Cuando faltaban 13 minutos para el inicio del partido Pablo ya había gastado cinco barriles de cerveza (150 litros), no sabía cuántas tablas de embutido, bocadillos y raciones de papas locas había servido y la caja registradora echaba humo. «Llevaba bastante tiempo criando telarañas», apunta en relación a los días más duros la pandemia. «La pobre, hoy no da pa’ más», reitera sin querer desvelar una recaudación que no para de crecer. Eso sí, una sonrisa de oreja a oreja le delata y da la sensación de que se va a quedar cerca de los cuatro ceros...

Antes de que Arcediano Monescillo autorice el inicio de las hostilidades todo el mundo está servido. Los visitantes salen dominando y en la cocina no hay tregua. «Ahora todos están pendientes del televisor y se olvidan de los camareros», señala el dueño de un bar que tenía mesas reservadas desde que acabó el partido de ida en Montilivi. «Hemos reforzado con familiares porque la cosa no está para hacer locuras», apunta antes de que se produzca una nueva oleada de peticiones. Los locales siguen sin dar señales de vida. Poco a poco, los catalanes se adueñan de las ilusiones de las personas que optaron por vivir la intentona de ascenso en la calle y frente a un televisor.

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Ambiente posterior al partido CD Tenerife - Girona María Pisaca / Andrés Gutiérrez

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Ambiente previo del Tenerife-Girona Andrés Gutiérrez

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Ambiente en las calles durante el CD Tenerife - Girona CF Andrés Gutiérrez

«¡¡¡Vamos Tete!!!» se escucha al fondo después de la primera sacudida seria del Girona (min. 9). Los aplausos regresan de manera solidaria para espantar los malos augurios. «Sí se puede, sí se puede, sí se puede...», replican en varias ocasiones justo antes del gol de Stuani. Plof. El cero a uno deja planchados a los aficionados.

«Esto se ha complicado», avisa un aficionado que luce una camiseta vintage con el 9 y el nombre de Rommel Fernández grabado en la parte superior de su espalda. La remontada aún era posible, pero toda la actividad se había desplazado a otro lado. Y es que entre las nueve menos cuarto y las diez la cola se concentra en los accesos al servicio. Algunos optan por la retirada en cuanto escuchan los comentarios que anuncian la entrada en el campo de Carlos Ruiz.

De la reacción al abismo

Las sensaciones al comienzo de la segunda parte son otras y el «sí se puede, sí se puede, sí se puede...» se convierte en el estribillo preferido de los telespectadores hasta que Carlos Ruiz logra nivelar la eliminatoria. El Girona duda y la afición ve más cerca que nunca volver a Primera División. Las mesas vuelven a llenarse de consumiciones para afrontar la recta final de un encuentro que se vuelve a atascar con el gol en propia puerta de José León (1-2).

A pesar de que la mayoría de los aficionados no está conforme con el partido que está haciendo el CD Tenerife, todos confían en un impulso final para alargar un intercambio de golpes hasta una prórroga que salta por los aires a diez minutos del final. El gol de Arnau dicta sentencia y deja aplastados a los seguidores blanquiazules.