Empate con sabor a derrota. No por el juego, sino por el resultado. El partido de este domingo en el Rodríguez López fue de esos que si se disputan diez veces, cae en nueve a favor de los locales. Porque el Tenerife fue muy superior al Lugo hasta que se quedó con un futbolista menos por la expulsión, con tarjeta roja directa, de Alexandre Corredera, en el minuto 59: una entrada en plancha con la intención de llegar al balón. Hasta ese momento, había merecido ir ganando por más de un tanto, pero en esa faceta solo acertó José Ángel Jurado para adelantar a los blanquiazules en el 36’.Si no amplió su ventaja fue por la crucial actuación del guardameta visitante, Óscar Whalley, que evitó más de un gol cantado y mantuvo vivo a su equipo. Y cuando parecía que el triunfo estaba controlado, el encuentro dio un giro inesperado, no solo por la salida del campo obligada del 6 tinerfeñista, sino por la reacción de un Lugo que aprovechó ese momento para igualar. Otra vez, como en Ipurua, el Tenerife encajó a balón parado. No es por comparar, pero, como ocurrió en muchas jornadas caseras de la temporada anterior, al representativo se le escapó ayer un partido ganable en el Heliodoro.

Para empezar, Luis Miguel Ramis dio continuidad al once de la primera jornada de Liga, con la excepción de la entrada de Carlos Ruiz por Sergio González. Con las bajas de Borja Garcés y Elady –sin contar las de Javi Alonso y Larrea–, y con Míchel Herrero en la rampa de salida, las alternativas tampoco eran muy variadas: en el banquillo, los centrales Sergio y Sipcic más el recién llegado Waldo, el único profesional de corte ofensivo entre los suplentes. Y luego estaban los canteranos, pero siguen un escalón por debajo del resto, o más de uno, en el orden de preferencias del entrenador, que volvió a cubrir el puesto de interior derecho con Alexandre Corredera, al igual que en Ipurua, por la falta en la plantilla de un especialista en ese puesto.

El Tenerife completó la primera parte del partido con la renta de un gol, gracias al tanto de José Ángel Jurado, pero pudo hacerlo con un marcador mucho más amplio a su favor. Llegó al descanso con un 69 por ciento de la posesión del balón y fabricó diez remates a puerta, balance que demostró su madurez como equipo frente a la fragilidad de un Lugo que, por lo visto ayer, todavía no le ha cogido el pulso a la competición con su nuevo técnico, Hernán Pérez.

No tardaron los blanquiazules en poner en evidencia sus intenciones. Aprovechando las facilidades de su oponente –un Lugo con más orden que agresividad en la presión–, Shashoua, como en sus mejores tardes, avanzó con un corto eslalon, se marchó de Lozano y conectó un disparo pegado al palo. La tendencia fue similar de ahí en adelante.

El Tenerife se sentía cómodo con el balón. Lo movía de un lado para otro, siendo incisivo por los costados con la aparición de los laterales –sobre todo, Nacho por el izquierdo– y generando superioridad por dentro con unos dinámicos Dauda y Corredera. Todo eso, más el toque de Shashoua, el jugador que sorprende, el que sabe darle un vuelco a la película. Con poco tiempo, parecía claro que el Lugo tenía que pensar lo que hacía, mientras que el Tenerife siempre hacía lo que pensaba.

El encuentro se prestaba a finalizar cada jugada, a no dejarse nada. Así, Corredera probó suerte desde el pico del área (6’). Más tarde (14’), Gallego se encontró con un remate raso tras una acción que habían iniciado Shashoua y Nacho. El propio ariete catalán estuvo a punto de cazar un centro del londinense (14’); y Whalley evitó que el balón entrara en su portería, de forma milagrosa (17’), después de un chut centrado de Sam, desde el punto de penalti, culminando una brillante jugada colectiva con Dauda y Nacho como protagonistas. Cerca de la media hora, el Lugo achicaba agua. Apenas le duraba el balón y no pisaba el campo contrario. Su primer acercamiento al área blanquiazul se produjo por una innecesaria falta de Aitor Sanz. El lanzamiento lateral, a cargo de Zé Roberto, buscó más la portería que el centro a un compañero. Soriano, un espectador más hasta ese momento, respondió con reflejos.

Tras este sobresalto puntual, el Tenerife siguió a lo suyo, aunque con una menor frecuencia de ataques. De manera más esporádica, siguió tocando a la puerta del 1-0. En el minuto 33 fue Dauda quien, con un remate a la media vuelta, rozó el tanto. El balón le había llegado al ghanés de una dejada de Gallego tras una jugada por la derecha entre Corredera y Sam.

Tanta perseverancia tuvo su premio en el 36’. El Tenerife terminó por derribar la débil resistencia lucense a base de talento y de insistencia. Un par de acciones individuales, de Mo Dauda y Shashoua, fueron enterrando al rival en su área hasta que irrumpió José Ángel Jurado para batir a Whalley llegando desde atrás. El balón quedó suelto y el sevillano marcó con un golpeo seco, imposible para el guardameta.

Momento en el que el colegiado Aitor Gorostegui enseña la tarjeta roja a Alexandre Corredera. SAN ACOSTA

El Tenerife había hecho lo más difícil. Ya era cuestión de manejar los tiempos y sentenciar. Lo intentó antes del descanso con un cabezazo de Dauda (41’) a pase de Nacho, una acción (demasiado) individual de Shashoua (42’), que no vio a Dauda liberado a un costado y, sobre todo, con un potente remate de Mellot desde la media luna del área que sacó el meta. El 1-0 se antojaba demasiado corto.

Tras el intermedio, el Lugo movió piezas. Entraron Chris Ramos y Cuéllar por Baena e Idrissi. Algo tenía que hacer para aspirar a no salir goleado del Rodríguez López.Por su parte, el Tenerife volvió al campo en la misma línea. Sam se apoyó en Dauda, con pinta de haber formado una productiva sociedad, y fijó su punto de mira en la escuadra, sin el acierto deseado.

A partir de ahí, los blanquiazules activaron el modo blindaje y contragolpe. Habían decidido que tenía que ser el Lugo el que se desgastara. Ellos podían amarrar la victoria protegiéndose y saliendo al contragolpe. El plan fue ceder terreno, dejar que el Lugo se fuera descubriendo. De ese modo, volvió a tener cerca el 2-0. Y una vez más lo impidió Whalley, en esta ocasión tras un cabezazo de León. El guardameta completó su gran noche con un paradón a Gallego.

Fue como si el Tenerife hubiera dejado escapar su tren, porque poco después llegó la roja a Corredera, y no mucho más tarde, el gol de Alberto Rodríguez. El grancanario ganó por alto a la defensa y sacó el máximo rendimiento de un balón colgado por Zé Roberto, en una falta lateral cometida por Aitor.

En la media hora final, fue un querer y no poder por parte del Tenerife. Ramis solo tiró de banquillo para darle minutos a Waldo y a Teto. Y tampoco hubo manera cuando el Lugo también se quedó con diez jugadores por la roja directa a Alberto, sancionado por una dura entrada sobre Dauda.

En la recta final volvieron a dominar los locales, pero sin generar ocasiones claras. El cansancio y las prisas le pasaron factura a un Tenerife que se presentará el próximo sábado en el Ciudad de Valencia con un punto de seis.