El Tenerife certificó su continuidad en la Liga Smartbank con una victoria convincente, en la que expuso su identidad más pura, la que le ha dado Luis Miguel Ramis desde que pudo juntar más de un par de entrenamientos: un equipo rocoso, casi impenetrable en el ataque estático, y que sabe aprovechar sus ocasiones para sumar de tres en tres. Cuando yerra en labores defensivas, lo paga. Cuando le falta acierto en el remate, también. Ayer no dio disgustos de ninguno de los dos tipos y, por eso, demostró su superioridad sobre el Sabadell en el terreno de juego y en el marcador.

Fue un ejercicio de paciencia, como tantos otros en el presente curso. Porque, por sus características, a los insulares les benefician los encuentros en los que pasan pocas cosas. Y si pasan, que sea porque ellos quieren. Así fue, durante los 90 minutos, en la Nova Creu Alta. Por eso nunca tuvo opción la escuadra de Antonio Hidalgo que, con escasos mimbres, apura todavía las opciones de permanencia porque ha creído en lo que hace durante 39 jornadas. Ese, uno de los secretos de la competición, pareció fallarle en las últimas semanas al Tenerife. Pero no fue el caso de ayer.

El efecto del gol fue inmediato para ambos conjuntos. Quedó tocado el Sabadell, que se agarró a las cuerdas para evitar el KO definitivo en los siguientes asaltos de la contienda. Lo pudo provocar Shashoua, que lo hizo todo bien menos el remate (36’). Pero pasaron los minutos hasta que sonó la campana del descanso sin novedades en el electrónico.

Hidalgo dio entrada a Heber por Juan Hernández, que había recibido un golpe en la primera parte y no pudo seguir. El clásico jugador con tanto talento como mala fortuna con las lesiones. Dani Hernández, que no se había manchado los guantes en los primeros 45 minutos, vivió en la frontera de la taquicardia durante los primeros compases de la reanudación. Fue la clásica salida fría del Tenerife tras el receso. Sergio González, perfecto en todo hasta entonces, despejó sobre su portería en un centro al área de los locales (47’). Lo arregló el portero con mirada posterior de aviso serio. Las hostilidades se habían desatado.

Pero como cada hoja, hay un haz un envés. El del Sabadell fue que su paso adelante evidenció sus carencias. Esta vez las iba a aprovechar un cuadro tinerfeño muy cómodo desde que se desperezó. Y en una falta lateral botada por Vada, Sergio González entró adelantándose a su par para rematar a la red (57’). Cero a dos y partido resuelto. Salvo desgracia. Se trataba, claro, de evitarla.

A eso se entregó en cuerpo y alma el Tenerife. Mientras Hidalgo buscaba refresco con Ozkoidi, Boniquet, Néstor y Édgar (este algo más tarde), los de Ramis se juntaban para convertir la circulación arlequinada en un ejercicio de estéril. Noqueado por ese segundo directo al mentón, el Sabadell tiró de orgullo. Llegaron los centros al área, las acciones individuales enforma de guerra de guerrillas y hasta los meritorios, como Stoichkov, tratando de hacer más de lo que les corresponde y en territorios que no deben.

Javi Alonso estrelló un chut de media distancia en el larguero cuando parecía que solo se jugaba en una dirección (57’). Era un aviso para los locales, obligados ya a atacar con la guardia baja. Fran Sol, en una doble ocasión, pudo poner el punto y final (63’) poco más tarde. Fue su última aportación antes de que entraran Joselu y Apeh por él y Shashoua para que no cambiara nada. Tardó Ramis en dar entrada a Germán Valera, que se relamía en la zona de calentamiento con los espacios que dejaba ya la escuadra adversaria.

Néstor Querol (76’) fue el único que hizo emplearse a Dani. La impotencia se había ido apoderando de un Sabadell que ya se hacía daño hasta para el siguiente compromiso a base de evitables quintas amarillas. Cuando vio que no podía y el Tenerife se dio cuenta, llegó el armisticio. Unos porque se van de vacaciones, otros porque vuelven a subirse al ring en 72 horas. Ya sin margen.