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No le alcanza con competir

El equipo blanquiazul, superior en casi todas las fases del juego, cae en el Heliodoro ante el Éibar por un golazo de Tejero a falta de un cuarto de hora para el final | Los de Ramis enlazan dos derrotas por primera vez en esta temporada

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Encuentro entre el CD Tenerife y la SD Eibar María Pisaca

Otro golpe para el Tenerife. Diferente al del derbi, pero igualmente doloroso. Esta vez en casa y ante un claro aspirante al ascenso, un Éibar que lleva nueve jornadas seguidas sin perder y que, más que con fútbol, ayer ganó a lomos de su dinámica favorable, sin ser superior y sacando el máximo rendimiento a un golazo de Tejero a falta de un cuarto de hora para el final. Los blanquiazules entran en un terreno desconocido. Instalados en cada jornada en puestos de promoción, en apenas cuatro días han enlazado dos derrotas, algo que no habían vivido esta temporada. Si tras el clásico se generó la duda sobre la respuesta que iban a tener los de Luis Miguel Ramis en un test tan exigente como el de ayer –nada mala, pese al resultado–, ahora toca calibrar el efecto de este 0-1 en una semana que incluye otro enfrentamiento más, este sábado en Butarque. Por cierto, sin Mollejo, expulsado ayer con roja directa, ni Míchel, que recibió la quinta tarjeta amarilla.

Con una alineación modificada en seis de sus integrantes respeto a la anterior –entraron Mellot, Sipcic, Pomares, Larrea, Bermejo y Mollejo, salieron Shaq, Carlos Ruiz, Álex Muñoz, Aitor, Míchel y Elady–, el Tenerife fue mejor en la primera parte de principio a fin. Ante un Éibar con una presión en bloque medio nada agresiva, con posesiones largas sin profundidad, el equipo de Luis Miguel Ramis fue creciendo con el paso de los minutos. Mientras que la escuadra visitante estaba sin estar –solo un tiro, en el 33’, muy pocas faltas...–, la local fue madurando el partido de manera artesanal, con paciencia, insistiendo donde podía hacer más daño, explorando otras vías, dando un paso adelante en la presión... El producto de todo eso se notó más en las sensaciones que en el resultado, dado que al Tenerife solo le faltó el gol antes del descanso. Y lo tuvo cerca, sobre todo en un último cuarto de hora en el que avanzó unos metros en bloque, recuperó más balones en campo rival y agobió a Yoel, quien estuvo a punto de encajar un autogol de Burgos (43’) tras un centro tenso de Mellot y, a continuación, sacó con apuros un pase de Alexandre que se fue envenenado dispuesto a tocar la red.

Esa descarga sin premio vino precedida de una evolución de los blanquiazules en todo. Porque el partido empezó siendo un pulso sin ganador, un estudio del adversario sin nada trascendente. El Éibar juntó sus líneas esperando el error del oponente, pero sin morder. Ahí, el Tenerife, con Larrea en la función de pivote y Corredera más adelantado, tocaba y tocaba con la esperanza de hallar alguna fisura en el muro (ayer) verdinegro. La opción más recurrente, y seguramente estudiada, era la de las diagonales en largo desde los centrales (León) o los volantes hacia los laterales en fase ofensiva. Por ese conducto intentaron romper el bloqueo tanto Mellot como Pomares, con un eléctrico Mollejo ejerciendo de delantero. Esas conexiones elevaron las pulsaciones del partido en el minuto 11. Pomares se abrió camino por el carril izquierda y puso un balón en el área que cabeceó Mollejo sin la puntería necesaria para batir al portero Yoel. Un aviso y toda una declaración de intenciones de un Tenerife enchufado y nada conformista.

Todavía sin el ritmo pretendido por los blanquiazules, rondando el cuarto de hora, el juego quedó interrumpido unos minutos por la lesión de Feaullassier y por la petición de Yoel ser atendido por un golpe en la espalda. La pausa le vino peor al Éibar, que no salió de su atasco. Todo lo contrario que un Tenerife que adelantó la presión y empezó a generar ocasiones más cerca del área contraria. Ahí se mostró Mollejo muy participativo, primero con un lanzamiento desde el vértice del área al palo más alejado y una excelente respuesta de Yoel(22’), y luego con un chut raso con el que culminó un combinación procedente de José León y Mellot (29’). El empuje sin premio de los tinerfeños fue a más con un ensayo de Pomares. Visto lo visto, la mejor noticia para el Éibar estaba en la posibilidad de llegar al intermedio con el 0-0.

El Tenerife busca el empate

Su entrenador, Gaizka Garitano, lo tuvo tan claro, que incluso cambió el dibujo táctico de su equipo con vistas a la segunda mitad. Metió en el campo a Correa y a Blanco Leschuk y modificó la defensa, pasando una con tres centrales y dos carrileros. De esta manera, entre otras cosas, cortó la alternativa de los tinerfeños de llegar en superioridad por los costados y meter centros al área. Pero el técnico vasco no se quedó en eso. Planteó una presión más alta y logró que, al menos, el duelo se fuera igualando. Tanto, que el Tenerife terminó defendiendo muy atrás, hasta que encajó el gol y se sintió obligado a volcarse en la búsqueda de un empate que no se produjo.

Aun así, en un encuentro más abierto y más parejo en el segundo tiempo, el Tenerife mereció ponerse con ventaja en el marcador. A la hora de juego, Elady envió el balón al palo tras recibir un pase de Míchel y ganarle la espalda al central. Tanto el atacante como el mediocentro, al igual que Aitor, titulares habituales los tres, habían accedido al terreno para refrescar al equipo, con la circunstancia añadida de que tanto Alexandre como Larrera tenían amarilla. 

El Tenerife trataba de enseñar las garras cada vez que podía, pero el Éibar también lo hacía. Ya no era el equipo sin filo del primer tiempo. Stoichkov, máximo goleador de la categoría, lo intentó con un potente disparo a media distancia que se marchó un poco alto (55’). Y como en casi todos los partidos, Soriano puso de su parte con un paradón. En medio de un tramo de mayor dominio del Éibar, sacó con la pierna un volea de Tejero.

La respuesta de los blanquiazules no tardó. La ofreció Elady con el citado chut al palo. Y le dio continuidad Shashoua (68’), cuyo disparo desde la frontal del área fue a parar a las manos de Yoel, el mejor jugador del conjunto eibarrés.

Como si la cosa fuera por turnos la siguiente tanda ofensiva se adentró en el espacio tinerfeño. Rahmani y Leschuk contaron con una doble ocasión que mostró grietas en la defensa tinerfeña, quizás por cansancio, por un deficiente funcionamiento en la presión en el medio, por un repliegue demasiado acusado... Con todo esto, el 0-0 parecía cada vez más difícil de moverse, a no ser que sugiera alguna genialidad, algún error, algún latigazo. Y fue esto último lo que terminó por tumbar a un Tenerife cada vez más perdido. Tejero recibió el balón lejos de la portería, pero sin oposición. Avanzó unos metros, miró a Soriano y conectó un disparo fuerte y colocado que se coló por la escuadra.

Quedaba un cuarto, pero el Éibar supo domar el partido ante un Tenerife que atacó con más prisas que ideas y que, para colmo, perdió a Mollejo, desesperado con Galech, tras una roja directa señalada con la ayuda del VAR.

Nadie dijo que iba a ser sencillo.

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