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Se queda corto en el estreno

El Tenerife se adelanta con un espectacular remate de Dauda l> El Eibar empata con un tanto a balón parado y remonta gracias a un penalti cometido por Sergio | El VAR interviene para anular un gol blanquiazul en el 90’

| laliga

El Tenerife de la primera jornada de la Liga 22/23 se pareció mucho al de la anterior, la que acabó con la derrota de los blanquiazules en la final de la promoción de ascenso a Primera. Algo normal si se tiene en cuenta la continuidad del entrenador, Luis Miguel Ramis, y de la columna vertebral de la plantilla. Mostró las mismas señas de identidad y todas sus virtudes, concentradas en una sólida respuesta defensiva. También fue similar por su pegada: primer remate entre los tres palos y golazo de Dauda, uno de los tres debutantes, junto a Nacho y José Ángel Jurado, más el canterano Teto. Pero igualmente arrastró algún defecto, y por ahí empezó a escapársele un triunfo que llegó a tener en sus manos.

Una vez más, el balón parado quebró su solidez. La estrategia es la principal fuente de los goles en esta categoría. Así rescató Venancio al Eibar. Y luego, como factor diferencial, la mala suerte, un balón que fue de la cabeza a la mano de Sergio dentro del área, un penalti con el que emergieron los guipuzcoanos. Y hubo más, mucho más en un inicio de temporada en el que el Tenerife se quedó corto.

Antes de que comenzara a rodar el balón, las miradas se dirigieron a la alineación elegida por Ramis. En ella aparecieron tres de los cinco fichajes de este verano. Nacho y Jurado habían entrado en la mayoría de los pronósticos, pero no tanto un Dauda que no había realizado una pretemporada completa. El ghanés formó parte de un once sin simetría en ese puesto. A falta de la llegada de un atacante por la banda derecha, el técnico cubrió esa demarcación con Alexandre Corredera, quien lució poco en esa función.

Fichajes

Los tres nuevos no desentonaron. Si bien a Dauda le costó un poco cogerle el truco al trabajo defensivo, acabó siendo uno más en esas labores. Todo esto, añadido a lo que ya traía el Tenerife de la Liga pasada, hizo que el equipo comenzara el encuentro –y la Liga– con seguridad, cediéndole la iniciativa al Eibar, pero sintiéndose cómodo en el papel de sufridor. Fue un sufrimiento tibio, ya que el Eibar tuvo sus momentos de empuje, pero tampoco puso a prueba a Soriano. No tiró entre los tres palos en el primer tiempo. Tampoco lo hizo el Tenerife, pero su plan no dependía de ello. Iba a fuego lento. Los tinerfeños se empeñaban en debilitar las acometidas locales, filtrándolas hasta secarlas para que Juan Soriano no se viera exigido.

Mientras que el Eibar intentaba romper el orden tinerfeño insistiendo por la banda derecha, generando superioridad con Tejero, los de Ramis se desataban de vez en cuando fiándolo todo a la capacidad de improvisación de Sam Shashoua –buena noticia que el londinense fuera titular y asumiera responsabilidades–, la chispa de Dauda y el valioso oficio de Gallego. Faltó más profundidad por el costado derecho. Como si Ramis lo hubiera ordenado, ni Mellot en ese lado ni Nacho en el izquierdo arriesgaron más de la cuenta.

Poco a poco, el representativo se fue adueñando del juego. La posesión ya no era solo del Eibar, al que se le notaba incómodo y que, impotente, empezaba a acumular faltas. El balón circulaba más por el terreno local. Dentro de esa tendencia, el Tenerife tocó a la puerta del gol con una falta lateral ejecutada por Corredera. Su centro se envenenó y se marchó fuera por poco sin encontrar un rematador (24’).

De ahí al descanso pasó muy poco. Sam quiso probar suerte con un remate que rebotó en un defensa (44’) y el Eibar pisó el acelerador, con la única cosecha de tres saques de esquina y un disparo de Stoichkov, raso y a media vuelta. El empate parecía un justo reflejo del desarrollo de estos 45 minutos. Lo más interesante vino después.

Los de Garitano habían comprobado que el Tenerife es todo un problema. Igual que la temporada pasada. Un hueso duro de roer, un rival que ahoga las vías de acceso y aburre a los contrarios. Su remedio consistió en dar un paso adelante tras el intermedio, mover el balón con más velocidad, darle un punto más energía. Más intenciones que eficacia, en realidad. Pero el Tenerife se las sabe todas. Justo cuando da la sensación de que está contra las cuerdas, saca un golpe ganador. Con el Eibar entusiasmado por su creciente vuelta al campo, Nacho sacó de banda cerca del área local, Dauda controló en el vértice y, sin pensarlo dos veces, coló una volea por la escuadra de Yoel. Un golazo, una carta de presentación de un fichaje que dará mucho que hablar.

El momento del Tenerife.

El Eibar acusó el inesperado golpe y el Tenerife se soltó. Shashoua se fue a por el 2-0, sin la puntería necesaria, tras conducir y chutar cruzado (53’).

Dadas las circunstancias, para el Eibar fue todo un tesoro disponer de una falta lateral –cometida por Dauda, con tarjeta amarilla incluida– cinco minutos después de encajar el gol. El rendimiento fue máximo. Imanol colgó el balón con precisión y ahí voló Venancio, anticipándose a Gallego y José Ángel Jurado. Imparable para Juan Soriano (55’).

El partido dio un giro. El Eibar se lo creyó y el Tenerife hizo lo que pudo para resistir. Esta vez sí, llegaron minutos agobiantes para los de Ramis. Primero fue Stoichkov con una genial maniobra (58’), luego Matheus con un potente disparo desde fuera del área (62’), de nuevo Stoichkov con un gol anulado, tras la revisión del VAR, por manos del atacante (65’)... Los blanquiazules apenas aparecían en el otro extremo del campo. Solo Sam Shashoua, en un mano a mano con Yoel que cortó Venancio –y con pinta de fuera de juego (70’)–, y Jurado, con un remate que acabó en córner (78’).

En el tramo final, el Eibar tiró de banquillo. Fueron entrando Ager Aketxe, Ríos Reina, Rahmani y Quique. Mucho combustible. Los canteranos Teto y Ethyan fueron los recursos empleados por Ramis en ese sprint, ya con síntomas de fatiga en muchos jugadores y la voluntad de no dar por bueno el empate.

El penalti y el gol anulado.

En ese pulso definitivo salió ganador un Eibar beneficiado por un golpe de fortuna, el penalti por mano de Sergio, a quien salió fatal su intento de despejar un centro lateral. En el duelo de los 11 metros, Soriano se tiró a la izquierda y Stoichkov dirigió el balón hacia el otro lado (84’).

Pero el Tenerife no quiso firmar la rendición. De hecho, llegó a marcar el tanto del empate en una jugada que nació en un saque de esquina y que alargó Nacho con un centro al área que tocó Gallego para que Elady anotara el 2-2 (90’). El festejo de los blanquiazules duró poco. Se apagó cuando intervino el VAR para quitarles el gol por un ajustado fuera de juego de Gallego.

Ya con el Tenerife volcado, y un remate desviado de Elady como último intento, el Eibar desperdició la ocasión de ampliar su renta. Quique fue demasiado egoísta (100’).

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