El Tenerife de la segunda parte es un equipo prometedor. A este nivel, tiene calidad y talento suficientes para inclinar los partidos a su favor en el Heliodoro contra la mayoría de rivales. Esta vez le faltó el gol, no tanto el acierto, porque dos de sus cuatro ocasiones fueron con disparos que salvó un Mariño muy meritorio, y las otras dos con los tiros cercanos de Shashoua y Álex Muñoz repelidos por la madera. El caso es que el empate queda en un segundo plano, porque a veces hay más cosas buenas que llevarse de un mal resultado. El equipo de Ramis encontró su dinámica más conveniente en la segunda parte, la que necesitaba para llevar el partido a su franja fuerte en el campo, cuando cogió la pelota. Así activó a Corredera en el papel de organizador, y de esa manera logró conectar su fútbol con los jugones que tiene en tres cuartos. Fue media hora para ilusionar. El equipo achicó al buen Sporting de la primera mitad, lo empujó hacia su área y le quitó el balón. Cerca de la frontal, este Tenerife tiene peligro por todas las zonas. Por ejemplo, la primera gran ocasión llegó por la izquierda, en una acción genial de Bermejo que dejó atrás a su defensor pisando la pelota sobre un giro, encaró a Mariño y disparó contra su cuerpo (55’). La segunda se generó por el lado contrario, cuando Mellot ganó campo, cedió a Shashoua y el inglés controló y sacó una volea a la media vuelta que fue repelida por la base del poste (62’); y la tercera se gestó por el medio, con un disparo de Corredera que rechazó el portero y continuó Álex Muñoz con un chutazo al larguero (78’). Cuatro ocasiones clarísimas, suficientes para ganar la mayor parte de las veces. Ayer, no sucedió, pero partidos como este se escapan pocos.

El talento, al poder.

El cambio que dio el equipo de una mitad a otra tiene que ver con la zona del campo en la que jugó y con el protagonismo de sus elementos clave. Cuando Corredera asumió la organización del juego, el equipo carburó sin parar. El joven centrocampista ocupó de inicio la teórica posición de Nono, pero más orientado a caer por el interior derecho, fue más un ‘8’ que un extremo. Dejó la banda abierta a Mellot y se ofreció cerca de Míchel para darle conexiones al juego. El equipo no tuvo balón y él se diluyó. En la segunda parte tomó autoridad y se puso a dirigir el juego con la espalda asegurada por Míchel Herrero (!Cuánto hace recordar al gran Richi de la 2008/09¡). A la vista de ello Ramis acentuó la dinámica favorable con sus cambios. Centró más al catalán y dio entrada a Nono para añadir ruptura por la derecha. Luego empezó a sumar frescura y empuje desde atrás con Álex Muñoz y Shaq Moore. El Tenerife acabó con una alineación potente en el campo y con Ethyan de ariete. El canterano no estuvo mal, pero no le cayó una pelota favorable para mostrar su buena relación con el gol.

La mitad menos buena.

Todo ello sucedió tras una primera parte que tuvo un signo diferente. La dominó el Sporting porque impuso poco a poco la calidad de su elaboración y la presión alta después de cada ataque. El Tenerife no tuvo desahogo casi nunca. Se fue echando atrás y, aunque tampoco yendo por detrás de su rival pareció incómodo, sí es verdad que jugó con fuego. Djuka pudo marcar en el 39’ en un saque de banda que abundó en la irregularidad de Pomares. Los asturianos lograron un saque de banda presionando al Tenerife en la salida. Sacaron rápido, Djuka le ganó la espalda a Pomares y entró en diagonal a la portería, incluso dejó botar la pelota ante Soriano, pero se llenó de balón y lo lanzó alto. En un partido tan cerrado como estaba, una opción como esa es oro molido...

El Tenerife se acercó muy poco antes del intermedio, tiró varios centros bien divididos y solo tuvo sensaciones prometedoras cada vez que disputó el balón en el área por arriba. En una de esas acciones pudo marcar Sipcic (12’), cuando tras el cabezazo de Sergio González se encontró en el segundo palo y remató también con la testa, pero el meta le tapó la posibilidad de hacer gol.

El Tenerife trató de desconectar el ataque de los gijoneses apretando la salida de balón desde Mariño, para sacar de la circulación a Gragera y Nacho Méndez, pero solo lo consiguió en cortas franjas de tiempo, de manera que, más allá de que su repliegue (4-4-2) fue bueno y le permitió no pasar casi apuros, la sensación es que siempre estuvo lejos de imponerse, a remolque de la calidad de elaboración del rival durante toda la primera mitad.

Cuando en un equipo como el de Ramis, los mejores han estado tan fuera del primer plano, cabe suponer su margen de mejora implica que el partido se le va a hacer largo al rival. Fue lo que sucedió. El segundo tiempo deja la sensación de que estamos ante una temporada prometedora, porque este es un equipo bien construido, con calidad y recursos. Convendría empujar en la misma dirección en la semana que queda de mercado para ponerle la guinda a la plantilla. Fichar a un buen delantero es la diferencia entre sumar un punto o ganar los tres.