa expectación es mucho mayor. Los clásicos lo hacen todo más grande. Todo. Y una hora antes, ese aperitivo sirvió para responder muchas de las preguntas que se habían hecho durante la semana. Por ejemplo, la de si Luis Miguel Ramis iba a sorprender con algún retoque inesperado. Y así fue, según se mire. La entrada de Elady no estaba en muchos pronósticos, pero se trata de un jugador que durante la temporada anterior fue noticia cada vez que no jugó de inicio. El jienense comenzó el curso condicionado por una lesión y reapareció hace poco más de un mes dispuesto a recuperar el terreno perdido. Con hambre, mucha hambre de fútbol. El premio, su inclusión en el once del derbi. Y no fue la única novedad. La otra, Javi Alonso, que pudo debutar en un clásico, lo mismo que Teto. De los nueve titulares del triunfo ante el Huesca salieron Jurado y Romero.

Ya con el balón en movimiento, dos faltas en 20 segundos, una la cometió Elady y otra, Viera. Tensión calibrada a la altura de tanta rivalidad. En cuanto a intenciones, más o menos lo esperado, los amarillos tratando de imponerse con el balón y los blanquiazules alerta, ganando duelos y recuperando balones con la firme voluntad de pisar el campo rival. Un arranque concentrado en la franja central. Zona neutra en la lucha de estilos diferentes, muy marcados.

García Pimienta había recetado paciencia y sus futbolistas recibieron el mensaje. No tardaron en amasar las primeras jugadas largas. Un pase tras otro, en horizontal, avanzando poco a poco y buscando el menor resquicio, como el que encontró Viera para propiciar el primer remate, de Moleiro, cruzado y con poca potencia. Soriano atrapó con autoridad.Un aviso ante el que no se descompuso el Tenerife. Siguió a lo suyo, sin salir de un guion que dejó espacio para una primera acción inesperada a modo de error, una mala entrega de Carlos Ruiz con ventaja para Moleiro. Error y corrección inmediata del defensa granadino. De una manera o de otra, el peligro asomaba con el color amarillo. Así, si el Tenerife robaba, lo hacía demasiado lejos de la meta local.

Estilos aparte, en unos y otros faltaba canalizar las energías, bajar revoluciones y despejar el camino. Eso sí, la Unión Deportiva insistía, sobre todo por el costado derecho, el defendido por Buñuel.

Por ese costado, Moleiro emergió como el atacante más incisivo. En el 14’, acción individual con pase atrás a Viera, que se encontró con la oposición de Soriano. Buen remate al primer toque, mejor parada del guardameta sevillano.

El extremo tinerfeño no se bajo de la ola y, a renglón seguido, protagonizó otra conducción generosa: pase a Pejiño y, para variar, eficaz intervención de Soriano (15’).

Buñuel sufría con Moleiro y Mellot, a pierna cambiada, con Pejiño. Al cuarto de hora, la mejor para el Tenerife era el resultado.

Quince minutos más tarde, la sensación era similar, ya que, entre otras cosas, Domínguez era un espectador más. Pero en el proceso, el Tenerife logró domar un poco más a la Unión Deportiva. Ajustó la presión y no perdió el orden. El resultado fue una respuesta defensiva todavía más consistente para, al menos, ensuciar la creación grancanaria y lograr que las cosas pasaran lejos de la zona de influencia. Puede que al Tenerife le interesara que se aplicara un fútbol lento, pero no a Las Palmas, que quizás empezó a llevar al límite su idea de ser paciente. Demasiado, cada vez con menos ritmo, sin el vértigo que sí hacía daño.

Y a poco que pisó el acelerador, que se juntaron Viera y Loiodice para saltar el muro con talento, llegó el 1-0. Merecido. Taconazo Enzo para dejar solo a Pejiño. Soriano ya había hecho mucho. No pudo ni tocar el potente remate (39’).

De camino al descanso volvió a aparecer Soriano para impedir el 2-0, esta vez tras un chut de Marc.

Si antes, el empate sin goles tenía pinta de buen resultado, el 1-0 tampoco era un mal negocio para el Tenerife, visto lo visto. Que Las Palmas hubiera llegado al descanso con un 72 por ciento de la posesión del balón no fue nada inesperado, pero sí que los de Ramis no tiraran ni una vez a puerta. A los blanquiazules no les vino bien fiarlo todo a su solidez, sobre todo ante un rival que se las arregló para generar llegadas suficientes.

Para empezar a arreglarlo, Ramis movió piezas en la defensa. Sipcic por Carlos en el intermedio. A simple vista, no fue un cambio que modificara el rumbo de un partido que continuó con Las Palmas mandando, ahora con menos prisas, pero inclinando el campo su favor. Y del Tenerife, poco. Apenas un remate de Waldo disparo tapado por la defensa en el 48’. Al menos, la voluntad de finalizar.

Para añadir picante, se revisó en el VAR un posible penalti de Sipcic por manos a tiro de Cardona (53’). Nada. No se corrigió la decisión del árbitro y continuó el juego.

Pero el Tenerife sí recibió un verdadero golpe en el 56. Otra vez Pejiño. Jugada personal, jugadón, disparo desde unos 30 metros y golazo pegado al palo izquierdo de Soriano. Maniobra preciosa, pero facilitada por la gélida respuesta defensiva del Tenerife. Imperdonable por el momento y por el partido en sí. Media hora por delante y riesgo de dura goleada.

Con el 2-0 y fiesta en la grada, menos en el sector blanquiazul, Las Palmas se dio un respiro, se dosificó para lanzar zarpazos ante un Tenerife desconcertado y, a la vez, obligado a reaccionar. Lo buscó Ramis metiendo a Iván Romero y a Dauda. Pólvora en ataque en un arma con el cañón taponado.

El clásico se le fue haciendo largo al Tenerife, muy largo. De hecho, el tercer tanto local parecía estar más cercano que el primero visitante. A pesar de la buena actitud de los citados Duda y Romero. Y con la dificultad añadida de la velocidad del eléctrico Marvin Park. Eléctrico y un poco tragón.

Mucho más eficaz fue Andone en un mano a mano con Soriano. El rumano convirtió una recuperación amarilla en el 3-0 (88’).

Así se fue apagando un derbi decepcionante, para olvidar, en el caso del Tenerife. Paso atrás de un equipo que no termina de avanzar con la regularidad de un aspirante. Toca evaluar los daños y seguir.

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