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Quique Medina Secretario técnico de la base del Tenerife

«Me gustaría un 1-2 y que marque Ethyan o Thierno»

«Lo normal es que a Las Palmas le cueste mucho meterle mano y crearle ocasiones de gol al Tenerife»

Quique Medina es secretario técnico del área de fútbol base del Tenerife.

Vivió clásicos como jugador, pero también lo hizo siendo segundo técnico y desde el cargo de director deportivo. El héroe del derbi de 1989 analiza el partido de mañana.

¿Qué espera del derbi?

Los derbis son derbis, estés al nivel que estés. Son diferentes para lo bueno y para lo malo. Habrá momentos en los que los equipos estarán con miedo, intentando no encajar goles. Eso se va a notar. Los dos están en un buen momento, pero creo que el Tenerife llega un poquito mejor porque ha sido regular desde el principio. Las Palmas tiene la ventaja de que juega en casa, con la presión de su gente. Los derbis son inciertos. En un partido en el que los dos llegan bien clasificados, no sabes qué puedes esperar. Un gol al comienzo puede cambiar los planes.

¿Por dónde pasarían las opciones de ganar del Tenerife?

Se está caracterizando por someter a los rivales a un gran desgaste en las primeras partes y aprovechar los puntos débiles del contrario para intentar hacerle gol. Uno de los grandes puntos de este Tenerife es que es difícil meterle mano. La desesperación del equipo rival puede venir a favor de corriente. Pero si hay un gol o una expulsión pronto, todo se puede trasladar a otro escenario. Lo normal es que a Las Palmas le cueste mucho meterle mano y crearle ocasiones al Tenerife.

¿Dependerá solo del talento de Jonathan Viera?

Ellos dependen mucho de Viera y de Jesé. Creo que ofensivamente son las referencias. A lo mejor, también de Peñaranda y Moleiro. Nuestros defensas van a estar muy concentrados en ellos.

¿El perdedor, si es que lo hay, saldrá muy tocado?

Es pronto. Pero los derbis sí marcan tendencias. De un buen derbi puedes salir fortalecido, y de uno malo puedes salir empequeñecido. También depende del tipo de vestuario que tengas. Una tendencia a la baja en un partido de estos te puede pasar factura.

¿Qué efecto puede tener el ambiente de un derbi en un jugador que no está habituado?

Hay algunos que se crecen y otros que se hacen más pequeños. No es fácil soportar esa presión, no todo el mundo está preparado. Hace un par de años, Pedri vino al Heliodoro y prácticamente pasó desapercibido. Son partidos complicados de jugar. La cabeza y la experiencia te dan seguridad.

¿Por mucho que lo prepares, puede pasar que te bloquees?

Cuando estás dentro del vestuario, a punto de salir, miras a las caras de los demás y sabes quién tiene la cabeza alta y está con ganas de jugar. A otros los ves con la cabeza agachada, pensando: uff, lo que nos espera... Eso se nota. Espero que nadie del Tenerife salga al campo en esas condiciones.

¿Qué resultado le gustaría?

Me mojo con el 1-2. Si no es ese, que sea una victoria. Me da igual si es 3-5 o 0-1. Es intentar ganar, los derbis son únicos. Para el aficionado y para el club, sería muy bonito conseguir un buen resultado.

¿Y el autor del gol decisivo?

Me gustaría que saliera Ethyan y marcara, o Thierno. Pero son todos jugadores del primer equipo y lo importante es el resultado.

Se supone que Carlos Ruiz y Aitor Sanz serán titulares. En su día llegaron al club estando usted en el cargo de director deportivo. ¿Qué piensa al ver que siguen a un nivel tan alto?

Es un orgullo. Eso significa que han hecho un gran trabajo en estas nueve temporadas, con lesiones y malos momentos incluidos. Se han sobrepuesto a cualquier circunstancia. Eso habla muy bien de ellos y de la capacidad que han tenido. Se han integrado de una manera brutal, no solo en el equipo, sino también en la Isla.

¿Cómo descubrió a Carlos Ruiz? ¿En el playoff de Segunda B con la Ponferradina?

Sí, me acordaba de Carlos de ese partido. Un año después se nos puso a tiro cuando quedó libre. Tuvimos esa gran suerte.

