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El CD Tenerife, perdido en los empates
El Tenerife encadena cuatro jornadas avanzando de punto en punto. Deja su puerta a cero ante el Cartagena, pero no consigue imponerse.

Partido de Liga CD Tenerife-FC Cartagena / Andrés Gutiérrez

Empezando por los números, que en la décima jornada no son poca cosa, el Tenerife tiene el mérito de haber consumido la segunda mitad del camino recorrido sin derrotas, pero con una única victoria, la que dio paso a cuatro empates consecutivos, incluyendo el de ayer con el Cartagena. En definitiva, 11 puntos que equivalen a un lugar en la mitad de la tabla.
En cuanto a las sensaciones, el Tenerife sigue sin imponerse de verdad, no tanto en el resultado, sino en el juego. En el Rodríguez López, sobre todo, se echa en falta una mayor continuidad y presencia. El equipo tiene sus momentos, pero no parecen suficientes para terminar de ganar los pulsos. Ayer, por ejemplo, se asomó al triunfo en la segunda mitad con un rato de empuje y un remate al palo de Dauda como mejor ocasión. Con más acierto en un tramo como ese, lo más probable es que el desenlace hubiera sido otro. Pero esos chispazos no tuvieron el efecto deseado. La mala puntería, las prisas, el desgaste de algunos, la falta de ritmo de otros que vienen de lesiones, y que hay un rival enfrente, no ayudaron para que los tinerfeños superaran a un Cartagena que sobrevivió como pudo cuando le tocó sufrir y que también tuvo sus opciones para ganar.
La cita con el mejor visitante de Segunda empezó con noticias en la alineación local. Se esperaban cambios, por el plan de partido en sí y por la acumulación de tres encuentros en ocho días –Albacete, Cartagena y Granada–, y Ramis no se quedó corto. Solo repitieron cuatro de los titulares en el Belmonte: Soriano, León, Appiah y Romero. Se quedaron fuera fijos como Nacho, Mellot, Aitor o Gallego, y entraron Buñuel, Sipcic, Andoni –sustituido en el descanso–, Larrea, Jurado, Teto y Garcés.
Con esta revolución, el Tenerife trató de ajustarse al tipo de guion que tantas alegrías le dio la temporada pasada, aquel consistente en ser fiable en defensa, agresivo en la presión y contundente en su pegada. Por las características del oponente, la tarde se prestaba a ello. Porque el Cartagena es amigo de tener el balón, ganar metros con un fútbol elaborado e incluso arriesgar en la construcción. De esa manera, se ha situado entre los mejores de la categoría. Eso sí, ayer no le sirvió de mucho en una primera parte en la que concentró su posesión entre la línea del centro del campo y la frontal del área tinerfeña, en zona de poca influencia. El Tenerife tampoco estaba incómodo con la idea de ir cocinando el partido a fuego lento. Una mala entrega de León y una genial maniobra de Teto con un posterior resbalón de Romero, sacudieron un comienzo plano.
Mientras que el Cartagena jugaba con una presión adelantada, pero sin filo, el Tenerife buscaba la manera de estirarse. Los cambios de orientación dirigidos a Andoni eran un recurso, pero el arma principal no funcionaba: el equipo recuperaba demasiado lejos de la portería rival y los mediocentros no participaban en la creación.
La opción de Appiah tampoco era esperanzadora. Es rápido y tiene desborde, pero no destaca si no encuentra espacios. Se lució con un taconazo a Andoni y se apagó.
El duelo entró en un constante intercambio de imprecisiones y no se registró un tiro a puerta –fuera, en realidad– hasta que Calero probó suerte en el minuto 24.
La respuesta llegó en una acción aislada. Pero ya se sabe que el Tenerife necesita poco para asustar a los adversarios. Un balón largo fue a parar a Romero, que estrelló el balón en Escandell (26’) ante la desesperación de Garcés, que esperaba el pase libre de marca.
El melillense protagonizó la siguiente tras recibir un pase de Jurado. De nuevo, Escandell intervino para evitar el gol (38’). Sin generar mucho, el Tenerife había terminado la primera parte con razones para pensar que el 0-0 podía ser injusto. Pero también para ser autocrítico y llegar a la conclusión que debía poner una marcha más si quería conseguir el triunfo.
La segunda fue diferente. De entrada, Ramis metió a Nacho por Andoni López –explicó en la sala de prensa que el lateral vasco había tenido molestias durante la semana–. El exfutbolista del Valladolid se desenvuelve en el campo como un atacante más. Se notó.
Independientemente de esta sustitución, el Tenerife regresó al césped mostrándose más agresivo y decidido. En los minutos iniciales, logró acosar a un Cartagena que supo entender que era el momento de aguantar el chaparrón. El rival no acertaba a ser concreto en sus transiciones, cada vez menos frecuentes. Nacho dio profundidad por la banda izquierda y el equipo insistió con varios saques de esquina. De repente, el partido empezó a teñirse de blanquiazul.
El impulso duró lo que duró. Poco más de diez minutos. Pasado ese rato, el Cartagena se reencontró con el balón y le aplicó al juego una pausa necesaria para sus intereses. Ese giro deparó un susto en el área tinerfeña (56’). Jansson le ganó la espalda a Buñuel y metió un pase al corazón del área hacia Sadiku, que se lanzó al remate cometiendo falta en ataque. Un aviso de que no iba a ser tan fácil.
Lo peor fue que el conjunto entrenado por Luis Carrión fue a más y que el Tenerife se fue enfriando. Peligroso panorama con más de media hora por jugarse. Los visitantes aprovecharon esta etapa para fabricar otra ocasión clara, un remate a media vuelta de Borja Valle ante el que respondió Juan Soriano con un paradón (58’). La preocupación volvió a la grada.
Fue entonces cuando Ramis decidió poner combustible con la entrada en el campo de dos titulares habituales, Aitor y Mellot, y con otro que lo será, Mo Dauda, ya recuperado de su lesión pero sin base para jugar los 90 minutos.
Aitor revitalizó la sala de máquinas, Mellot abrió un pasillo por el costado derecho y Dauda entró enchufado. El juego se volcó por la banda izquierda y el Cartagena volvió al plan sufridor con la fortuna de que a los locales les faltó la puntería, o no tuvieron suerte, como cuando Dauda tiró al poste después de que Escandell despejara un remate de Teto (64’) tras un contragolpe de Romero. Ahí estuvo el partido para un Tenerife que lo siguió intentando, aferrándose a las soluciones que aportaban los recién incorporados al duelo. A renglón seguido, Romero protagonizó una doble oportunidad sin que cambiara la fortuna.
Sin tiempo que perder, Ramis añadió más madera con Gallego. Era cuestión de perseverar, de pisar el acelerador. Pero no hubo claridad. Los remates chocaban una y otra vez contra los defensores.
Aunque quedaba margen, ocurrió menos de lo esperado en las áreas, solo un gol anulado al Cartagena por fuera de juego de Musto, en una acción a balón parado mal defendida, y un remate cruzado de Nacho a las manos del portero en el tiempo de alargue (93’). Otro paso corto de un Tenerife, que el domingo recibirá al Granada.
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