Solo Quique Medina puede decir que ha vivido partidos del Tenerife con el ascenso en juego siendo futbolista y entrenador del primer equipo, director deportivo y, ahora, secretario técnico del fútbol base. «En todos he sentido la misma implicación», asegura.

¿Cómo lleva la cuenta atrás?

¡Buff..! Está siendo un poco rara. Lo he estado hablando con los compañeros del club, en la oficina. La sensación que tiene uno en el estómago, no desaparece. Es un nerviosismo continuo. Desde el pasado domingo estamos todos de esa manera.

Pensaba que era una persona más tranquila.

La verdad es que para estas cosas suelo mantener la calma, pero, al final, lo llevas por dentro porque esta es una oportunidad de oro. Encima es en casa, es algo novedoso. Tuve la oportunidad de vivir un ascenso a Segunda División en el Heliodoro, estando en el cargo de entrenador, y no pudimos ganar la final de ese playoff contra la Ponferradina. Todavía tengo esa espinita clavada. A ver si esta vez sí puede ser. Y aunque no sea partícipe directo, me siento como uno más.

¿No ha podido desprenderse de aquella decepción?

Son experiencias que uno lleva clavadas. Te acuerdas de momentos del primer partido en Ponferrada, de algunas situaciones... Después, en el encuentro de vuelta tuvimos ocasiones claras para marcar, pero ocurrió todo lo contrario, fue el rival el que se adelantó. Algunos detalles que se dieron en momentos puntuales me llevaron a pensar que aquello era imposible, que no estaba para nosotros.

¿Caprichos del destino?

Te lo birla. Una decisión en un momento determinado, una ocasión clara de gol que no aprovechas... Son cosas que no controlas. Aquella final de la promoción de ascenso no estaba para que el Tenerife subiera, y me tocó vivirlo a mí desde el puesto de entrenador.

¿Qué presentimiento tiene para la de este domingo?

Si soy sincero, lo que quiero es que pase este partido, pero tengo la plena confianza de que si el Tenerife es el de la eliminatoria contra Las Palmas y se muestra tan sólido como en muchos tramos de esta temporada, será capaz de sacar esta final adelante. Así, sí.

¿Al peso, en lo futbolístico, a qué equipo ve mejor?

El Tenerife está compitiendo contra el quinto presupuesto de la categoría y eso, al final, se nota. Pero es cierto que la temporada demuestra que el Tenerife fue mejor, tal como refleja la clasificación. De todos modos, esto va a jugar un partido tras otro. Ya se vio en la semifinal entre el Eibar y el Girona, por cómo se dio un encuentro y lo que pasó en el siguiente, en Ipurua. Por eso hay que salir desde el primer minuto a jugársela, sabiendo lo que tienes que hacer. Insisto, si somos el Tenerife de toda la temporada, tendremos bastantes papeletas para poder ascender.

¿El mérito está tanto en llegar como en poder conseguirlo?

Llegar es muy complicado. Con lo que ya ha hecho el equipo esta temporada, todo el mundo tiene que estar muy orgulloso. Todos queremos que el final sea feliz. La ciudad y la Isla merecen tener un equipo en Primera, pero también es cierto que la temporada que ha hecho el equipo ha sido colosal. Es difícil dar la talla casi siempre ante rivales con mayores presupuestos.

¿La llave está en la regularidad a lo largo de tantos meses?

Mira el Eibar: en el último minuto de la Liga regular se queda sin el ascenso directo, gana el primer partido del playoff fuera de casa y en su campo es incapaz de clasificarse. Cada partido es un mundo y en cada uno hay un montón de momentos. Si esos instantes complicados caen de tu lado, tienes mucho ganado. Lo difícil es salir adelante cuando no se te dan. Es lo que hablábamos del playoff de 2012. En el Heliodoro tuvimos varias ocasiones de gol e incluso un penalti con expulsión que no se pitó, y nada más empezar la segunda parte nos pasó todo lo contrario con la expulsión de Kitoko y el tanto en contra. Al final, son momentos que pueden salir cara o cruz, y espero que esta vez salga cara para el Tenerife.

Ha vivido partidos de ascenso con el Tenerife siendo jugador, entrenador, director deportivo y, ahora, secretario técnico del área de fútbol base. No está nada mal. Es un caso único.

Tengo un ascenso a Segunda División y otro a Primera, el playoff como entrenador y el ascenso a Segunda como director deportivo, con Álvaro Cervera como técnico. Ahora me toca estar en el fútbol base, pero siento la misma implicación de siempre, porque el escudo está por encima de todo y uno quiere que el Tenerife esté lo más arriba posible; y creo que lo siento así por el aficionado de a pie, por todos los empleados del club y por toda la gente que camina hacia delante para que esta entidad funcione. No digo que el Girona no lo merezca, pero nosotros también lo merecemos.

¿Qué percibe en la calle?

En estos momentos me aíslo bastante. Voy de mi casa al trabajo y del trabajo a casa. Son días en los que no me apetece tanto socializar, sino estar más tranquilo y centrado en el trabajo, esperando que pasen los días y que sean las ocho de la tarde del domingo. O que acabe todo con el mejor final.

¿Imagina a un futbolista que fichó usted en 2013 marcando el gol del ascenso del Tenerife?

Ojalá pase. La temporada que está haciendo Aitor Sanz es memorable, con 37 años ya. Un ascenso a Primera sería el colofón a su carrera, sería algo bonito. Y también para Carlos Ruiz. Es gente que lleva en el Tenerife desde el año 2013 y que siente el escudo y la Isla. Eso es muy importante, porque se han identificado con la gente birria, con la gente del Tenerife. El público y la afición los quieren como si fueran de aquí, porque demuestran a diario que se parten la cara por esta entidad. Son ejemplos a seguir.

¿En qué cargo se sufre más en una final, siendo jugador, entrenador o director deportivo?

Como entrenador. Te vienen demasiadas cosas a la cabeza. Cuando eres jugador, te aíslas un poco más de todo, eres menos consciente de la repercusión que tiene una final como esta, un posible ascenso. Lo pasé peor como entrenador. Fue cuando tuve más responsabilidades, aunque en el ascenso a Segunda División, desde la dirección deportiva, también tuve muchísima responsabilidad por el momento económico por el que estaba pasando el Tenerife. Si no hubiéramos ascendido ese año, no sabemos qué habría pasado. Ahí tuve un grado de responsabilidad muy alto. En Hospitalet, cuando acabó el partido definitivo, se me empezaron a caer las lágrimas por la tensión que había acumulado. Rompí a llorar por una mezcla de alegría y alivio por haber devuelto al Tenerife al fútbol profesional.

Participó en tres ascenso cruciales para el Tenerife, el de 1987 a Segunda División, el de 1989 a Primera, y el de 2013 a Segunda. ¿Con cuál se queda?

Fueron momentos delicados para el club. En 1989 no nos vimos obligados a conseguir ese ascenso. No partimos como favoritos, no partimos como nada,

pero el grupo que se formó hizo posible que llegáramos tan lejos. Puede que ese fuera el que menos trascendencia podía tener por ese momento en cuestión, pero los otros ascensos o no ascensos coincidieron con temporadas en las que el Tenerife necesitaba estar en el fútbol profesional o algo más. Son ascensos que te llenan de responsabilidad.