El día más esperado, el del regreso de los aficionados al Heliodoro Rodríguez López, 17 meses después de aquella gozosa tarde con el triunfo sobre la Ponferradina, no decepcionó. La gente se reencontró con su equipo y la fusión generó un clima emotivo.

La afición volvió al Heliodoro. El volcán volvió a resurgir. Las sensaciones fueron diferentes. Para los que estaban arriba y para los que sintieron el apoyo desde abajo. Con orden, de manera rigurosa, como era preceptivo, los abonados que decidieron cumplir los requisitos y acudir al Estadio, fueron ocupando sus localidades. El viejo recinto capitalino presentó la imagen de una entrada (5.059) que en cualquier otro momento de la historia contemporánea del Tenerife habría parecido muy floja, desalentadora incluso. Sin embargo, ayer supo a gloria ver las gradas ataviadas de blanquiazul y sentir cómo los hinchas tiraban de su equipo para intentar doblegar al Sporting. Santa Cruz recuperó ese latido tradicional de los días de partido, porque el movimiento, en realidad, se nota más allá de los aledaños del campo. La deseada vieja normalidad.

El Heliodoro suena a lleno

En medio de tantas emociones, las lágrimas contenidas de Suso en el palco de jugadores, cuando el Estadio sonó a llenó al grito de Suso, Suso, Suso, en el minuto 10. El tinerfeñismo le debía una despedida. a su gran capitán.

«Me ha hecho muchísima ilusión verlos otra vez. Ya antes de empezar hubo color y energía contenida, y durante el partido, cuando les hemos dado razones y el equipo estuvo intenso y concentrado, nos han empujado muchísimo, para terminar llegando con muchos jugadores al área. Ese empuje de la grada lo notamos y nos va a ayudar mucho», resumía Luis Miguel ramis el sentir de todo el grupo de profesionales que saludaron esperanzados al principio y se despidieron agradecidos, aunque tristes al final.

El Heliodoro suena a lleno

Si hay un caso paradigmático de lo que representa este plus para los futbolistas es el de Shashoua, que se ha enfundado el traje de líder del tinerfeñismo en medio del silencio. Su primera temporada en el club, no pudo sentir a la gente desde el verde, porque estuvo todo el curso lesionado. De vuelta de su cesión, el inglés no había podido estar en el centro de la agitación del tinerfeñismo. Ayer lo sintió por primera vez. «Ha sido increíble. Tenía muchas ganas. No había podido hacerlo y da una energía tremenda a todos los jugadores, sobre todo en los momentos malos. En la segunda parte dimos un paso al frente, nos ha ayudado un montón. Se ha notado su ruido, da una energía de locos». Es el primero de muchos días.

Los aficionados del Tenerife aportaron el empuje a su equipo en los momentos clave del partido y se hicieron sentir. Los jugadores nuevos en el equipo compartieron con los veteranos la experiencia de ser local en un campo caliente. Solo falló el resultado.