Miguel Concepción se prepara para el adiós al mandato más largo de la historia blanquiazul. El dirigente palmero accedió a la presidencia un miércoles de 2006. Hace ahora más de 16 años, una junta general le convirtió en el vigésimo segundo máximo mandatario del club del que ya era máximo accionista.

Según ha recordado en numerosas ocasiones, se logró entonces «un compromiso» por parte de varios empresarios para intervenir en una de las crisis económicas más sangrantes de la historia del representativo. No obstante, ninguno de los inversores locales convocados por Paulino Rivero –entonces presidente de Coalición Canaria– hizo hacerse con las riendas de la institución.

Concepción, quien había prometido en una entrevista en La Opinión de Tenerife que no daría la espalda al club –al que había apoyado de forma intensa durante la presidencia de Víctor Pérez Ascanio– dio un paso al frente. Su primer consejo de administración tuvo a Pedro Luis Suárez como vicepresidente; y entre los consejeros ya estaba Conrado González Bacallado, que le acompañará hasta el final de sus días en el representativo.

El dirigente palmero conformó un grupo de trabajo en el que recurrió a Juan Amador como gerente, Javier Armas como director del área de Comunicación y Alfonso Serrano como la primera de sus apuestas en la dirección deportiva. Una de sus primeras determinaciones fue prescindir de David Amaral para el banquillo y reemplazarlo por el alemán Bernd Krauss.

16 años más tarde, el principal logro de la presidencia de Concepción es haber dotado al club del orden y la estabilidad económica que entonces no tenía. La deuda se ha rebajado desde los más de 54 millones de euros a cifras «mucho más manejables», precisa el empresario, propietario de Traysesa y Canal 4, entre otras sociedades.

Entre sus momentos más felices en la presidencia está incuestionablemente el último ascenso a Primera División, logrado de la mano de José Luis Oltra y una delantera inolvidable, conformada por Nino y Alfaro. El partido final, con victoria en Girona, trajo consigo una extraordinaria manifestación de felicidad en toda la Isla.

Y frente a aquellos momentos inolvidables, otros que lo fueron también, pero por tristes y casi deshonrosos: la caída en picado desde Primera a Segunda; y a continuación a la categoría de bronce, donde el Tenerife permaneció por dos temporadas consecutivas. No fructificó el primero de los intentos (con Pedro Cordero a los mandos) para reflotar al club en el área deportiva; pero sí el segundo, con una apuesta netamente canaria y un dueto que carburó a las mil maravillas, al menos aquel año: Quique Medina en los despachos y Álvaro Cervera como entrenador.

Concepción podría irse con la imborrable imagen de un Heliodoro lleno hasta la bandera en la última promoción contra el Girona. Por dos veces (2017 y 2022) se resistió el ascenso en el último partido del playoff. Hace ahora cinco años, contra el Getafe en el Alfonso Pérez; y hace solo unos meses, en casa y ante una afición completamente entregada cantando el nuevo himno en una extraordinaria demostración de tinerfeñismo.

El jerarca isleño siempre manifestó su voluntad de irse después de sacar adelante los proyectos de la Fundación del CD Tenerife, entre ellos la apertura de una sección femenina para el club; y la reinauguración de la Ciudad Deportiva Javier Pérez, prevista para octubre. Concepción puede irse con dos propósitos conseguidos: haber sido el presidente que sopló las 100 velas blanquiazules para conmemorar un siglo de fútbol; y haber rebasado los días en el cargo del dirigente más significativo de la historia de la institución, Javier Pérez.