Los de Pablo Larrea y Enric Gallego fueron dos de los últimos fichajes del Tenerife en el mercado de verano. Llegaron casi al mismo tiempo pocos días antes del encuentro de la tercera jornada de Liga ante el Real Oviedo. Cada uno siguió un proceso diferente antes de incorporarse a la plantilla blanquiazul. En ambos casos, la paciencia fue un factor compartido. El centrocampista la tuvo para coger la oferta que estaba esperando tras desvincularse de la Ponferradina con la idea de aspirar a objetivos más ambiciosos. Con el delantero fue el Tenerife el que necesitó ir con calma, ya que la competencia para hacerse con sus servicios fue alta. Ayer fueron presentados por Juan Carlos Cordero como refuerzos para la nueva temporada.

Pablo Guido Larrea Gambara (Madrid, 4/2/1994) es un centrocampista acostumbrado a ejercer de 6 y de 8 que cobró fuerza como posible fichaje a raíz de las lesiones de Javi Alonso, de mayor gravedad, y Aitor Sanz. A pesar de no tener equipo, se preparó a fondo durante el verano aguardando el momento de firmar un contrato; en este caso, de una temporada con opción a otra. Sabía que iba a ser un mercado largo y se armó de paciencia. La Ponferradina, rival ante el que podría debutar como blanquiazul este sábado, le llegó a ofrecer la renovación de su contrato por tres campañas más, pero Pablo siguió otros planes. «Creí que estaba preparado para dar un salto a un equipo que tuviera otras aspiraciones y decidí esperar a ver qué aparecía», contó Larrea, a quien le valió la pena esa espera. Al menos, se mostró entusiasmado por formar parte de un Tenerife del que su amigo Luis Milla le habló maravillas. «Tenemos una relación muy buena porque nos conocemos desde pequeños. Me dijo que la Isla espectacular, un sitio increíble para disfrutar, y que el club es muy exigente», apuntó.

Cordero lo definió como un futbolista que aporta «mucho equilibrio y rigor táctico», un centrocampista con una «buena salida del balón» y con «desplazamiento con las dos piernas». Su recorrido en Segunda División incluye 95 partidos con el Numancia (27) y con la Ponferradina (68). A esas cualidades, Larrea añadió la necesaria «implicación defensiva».

Mucho antes, el «currante» del gol Enric Gallego Puigsech (Barcelona, 12/9/86), se había convertido en el objetivo principal de Cordero. «La relación se remonta a hace varios meses, cuando acabó la Liga», reveló el director deportivo. «En aquel momento tenía contrato con su anterior equipo (Osasuna), pero tuvimos paciencia y esperamos nuestro momento».

Enric, que se estrenó en la visita al Real Oviedo, fue madurando la idea de volver a Segunda División tras competir en la máxima categoría con el Huesca, Getafe y Osasuna. Y la opción del Tenerife fue ganando enteros por muchos motivos. «Me fueron trasladando el interés que tenían, cuál era la forma de jugar... Juan Carlos y el míster tuvieron mucha paciencia», contó Gallego, a quien le sedujo el estilo que puso en práctica la escuadra blanquiazul en el inicio de la Liga. «Lo que vi coincidió con lo que me habían dicho y pensé que esa manea de jugar me podía beneficiar mucho», comentó Enric, quien se animó a firmar un contrato de tres años. Lo hizo «convencido y con la máxima ilusión».

Después de anotar 15 goles con el Extremadura en Segunda División durante media temporada (la 2018/19) y de llegar a 8 en su posterior etapa de dos campañas y media en Primera (Huesca, Getafe y Osasuna), prefiere no exigirse ninguna cifra de goles. Solo prometió «trabajo» para el equipo, algo que «no se puede negociar».

Tampoco quiso otorgarse un papel relevante dentro de la plantilla por el hecho de ser, en teoría, el delantero titular. «Me considero un jugador más dentro del grupo, he venido a sumar y a aportar mi granito de arena», remarcó Enric.