Hay otros muchos escenarios en la geografía española donde ganó muchas más veces el CD Tenerife, pero al feudo del Sporting se le considera «estadio talismán» por muy diversos motivos. Hasta la fecha son ocho las ocasiones que el representativo ha profanado El Molinón, que debe su nombre a un molino hidráulico que se erigía en las inmediaciones de su localización y que es considerado el estadio más antiguo del balompié nacional.

La afición blanquiazul guarda un especial afecto al campo rebautizado en 2018 para añadir a su denominación el nombre de Quini. Es así porque casi todos los triunfos del representativo en Gijón tienen connotaciones entrañables, en algún caso incluso históricas.

La victoria más especial data del 25 de mayo de 1996, cuando los goles de Pinilla y Aguilera certificaron para el Tenerife su segunda oportunidad de disputar la UEFA. Tan gigantesca fue la proeza que el equipo blanquiazul dejó por detrás –con aquel resultado en Gijón– al poderoso Real Madrid, al que relegó a la sexta plaza en una liga conquistada por el Atlético, pero que tuvo a los blanquiazules como animadores principales.

Hubo más triunfos significativos. Por ejemplo el último en Primera, que corresponde al de la más reciente experiencia del Tenerife en la máxima categoría. Como tantos otros años, le ocurría entonces al cuadro isleño que tenía dificultades severas para vencer a domicilio. Tanto es así, que su casillero de triunfos como forastero estaba a cero hasta que llegaron a Gijón. De la mano de Oltra, firmaron su partido más convincente en la Península y se trajeron los puntos para sonrojo del Sporting (0-2), que vio cómo les superaba un rival absolutamente nulo lejos del Heliodoro.

El campo ya traía buenas vibraciones a Oltra, que lo había profanado en 2007, quebrando también entonces una larguísima mala racha a domicilio. Lo mismo en 2004 el Tenerife de Martín Marrero, cuando ganar en el campo del Sporting también tuvo premio extra: llegar al campamento base.