¿Cómo convenció a Aitor?

Tenía una cláusula de rescisión para salir del Oviedo si le llegaba una oferta de un club de superior categoría. Llegando al 30 de junio le dije a su representante que le diera la carta y fuera a las oficinas del club para que viniera. Fue en una fecha límite. Si hubiera pasado del 30 de junio, Aitor no habría podido venir al Tenerife.

¿Imaginó entonces que iban a ser fichajes tan productivos?

Cuando traes a un jugador, siempre piensas que va a dar lo mejor. Y no siempre aciertas. Pero no es cuestión mía, es de ellos. Se lo han ganado durante todo este tiempo. Me siento muy orgulloso porque están en el Tenerife.

Ha vivido derbis como jugador, segundo entrenador, director deportivo y aficionado. ¿Cuál es la mejor manera?

Creo que de aficionado... Es todo pasión, puedes hablar sin ningún problema, sufres de otra manera... Cuando estás dentro, no eres tan pasional, sino más cuidadoso. Piensas en cosas técnicas y en lo que vas a hacer. En realidad, lo grande es vivirlo como jugador. Entre aficionado y jugador, al final me quedo con lo segundo. Es como más disfrutas, porque estás en el campo, te abstraes de todo y te concentras en lo que está pasando. Por ejemplo, como pasó en el derbi del 1989 en el Insular, cuando tuve la oportunidad de anotar el gol del empate (2-2) en el minuto 93. Son sensaciones únicas que te marcan para toda la vida.

Aquel fue el derbi de la gota fría, pero también el de Quique.

Son momentos puntuales que, sobre todo, quedan marcados por detalles. El del 89 pasó a la historia porque fue el de la gota fría, por no haber podido jugar en la fecha prevista a pesar de que no cayó ni una gota. Y porque empatamos en el minuto 93. Fue el punto de partida hacia un ascenso a Primera.

No fue el gol de un central que sube a rematar un córner.

No, no... Ese día me equivoqué. Fue una falta lateral que sacó Isidro. No había subido a rematar, me había quedado en la línea de medios. Cuando rechazó la defensa, el balón le llegó otra vez a Isidro y ahí sí empecé a correr. Él me miró y al recibir delante del área, controlé con la rodilla y, sin dejarla caer, le hice la vaselina a Lopetegui. Fue un gol bastante bonito, de buena ejecución. Y lo que significó. De un estadio Insular repleto de gente cantando el pío-pío, a un silencio sepulcral.

Jugó el primer derbi con solo 17 años. ¿Cómo lo recuerda?

Sí, en 1984. Jugamos tres derbis seguidos, porque el de Liga coincidió con dos de la Copa de la Liga. Recuerdo que Luiso Saavedra me dio un codazo y me hizo bastante daño en la encía. Fue cuando empecé a vivir lo que eran los derbis. Cuando sales al Insular con 17 años y ves todo eso, te quedan sensaciones imborrables.

Existe el debate sobre si un jugador tan joven está preparado para la alta competición.

Ni 17 ni 34 años. El futbolista tiene que jugar si el entrenador está convencido de que puede hacer bien las cosas en el campo.

¿Le daban consejos sobre cómo vivir aquellos clásicos?

Todos. Con 17 años, era bastante cohibido. Me sentaba y escuchaba. Esperaba que me dijeran. Me pedían que tuviera concentración, que no me despistara. Ni me atrevía a dar una voz ni nada. Con el paso de los años, fue diferente.

¿Quiénes llevaban el peso del vestuario en esos tiempos?

En esa época estaban Manolo, Paco, Agustín Lasaosa, Rubén Cano, Aguirreoa, Ordoqui... Había mucha gente veterana. Los mirabas y te ponías firme.

Eran temporadas en las que la Unión Deportiva era favorita.

Esa época era diferente. En los años 80, ellos tenían ese halo de club de Primera División, el Insular era una bombonera del estilo de Atocha. Impresionaba el ruido, cómo se ponía aquella grada curva en momentos determinados. Nosotros íbamos como convidados de piedra, a ver qué pasaba, porque ellos eran los principales personajes y artistas. Tenían un equipo de mucha categoría.

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