Un empate de perfil bajo

En un partido espeso y carente de ritmo, el Tenerife suma un punto gracias a un 0-0 en el campo del Ibiza l Los blanquiazules apenas sufren en defensa y concentran sus escasas ocasiones de gol en la segunda parte

Shaq Moore pugna con un balón junto a Nono en un lance del partido de ayer.

Shaq Moore pugna con un balón junto a Nono en un lance del partido de ayer. / Vicent Marí (Diario de Ibiza)

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Santa Cruz de Tenerife

No siempre se va a ganar por 4-0, como ante el Burgos. Es más, no siempre se va a ganar. La de ayer no fue la mejor noche del Tenerife en esta temporada, pero lo que hizo le sirvió para sumar y dar continuidad a tres jornadas productivas, en mayor o menor medida. En estos casos se suele decir que cuando no se puede vencer, conviene no perder. Y más o menos, eso es lo que le pasó ayer al equipo de Luis Miguel Ramis en su visita al Ibiza. Fue de esos encuentros que en temporadas problemáticas habrían caído a favor del rival.

Como muestra de que el Tenerife no estuvo inspirado, un par de datos. Su primer tiro –no entre los tres palos– llegó en el minuto 39, de las botas de Moore. Y no puso verdaderamente a prueba a Germán hasta el 68, cuando el portero celeste tapó un disparo cercano de Bermejo, en la mejor –y única– ocasión de los blanquiazules.

De entrada, la puesta en escena vino precedida de una revolución no tan sorprendente si se tiene en cuenta el caso similar del reciente tramo del calendario con tres partidos en 8 días –Las Palmas, Éibar y Leganés–. Ahí, Ramis demostró que es partidario de dosificar los esfuerzos, introduciendo hasta seis cambios en la alineación, como pasó ayer y por mucho que el encuentro anterior hubiera sido el mejor de todos, el de la goleada al Burgos. De ese once se cayó Carlos Ruiz por estar sancionado, pero también salieron Mellot, Álex Muñoz, Alexandre, Aitor Sanz y Elady Zorrilla... Casi nada. Estos cinco comenzaron la noche en Can Misses sentados en el banquillo por decisión técnica. Seguramente, sí jugarán de inicio el lunes ante el Girona en el Rodríguez López. Los únicos que repitieron, respecto a la formación anterior, fueron Juan Soriano, José León, Sam Shashoua, Bermejo y un Mollejo que jugó ayer de delantero centro. Asumiendo como algo normal el descanso para tantos titulares fijos, quizás eso fue lo más llamativo, ya que el técnico no eligió ni a Elady ni a un Enric Gallego que había reaparecido cuatro días antes tras un esguince de tobillo.

Con estos argumentos, si el Tenerife se planteó hacer un partido largo, lento y sin ritmo, todo salió según lo previsto. De hecho, en la primera mitad no tiró a puerta hasta el minuto 39 tras un cambio de orientación de Rubén hacia Shaq, que se había incorporado por su banda ganándole la espalda a Javi Lara. Su disparo se iba fuera, por poco, pero lo desvió Germán sin que el árbitro concediera el saque de esquina. Tampoco es que fuera un primer tiempo con fases de dominio de los visitantes. Su posesión más larga, sin consecuencias, llegó en el minuto 40. Ese fue el pobre bagaje del Tenerife hasta el descanso. Y no es que el Ibiza hiciera mucho más, pero sí tuvo cerca el gol con un potente lanzamiento de Bogusz, de falta directa, que se estrelló en el larguero. Aparte de esta ocasión, lo suyo fue más un querer y no poder que otra cosa. Los celestes se encontraron con un Tenerife que esperó en su campo, sin ejercer una presión alta, sin mostrarse agresivo en el intento de recuperar. Y sin recuperación y salida rápida, no es lo mismo para un equipo como el blanquiazul. Los cuatro puntas, Bermejo, Rubén Díez, Shashoua y Mollejo, se intercambiaban posiciones y el toledano, muy activo, buscaba desmarques, pero esa mecánica se fue oxidando poco a poco por la falta de suministro de balones potables. Así, en esta espesura, el Tenerife fue mostrándose cada vez más pasivo y los de Juan Carlos Carcedo fueron ganando metros, pero sin un impulso final que realmente les permitiera inquietar a Juan Soriano. Les ayudó que el Tenerife cometiera un par de errores en la salida del balón, pero tampoco supieron aprovechar estos regalos.

