El Tenerife dio el primer paso para llegar a la final por el ascenso a la máxima categoría. En la ida del playoff, superó a la UD Las Palmas con un gol de José León, resultado que obligará a la Unión Deportiva a vencer este sábado en el estadio de Gran Canaria para hacer suyo el mismo objetivo. A los amarillos les valdrá con imponerse por cualquier resultado. Al los blanquiazules, con empatar o volver a ganar.

Fue un partido lleno de buenas noticias para el tinerfeñismo, no solo por el resultado, una pequeña gran ventaja para un equipo que sabe desenvolverse muy bien en campo contrario –fue el mejor visitante en Liga–. También por la demostración de que sí era capaz de recuperar sus señas de identidad, las que le permitieron avanzar por el campeonato en la zona de promoción y que se fueron difuminando en las últimas jornadas. El de ayer volvió a ser un Tenerife coral y reconocible, con el sello de Ramis, el que se planta en su campo como una roca, sufre cuando le toca, necesita poco para golpear y es competitivo de principio a fin. Tan sencillo como eficaz. Con un 27 por ciento de la posesión del balón, consiguió ganar.

Un estilo opuesto al de una UD Las Palmas que había logrado clasificarse para las eliminatorias tras una serie de once jornadas sin perder. No caía desde el 12 de marzo, pero las rachas, las buenas y las malas, siempre tienen un final.

Los de García Pimienta intentaron alargarla siendo fieles a su modelo de juego, el de la paciencia y la posesión, el del toque y las combinaciones, el del talento y la imaginación. Todo, bajo la batuta de Viera, quien, por cierto, solo sobresalió con algunos destellos.

Se trata de una fórmula que, en teoría, encaja en el perfil de los equipos que suelen enredarse en la tela de araña del Tenerife. Hacía tiempo que no pasaba, que los blanquiazules no completaban una actuación tan redonda –a su manera–, pero ayer ocurrió, justo cuando más lo necesitaba para marcar terreno en la promoción.

Porque el equipo hizo lo que mejor sabe hacer y fue desarrollando el guion que le interesaba. Pudo salirle mal si, por ejemplo, Moore no hubiera sacado el balón al borde de la línea de gol en el minuto 26 tras un remate de Jonathan Viera, pero se agarró al partido en todo momento y explotó sus virtudes. Precisamente, justo cuando la Unión Deportiva había creado su ocasión más clara y se movía con soltura por el campo rival, insistiendo por una banda izquierda defendida por Mellot a pierna cambiada, los blanquiazules emergieron para aturdir a su adversario y decantar el duelo. Solo necesitó un aviso, un zarpazo, un balón largo buscando la espalda de los centrales. Gallego anunció que el Tenerife había vuelto a coger las riendas del encuentro con un cabezazo al larguero, a pase de Alexandre (29’). El arreón hizo que la Unión Deportiva se tambaleara. El Heliodoro rugió y el equipo de Ramis se creció. Había entendido que era el instante de dar otro paso al frente, como ese boxeador que suelta una mano tras otra aprovechando un segundo de debilidad del contrincante. Yel segundo impacto acabó en gol. Así de eficaz se muestra a veces este Tenerife. Una falta lanzada por Alexandre fue a parar a Carlos Ruiz, quien volvió a meter el balón en el área para que José León se estrenara como goleador esta temporada conectando un zurdazo a la altura del punto de penalti. Su remate, guiado por la suerte, rozó en Mfulu y despistó a Álvaro Valles (35’). El plan de Ramis empezaba a coger camino.

Miles de aficionados del CD Tenerife calientan el ambiente por fuera del Heliodoro

Miles de aficionados del CD Tenerife calientan el ambiente por fuera del Heliodoro Andrés Gutiérrez

El 1-0 no llevó al Tenerife a asumir una actitud conformista. Al contrario. Fue a por más delante de un estadio entregado. Y estuvo muy cerca de agotar el primer tiempo con una renta superior. Ahí, Valles fue el salvador de la Unión Deportiva al despejar un testarazo de Mario González en el minuto 42 y, sobre todo, una clarísima ocasión de Gallego, tras una jugada individual del burgalés.

En medio de la tormenta tinerfeña, Las Palmas trató de no descomponerse y mantener su línea de juego, fórmula que le permitió rozar el empate en el 44, pero Moleiro no acertó a batir a Juan Soriano, y José León impidió, a continuación, que un remate de Cardona cruzara la línea de gol. Fortuna, sí, y espíritu de supervivencia.

Siguiendo el pie de la letra el método de Ramis, tan práctico con el resultado a favor, el Tenerife activó la velocidad de crucero para, una vez más, domar el partido. Tras el descanso se jugó, más o menos se jugó, a lo que quiso. Ya no ejercía una presión tan alta. Esperaba con disciplina en su campo asumiendo el riesgo de vivir al límite por el fútbol de alta escuela que debía neutralizar. Pero los blanquiazules saben sufrir. Se sienten cómodos en ese papel.

En el inicio del segundo tiempo, el balance ofensivo amarillo se redujo a un tiro de Kirian (46’) y un remate de cabeza de Mújica (59’), fuera en ambos casos. García Pimienta no lo debió ver nada claro y aportó soluciones con los primeros cambios.El mediocentro Maikel ejerció de 9 por Mújica.

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Ambiente e incidentes de la afición de la UD Las Palmas antes de llegar al Heliodoro Andrés Gutiérrez

La vía de acceso de la Unión Deportiva siguió siendo una banda izquierda en la que a Mellot se le multiplicaba el trabajo. Ramis también movió piezas. Quitó a Alexandre y a Mario y puso a Sergio González y Andrés Martín. Pilas nuevas para el último tramo del partido, una etapa en la que Las Palmas apretó el acelerador para no perder. Moleiro, partiendo desde el costado izquierdo e inventando una genialidad, puso a prueba a Soriano, tirando al palo más alejado. El sevillano despejó el balón a córner (68’). A continuación fue Kirian el que probó suerte con uno de sus puntos fuertes, el disparo a media distancia. La pelota se marcho fuera por poco.

Pero tampoco hubo más. Como mucho, una aparente agresión de Valles a Andrés que no recibió castigo por parte del árbitro. Las Palmas se atascó sin encontrar la luz de un Viera incómodo. El Tenerife, pegajoso y constante, no solo fue aburriendo al conjunto grancanario, sino que pisó el área contraria alguna vez, guardando el tesoro del 1-0, pero tendiendo la mano por si caía otro gol. Intención que no se tradujo en oportunidades claras, pero que resultó frustrante para una Unión Deportiva impotente, sin ideas ni reacción. Ni con 7 minutos de alargue consiguió, al menos, igualar el pulso.