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Otro golpe de autoridad del Tenerife

Después de golear al Oviedo, el Tenerife vuelve a vencer a un rival directo l Yuri adelanta a la Ponferradina, pero los blanquiazules remontan con un penalti de VAR, repetido y anotado por Elady, y un tanto de Gallego

La imagen del éxito. Los jugadores del Tenerife, titulares y suplentes, celebrando la victoria en el vestuario de El Toralín. @CDTOficial

Nueva demostración de que el Tenerife reúne argumentos convincentes para no conformarse con la conquista de una plaza de playoff. Después de golear al Oviedo, ayer ganó en El Toralín a otro rival directo, una Ponferradina a la que aleja en cuatro puntos, más el golaverage. Los blanquiazules se afianzan en el cuarto puesto, pero ya están a un punto de un Almería, que es tercero. La novedad es que la puerta hacia el ascenso directo (Real Valladolid) está a solo dos puntos, la mitad que en la jornada anterior.

Respeto en el arranque. El plan de inicio era no cometer errores, garantizar la concentración y el orden y evitar riesgos. Prohibido fallar tanto para unos como para otros. El partido ya iría tomando su camino. Así se fueron marchando los primeros minutos, sin mucho que contar, con un ritmo bajo y nadie dispuesto a mandar. Como en un combate de boxeo de pesos pesados. Era difícil generar superioridad en la fase ofensiva, sorprender, desequilibrar... El juego directo era un recurso más. Se notaba que era un duelo entre el cuarto y el quinto, de dos aspirantes a, como mínimo, disputar la promoción de ascenso.

Con este arranque, el primer disparo fue como un oasis, un disparo alto de Agus Medina (6’), nada inquietante para Soriano. El Tenerife respondió con una jugada que acabó con el balón dentro de la portería, tras un disparo de Sergio González (10’). Pero el árbitro la había anulado segundos antes por una falta en ataque. Aunque fuera de manera tímida, los equipos empezaban a soltarse. Sobre todo, una Ponfe que no tardó en hacerse con el control, a su manera, con un fútbol sencillo de combinaciones rápidas y amplitud por los lados.

El paso adelante de la Deportiva, con un susto para los visitantes por un balón que tuvo que sacar Sergio de la línea de gol, vino acompañado de una actitud más conservadora del Tenerife. Los blanquiazules se habían quedado demasiado lejos de la portería rival. El ejemplo, un intento desde el centro del campo de Elady (14’). A los de Ramis les costaba progresar y dar continuidad a la posesión. Los locales lograron adueñarse del centro, apagando el liderazgo de Álex Corredera. Los balones en largo a Gallego no eran suficientes para ganar terreno.

La evolución de la Ponferradina dejó otro aviso serio en el minuto 21, cuando Copete coló un centro entre la defensa y dejó solo ante Soriano a Baeza, quien se encontró con la inspiración del guardameta sevillano. Otro paradón para la colección del dorsal 1 de la plantilla.

Esa ocasión no quedó aislada. La escuadra leonesa confirmó su crecimiento con un goteo de ocasiones. Ojeda no se lo pensó dos veces y disparó raso, un poco desviado, en el 23’; Sergi Enrich cabeceó a las manos de Soriano, en posible fuera de juego (32’); Ojeda repitió con una volea desde el balcón del área que salió alta (39’)... Y llegó el gol. La tendencia era clara. Con un Tenerife nulo en ataque, la Ponferradina cuajó una veloz conexión entre Ojeda y Yuri, quien, con la suerte de un rebote, sacó a relucir su condición de definidor al batir a Soriano con un chut cruzado, a poca altura, ya dentro del área tinerfeña.

El cuarto de hora de descanso entró en escena como una oportunidad para cambiar el guion. La Ponferradina había sido superior en el primer tiempo, pero quedaba otro por delante, espacio más que suficiente para que el Tenerife diera rienda suelta al carácter competitivo que tan buenos resultados le ha dado en esta temporada.