Visto lo visto, el intermedio le iba a venir mejor a los visitantes que a los locales. Se esperaba que Ramis tocara las teclas adecuadas para espabilar a los suyos. En cierto modo, hubo un ligero cambio en la vuelta al césped. El Tenerife se aplicó para llevar la iniciativa y finalizar jugadas. Una pizca de intensidad, mayor intención y, sobre todo, el propósito de mover el balón con más velocidad. Esa combinación sirvió para algo. Larrea rompió la inocencia de los tinerfeños con el primer disparo entre los tres palos, sin problemas para que lo atajara Germán (52’). Fue un aviso con continuidad, pues poco después Shashoua acertó a enviarle un pase en largo a Shaq, quien recibió en el área pero se equivocó al buscar un tercer centro y no mirar a la portería. El siguiente en probar suerte fue Pomares, con un chut a media distancia, de nuevo atrapado por el arquero (55’). No era mucho, pero al menos el Tenerife pisaba más el campo ibicenco y creaba peligro.

Ramis debió pensar que era el momento ideal para darle un vuelco al desarrollo del partido y realizó un triple cambio de esos que intimidan al oponente. Alexandre, Elady y Gallego entraron con más de media hora para el final y la clara misión de desatascar definitivamente el choque. Fue el mejor tramo del Tenerife. Sin llegar a acosar ni a descolocar a un ordenado Ibiza, sí tomó las riendas del juego, ensanchó el campo, tuvo el balón, intentó sorprender con cambios de orientación... Se percibía un crecimiento, una tendencia favorable a los tinerfeños, pero no con el vértigo ni la pegada de días como el pasado lunes.

Para compensarlo, Carcedo tiró de un extramotivado Nono. El extremeño, blanquiazul en las primeras jornadas de Liga hasta que aceptó cambiar de club al borde del cierre del mercado de verano, agitó el ataque de los baleares; eso sí, con más ímpetu que acierto. Pero no se lo pensaba dos veces. Si recibía el balón cerca del área, había disparo seguro. En el primero provocó la primera parada de Soriano (66’). Sin apuros para el sevillano. Veinte minutos más tarde protagonizó un doble lanzamiento. Ahí se llenó de balón. Uno rebotó en la defensa y el siguiente lo envió fuera, muy desviado. Nono lo intentaba a su manera, pero la verdadera vía del Ibiza para acercarse el gol nacía de alguna pérdida peligrosa de los tinerfeños. De manera inesperada, Alexandre cometió alguna sin consecuencias.

Ni siquiera en el tramo final se vio un partido abierto, de ida y vuelta. No es que se conformaran con el empate, pero nadie quería arriesgar. Por turnos, cada uno echó el resto por si sonaba la flauta. El encargado de soplarla fue Rubén, con dos pases de calidad, uno a Bermejo, que no acertó a superar a Germán casi en un mano a mano dentro del área (68’), y otro a Gallego (79’), que, por centímetros, no pudo cazar el delantero. Y como así no había manera, Rubén probó por su cuenta, situando el punto de mira en la escuadra. El lanzamiento salió algo torcido.

Con muy poco para el final y el juego tan denso como al principio, el encuentro solo parecía quedar sujeto a la ruptura si surgía alguna genialidad –no apareció– o algún fallo –sí apareció–. El error en cuestión dejó en mal lugar a Pomares, por perder el pelota dando ventaja al Ibiza para montar un contraataque, y subió la puntuación de Sipcic. El central, regular en su cometido y fallón en la creación, salvó al Tenerife recuperando el balón cuando el delantero maniobraba para conectar el disparo a puerta.

No hubo espacio para mucho más. Gallego, desde fuera del área, lanzó la última ofensiva (81’) demostrando que no le da muchas vueltas a la hora de tirar. Por parte del Ibiza fue Nono el que se animó con la citada doble oportunidad.

En definitiva, tercer empate del Tenerife, todos por 0-0, como ante el Sporting y el Oviedo, y segunda jornada consecutiva sin recibir goles, que no está mal después de que Soriano fuera batido en los siete partidos anteriores. Un paso corto, pero un paso al fin y al cabo.

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