El Tenerife 21/22 es otra cosa. No es un equipo redondeado, porque le faltan jugadores esenciales en puestos clave, pero ya ha dejado patente una evolución en su juego.

La primera presencia del nuevo Tenerife en el Heliodoro deja la sensación de un equipo sensiblemente mejorado respecto al de la campaña anterior. Hay en este proyecto una apuesta por el talento, concentrado de medio campo hacia delante que permite al equipo dominar el juego, algo que no estaba a su alcance en la campaña anterior. Ramis, no obstante, trabaja sobre la idea de que el Tenerife sea capaz de competir en todas las versiones a la que se puede ver exigido cualquier equipo en el fútbol moderno. Ahora ya los partidos no son de una sola manera, hay que adaptarse a competir en todos los campos. Lo diferencial de este equipo es que cuando va al frente, generalmente a partir de la necesidad de mejorar el resultado (como en la segunda parte el sábado), tiene capacidad para controlar, para ser profundo y generar ocasiones manteniendo su bloque alto. Le falta más capacidad de remate, mayor intimidación en el área, pero eso viene en camino.

Son lecturas subjetivas, pero hay posiciones mejorables incluso con los jugadores que ya están en la plantilla. Sin ir más adelante, en la portería. La vieja inquietud, inexplicable por cierto, de buscarle un sustituto a Dani Hernández ha coincidido con su suplencia. La realidad es que Soriano no lo mejora, en especial en el manejo del área. Se echa de menos la seguridad del juego aéreo que garantiza el hispano-venezolano. Luego, en el lateral izquierdo, es posible que cada uno de los competidores por el puesto repartan partidarios, pero la aparición de Álex Muñoz es un impacto, un salto de calidad en términos absolutos, sin reparar en virtudes concretas. Más difícil lo pone Mellot, aferrado a la tarea en el lateral derecho, a pesar de que Shaq Moore tiene una jerarquía.

El líneas generales, el Tenerife es sensiblemente mejor que el heredado de una gestión atrabancada, con continuos cambios en la dirección técnica y en el banquillo. Ahora hay un proyecto, con jugadores fichados para dos o más años, y sobre las bases de una idea. Así, la presencia de Míchel en el eje tiene la profundidad de un cimiento sobre el que articular la segunda mitad del bloque. El oficio de Míchel, su regularidad en el juego, su presencia en el campo son el principio del cambio, que encuentra su expresión cumbre en tres cuartos de campo. Shashoua, un volante versátil, con regate, con pase y con llegada, ya tiene socios, como Rubén Díez, que es de su cuerda. El hecho de sacar esa baraja en la partida enchufa por inercia a futbolistas como Bermejo.

Mención aparte para Corredera. Tiene cuerpo de media punta jugón, de esos que van y no vuelven. Nada que ver con la apariencia. Con su zurda envenenada, el sábado nos destapó la faceta de organizador de todo el campo, de los que tienen criterio para gobernar el juego. Constante, resistente y descarado. No es Milla, es Corredera. Es el único fichaje con valor patrimonial de futuro que ha añadido Cordero a la plantilla.

La obra no está acabada, pero tiene muy buena pinta.