Las señales fueron prometedoras. Los blanquiazules volvieron al campo con más iniciativa. No se podían permitir otra cosa para no poner en riesgo un encuentro que se les había puesto cuesta arriba.

Fue como si el partido hubiera empezado de nuevo. Pareció totalmente diferente tras el descanso. De repente, intercambio de papeles. La Ponferradina asumió el rol de equipo conservador, quizás esperando sentenciar al contragolpe; o puede que impotente ante la activación de la maquinaria tinerfeña, cada vez más engrasada en el manejo del balón, apoyándose en el dinamismo de sus piezas... Comenzó a verse otra cosa, la buena versión insular empezaba a asomar. Y las sensaciones no llegaron solas. Enseguida, producto de la reacción, Gallego contó con la mejor ocasión hasta ese momento. Aprovechó su estatura para cabecear un centro de Pomares, pero no dirigió el balón con potencia. Paró Lucho.

Lo cierto es que esta oportunidad no había sido casual. La Ponferradina perdió el control a manos del oficio de Aitor, la presencia de Alexandre... Era cuestión de insistir, y de evitar descuidos atrás. Y hablando de perseverancia, Elady es todo un ejemplo. El delantero jienense irrumpió por el costado izquierdo para meter el balón en el corazón del área sin que Gallego lo pudiera alcanzar. La acción continuó con un chut alto de Alexandre en el pico del área pequeña (54’).

Las posesiones largas, la vía de las bandas y la movilidad de los puntas estaban desconcertando a un rival superado y sin indicios de restablecer el mando anterior al descanso. Eso sí, la Ponferradina seguía en el campo y llegó a disponer de la ocasión que estaba buscando. Ojeda encontró un pasillo por el carril derecho y puso un centro que fue a parar a Baeza, quien, libre de marca y desde el borde del área, volvió a tropezar con el excelente estado de forma de Soriano (59’). En realidad, fue una excepción dentro de la creciente respuesta de un Tenerife dispuesto a defender su cartel de candidato.

Quedaba poco más de media hora y los blanquiazules seguían por detrás en el marcador, pero los acontecimientos comenzaron a ponerse de su lado, por ambición y también por la dosis de suerte que suele acompañar a los equipos ganadores. La fortuna premió al Tenerife después de que Copete desviara el balón con la mano dentro del área. Pasó más de un minuto hasta que el juego se interrumpió y Sagués Oscoz atendió la llamada del VAR para comprobar qué había pasado en esa jugada. El árbitro no lo dudó. Hizo el gesto del rectángulo con sus manos y dirigió un brazo hacia los 11 metros. Pena máxima.

Gallego asumió la responsabilidad y no engañó a Lucho, quien sacó el balón con una estirada. Pero el arquero local había adelantado su posición antes del disparo, por lo que el colegiado ordenó que se repitiera el penalti. Elady pidió el relevo del catalán y no falló. El Tenerife había conseguido lo más difícil (1-1, 69’) y tenía tiempo y ganas de ir a por más ante una Ponferradina descolocada y algo temerosa.

La obligación de los locales y el hambre de los visitantes provocó que el encuentro se rompiera definitivamente dando paso a una fase de ida y vuelta, con pinta de que podía favorecer más a los tinerfeños. Y así fue. Tras un remate forzado de cabeza de Elady (76’), apareció Álex Muñoz. Y ya se sabe; cuando el alicantino avanza con el balón y se acerca al área, es que algo va a ocurrir. Su potente disparo, marca de la casa, puso en aprietos a Lucho, que dejó suelto el balón para que Enric Gallego culminara la remontada. Definición de cazagoles.

La Ponfe trató de evitar el 1-2 en un final atropellado, en el que el equipo de Ramis supo desenvolverse con más astucia. Solo Cristian llegó a tirar a puerta (91’), pero ahí estaba Soriano. Un seguro para que el Tenerife diera otro golpe de autoridad mirando al ascenso.

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