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Levante - CD Tenerife: reacción insuficiente (2-0)

Un Tenerife con buenas maneras de entrada, se diluye tras encajar el primer gol del Levante y termina entregado y con un futbolista menos por la expulsión de Aitor Sanz

Reacción insuficiente LaLiga

Un contratiempo en forma de gol –de golazo–, pasada la media hora de juego, fue demasiado para el Tenerife en el Ciudad de Valencia. Pasó de realizar un tramo inicial más que correcto, e incluso prometedor, a mostrarse impotente en su intención de reaccionar para, al menos, sumar un punto ante un Levante que consiguió la primera victoria –y sus primeros goles– de la temporada. Generó poco en ataque tras el 1-0, encajó un segundo tanto, una vez más a balón parado, y terminó el encuentro con un futbolista menos por la expulsión de Aitor Sanz en el tiempo de alargue.

La primera parte estaba siendo convincente por parte del Tenerife, hasta que Cantero rompió el equilibrio en el 33’. ¿Error defensivo?¿Acierto del atacante? Un poco de cada. Al Levante le estaba costando elaborar, ganar metros en medio del entramado protector de los blanquiazules, pero a base de intentarlo, sin prisas y evitando caer en la tentación de abandonar su rigor táctico, encontró una vía. Buena pared en el centro, pantalla de Wesley captando la atención de Carlos Ruiz y José León, e irrupción de Cantero, aprovechando el hueco que había dejado Nacho. El balón se coló cerca de la escuadra de manera violenta. Soriano no pudo hacer nada. Hasta ahí, el Tenerife incluso estaba siendo superior. A su manera. Su plan no estaba saliendo nada mal. No tenía ningún inconveniente en manejar el balón con posesiones largas y maduraba cada jugada con paciencia, tirando de cambios de orientación, tratando de profundizar –sobre todo– por la banda izquierda, con la vocación de Nacho, la chispa de Dauda, la visión de Sam, la presencia de Enric...No era mucho, pero sí suficiente para meterle algo de miedo en el cuerpo a un rival más espeso, aparentemente sin la misma claridad de ideas que el Tenerife. Un duelo táctico que se acabaría desnivelando por un detalle, como tantos.

Como si hubieran firmado un pacto, el control pasaba de un lado a otro por turnos. Se palpaba el respeto del Levante hacia un Tenerife que, por recursos y capacidad para leer mejor cada situación, iba llevando el encuentro a su terreno. Cerca del cuarto de hora, acarició el gol en las botas de Gallego, que metió la pierna para culminar una jugada elaborada, desde el medio al costado izquierdo, por León, Shashoua y Nacho. Poco después, el representativo exploró la alternativa de los contragolpes, pero Gallego no encontró rematador en un centro desde la banda izquierda. Los visitantes iban dando señales de que estaban ganando el pulso, cada vez con más confianza, ahogando a los locales con ayudas, evitando los ataques limpios.

Pero, poco a poco, el conjunto de Mehdi Nafti se fue adueñando del balón, y también fue moviéndolo más cerca del área tinerfeña. Así, Cantero avisó con un centro chut que atrapó Juan Soriano (25’). Lo siguiente fue el gol. Durante un tramo, no ocurrió nada relevante. El tiempo avanzaba dándole la razón al Tenerife, pero el Levante supo concentrar todo su potencial en una jugada determinante. Un par de pases, la ayuda de Wesley y la pegada de Cantero: 1-0 en el 33’.

Un partido con pinta de empate se le había puesto de cara a un Levante que no había marcado en las dos primeras jornadas del calendario. La cosa pudo ser todavía peor antes del descanso. Soriano, normalmente seguro por alto, falló en su propósito de atrapar el balón tras un saque de banda y facilitó el cabezazo de Wesley, quien dirigió el balón hacia la portería con el único obstáculo de la presencia de Carlos Ruiz, salvador en la línea de gol (43’). La respuesta llegó en el 45’ con un chut raso de Nacho que el propio defensa granadino estuvo a punto de desviar hacia la portería.

El Tenerife tenía todo el segundo tiempo por delante para intentar, al menos, puntuar en el Ciudad de Valencia. Pero apenas inquietó a Cárdenas. Para colmo, el panorama se le complicó enseguida por una lesión de Jurado. Aparentemente, un pinchazo muscular. En el 51’, el mediocentro pidió su sustitución y Ramis optó por cubrir la vacante con otro jugador defensivo, Sergio González. Un contratiempo que, en cualquier caso, no debía bloquear al Tenerife. Pero lo cierto es que fue el Levante el que, ordenado, firme en su campo y recurriendo a la recuperación y el contragolpe, volvió a generar peligro; esta vez con un potente disparo de Montiel tras una falta centrada que chocó con la oposición de Soriano.

Pasaban los minutos y no ocurría nada relevante en el área local. Mala señal para un Tenerife obligado a arriesgar. Ramis probó con su primer cambio ofensivo, la entrada del debutante Borja Garcés por Waldo. A la par, metió a Teto en el lugar de un agotado Shashoua.

Estos movimientos no desestabilizaron a un Levante cómodo en su papel. Como mucho, sufría de manera puntual en alguna maniobra a balón parado, como la que activó Nacho colgando el balón con rumbo a Carlos, quien se estiró para poner a prueba al portero (76’).

Los blanquiazules se mostraban tibios en su intención de reaccionar, mientras que los granas trataban de sacar el máximo rendimiento a las transiciones rápidas. La más clara la propició Jérémy Mellot, dejando un tres contra dos en el campo tinerfeño. El mismo lateral francés se encargó de arreglarlo (77’).

Y si el partido se le había puesto cuesta arriba al Tenerife, ya fue una misión imposible con el 2-0. De nuevo, como en la derrota en Ipurua y el empate con el Lugo, el representativo encajó un gol a balón parado, en un saque de esquina (81’). Mustafi se adelantó a su marcador, Aitor, remató una vez de cabeza, con la ágil respuesta de Soriano, y repitió a continuación con el guardameta sevillano ya batido.

De ahí en adelante, con Nikola Sipcic y Thierno en el campo como suplentes, el Tenerife fue perdiendo la fe, sobre todo tras la expulsión de Aitor Sanz, quien recibió la segunda tarjeta amarilla en el tiempo añadido. Los blanquiazules, resignados, terminaron entregados.

Pasadas ya tres jornadas de Liga, el balance es de un punto de nueve. Si bien en las dos primeras mereció más de lo que consiguió, ayer estuvo más lejos de llevarse algún premio en el campo de un Levante candidato a subir por la vía directa. En Eibar fue un VAR milimétrico, contra el Lugo el giro provocado por la expulsión de Corredera, ayer una reacción insuficiente. A los de Ramis les toca curar las heridas y volver al camino para tratar de estrenar su cuenta de victorias el sábado en casa contra el Racing.

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