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Un derbi cruel con el Tenerife

Un centro de Lemos convertido en gol en el tiempo añadido, después de que Larrea desviara el balón, derrota al equipo blanquiazul en el clásico l Elady neutraliza un tanto de Viera con suspense y concedido por el VAR

El balón entra en la portería del Tenerife en el minuto 92 de partido para darle el triunfo a la Unión Deportiva. Andrés Cruz

El derbi jugado ayer en el estadio de Gran Canaria fue uno de esos que pasarán a la historia, que serán recordados con el paso del tiempo. Fue un episodio con un final cruel para el Tenerife, muy doloroso, todo lo contrario que para la UD Las Palmas. No estuvo nada lejos de ser el derbi de Elady, por el gol que casi le vale un punto al equipo blanquiazul, o el de Soriano, por sus paradones ante Jesé. Pero sobresaldrá en las hemerotecas por ser el de uno de esos protagonistas inesperados, el lateral amarillo Álvaro Lemos, quien, en el último arreón de los locales en el intento de impedir la igualada, tuvo la fortuna de que metiera en el área un centro con valor gol, después de que el balón rozara la bota de Larrea y se desviara lo justo para que el portero no pudiera atraparlo. Ya eran los minutos de alargue (8). En medio de la fiesta de los casi 25.000 seguidores locales y la tristeza de los 1.500 visitantes, los de Ramis apenas tuvieron una falta lejana, en la que incluso subió Soriano a rematar, para buscar un milagro que no llegó.

Se dice que los resultados en los clásicos influyen en las tendencias. Al Tenerife le faltó muy poco para salir fortalecido del Gran Canaria. Ahora tendrá que reponerse de un golpe cuyas consecuencias se irán descubriendo, si es que las hay. Los blanquiazules continuarán una jornada más en puestos de promoción. Ocuparán el sexto lugar, ahora superados por los amarillos en un empate a puntos que se rompe por el golaverage. Lo bueno o lo malo, según se mire, es que el Tenerife no tendrá demasiado margen para pasar la página del derbi. El martes recibirá a la SD Éibar en el Rodríguez López.

Si la Unión Deportiva fue justa ganadora, no queda tan claro. En un duelo en el que cada uno tuvo sus momentos, una igualada tampoco habría sido un desenlace descabellado. Es más, ya en la recta final y con 1-1, cada uno contó con una clara ocasión para marcar, antes del citado tanto de Lemos. Soriano desvió con la mano derecha un tiro raso de Jesé desde le pico del área pequeña en el 71’ y Raúl Fernández se lució tras una volea de Rubén Díez en el 81’. Lejos de ser estos los últimos cartuchos del partido y de que los dos se conformaran con la X, el conjunto de Pepe Mel apretó el acelerador y tuvo su premio. El Tenerife, acostumbrado a salir bien parado de estos momentos de agobio, no tuvo la alianza de la fortuna. Precisamente en un derbi, con lo que eso representa. Y en una prolongación en la que se centró en proteger el trabajado punto, con buen criterio y aferrándose a su contrastada seguridad, se quedó sin ninguno.

Las Palmas terminó y empezó mejor el clásico. Se sabía que un encuentro de estas características se podía decidir por detalles, y más que un detalle, la Unión Deportiva posee una solución fuera de concurso llamada Jonathan Viera. De entrada, avisó con un preciso pase a Jesé que no terminó en gol por el acierto de Soriano. Los locales habían dado un primer zarpazo. Todo un aviso a un Tenerife que no parecía encontrarse cómodo. Le costaba elaborar y echaba de menos algo más de profundidad. Con Shashoua tapado y Elady desconectado, solo se abría camino de vez en cuando Shaq, elegido para sustituir a Mellot tras llegar a Gran Canaria en la víspera procedente de Estados Unidos. Con esas dificultades, en la espesura, el Tenerife fue ganando terreno y miró a la portería con un par de disparos de Sam y Míchel y un remate de cabeza de Aitor (13’).

Los blanquiazules empezaban a dominar, o quizás los amarillos dejaban que así fuera. Lo segundo cobró sentido –como si Pepe Mel hubiera preparado una trampa– cuando en un par de toques, Jesé dejó solo a Viera delante de Soriano y anotó el 1-0. Fue un gol con suspense, ya que la jugada quedó invalidada inicialmente por fuera de juego. En cambio, la consulta en la sala del VAR demostró que Carlos Ruiz había habilitado por muy poco al jugador grancanario.

Este giro dejó al Tenerife desconcertado por unos instantes. A duras penas, hizo lo necesario para no descomponerse pese al renovado empuje de los locales. De hecho, al menos logró que no pasara nada relevante a continuación en el área contraria. Tampoco en la suya. De camino al descanso, Soriano puso de su parte para, una vez más, ganarle un duelo a Jesé.

Independientemente del resultado, el derbi no se estaba ajustando a los planes del Tenerife. Y Ramis lo confirmó con una sustitución en el descanso. Quitó a Sam y apostó por un jugador más vertical, Mollejo. Además, su equipo jugó con una mayor decisión, ajustó mejor la presión, pisó el campo contrario con más jugadores y añadió el carril izquierdo como alternativa ofensiva, con la participación de Álex, cuyo centro-chut en el minuto 48 estuvo a pocos centímetros de ser cazado por Elady. Por sensaciones y señales, los tinerfeños empezaban a sumar argumentos para merecer el empate. Esta situación se produjo en el 65’ con una falta a pocos metros de la frontal del área que lanzó Elady con la suerte de que el balón rozó en Navas y despistó a Raúl. Con 25 minutos por delante, el Tenerife crecía en el clásico.

Lo hacía, además, con Alexandre pasando de la banda derecha al medio –se nota más su presencia como centrocampista que como interior– y con Bermejo revitalizando el carril izquierdo. A los blanquiazules se les presentaba un nuevo escenario. El empate no era malo, y menos tras ir perdiendo, pero no despreciaron la posibilidad de ganar, alternativa que fue perdiendo fuerza poco a poco. Convenía amarrar un punto que fortalecía al Tenerife en un encuentro de tanta trascendencia. El entrenador refrescó la defensa sustituyendo a Carlos –tenía una amarilla– por Sipcic y oxigenó el centro con Larrea. Los blanquiazules ya estaban en modo conservador, opción más que comprensible dadas las circunstancias.

Seguramente, de diez finales como el de ayer, muy pocos habrían terminado como acabó. Un par de saques de esquina seguidos sirvieron el hiriente desenlace para el Tenerife. Del derbi que pudo ser de Elady, al de Viera y Lemos. En fin de año, un nuevo capítulo.

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