Luis Miguel Ramis ha sido sancionado por el Comité de Competición de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) con dos partidos de suspensión después de la expulsión que sufrió en el partido contra el CD Mirandés del pasado miércoles. El mismo castigo ha recibido Josema Gil, su segundo entrenador, con lo que ambos deberán ver los partidos contra el Castellón y el Girona desde una ubicación alejada del césped.

La resolución disciplinaria hecha pública en la tarde de ayer se refiere al artículo 120 del Código Disciplinario para justificar la sanción: “Protestar al árbitro principal, a los asistentes o al cuarto árbitro, siempre que no constituya falta más grave, se sancionará con suspensión de dos a tres partidos o por tiempo de hasta un mes”. Al ser la primera ocasión en la que caen los técnicos blanquiazules, Competición aplica la sanción mínima dentro del rango previsto.

Ramis deberá elegir ahora quién será su voz desde el banquillo el próximo domingo. El preparador físico, Miguel Ángel Fernández; y el analista, Iván Madroño, son dos de las opciones. Como suele suceder en estos casos, habrá contacto directo desde el palco del Heliodoro con el banquillo para agilizar instrucciones o decisiones técnicas.

En el club ya se esperaba este castigo. De hecho, el entrenador del Tenerife ya se refirió a “dos partidos” en la rueda de prensa de Anduva. “Primero se ve que pita falta porque señala con el brazo. Luego da balón a tierra porque entiendo que cree que hay un golpe peligroso, pero es que no se puede parar esa acción”, se lamentaba en la comparecencia ante los medios sin llegar a entender su expulsión posterior. “Le dije al cuarto árbitro muy mal en esa acción. Vino Víctor Padrón (el delegado) cuando estaba dando la charla y me dijo que estaba expulsado, y no lo entiendo”, agregó.

No fue el único sorprendido ni castigado Ramis porque, por protestar, fueron amonestados tanto Carlos Ruiz como Vada. Los blanquiazules no daban crédito a la acción, que había acabado en gol tras el remate de Aitor Sanz. “Es una lástima que no dejara continuar, pero tenía que haberlo hecho y luego revisarla”, valoraba Nono. Para su compañero Carlos Pomares, “la acción era muy clara” y no debió ser anulada. “Me recuerda al partido de Zaragoza, por el gol anulado, porque eso hubiera cambiado todo. Consigues el gol y no sube al marcador”, expuso el lateral izquierdo para el que los árbitros “últimamente penalizan más que ayudar” con sus decisiones. Él mismo vio la quinta cartulina amarilla de su ciclo “haciendo solo tres faltas en 90 minutos”.