Puntito a puntito el Tenerife se acerca a la permanencia. Pero las formas son tan rústicas que, más que ilusionar, invitan a pensar en la próxima temporada. El ejercicio de ayer fue de pura impotencia, de un equipo capaz de defender extraordinariamente bien pero que ataca tan mal que provoca desesperación. Ayer, por momentos, sobre todo en el tramo inicial de la segunda parte no pareció ni querer. Más que por desidia porque no confía en lo que hace cuando tiene el balón en su poder. Lento y previsible cuando circula, individualista y entregado a la inspiración cuando entran los buenos. Pero sin gol. Remató nueve veces y ninguna de ellas entre los tres palos. Escalofriante.

Con la cantidad de ausencias por lesión, protocolo covid-19 o sanción que tenía Luis Miguel Ramis ayer, debió pensar que alargar la lista no sería buena noticia de cara a la recta final del Campeonato. Decidió entonces repartir cargas, hacer buena su frase del día anterior de tener “fe en todos los jugadores” y rotar. Mucho. La delantera, por ejemplo, fue lo más sorprendente: Fran Sol fue suplente y entraron Joselu Moreno y Manu Apeh (cero goles entre los dos). Además, descansaron Shaq Moore y los de talento: Germán Valera y Sam Shashoua.

Y la verdad es que mal no le salió si se atiende a la puesta en escena. El equipo blanquiazul generó hasta ocho remates en los primeros 45 minutos. Otra cosa es el acierto. Sobre todo si el lateral izquierdo (Pomares) lleva más goles (2) que todo el bloque ofensivo (1) que formaban Vada, Nono, Apeh y Joselu. De estos dos últimos se generó la primera, con centro del nigeriano y tiro de Joselu arriba (5’). Poco depués el que cabeceó fue Apeh (8’) sin encontrar portería a la salida de un córner. A continuación con un remate alto un servicio de Nono desde la banda derecha (9’). Completó la lista de acercamientos tinerfeños Nono, con un disparo lejano que se fue fuera por poco (16’).

Hasta ese momento nada se sabía del conjunto burgalés, que cometió errores en la salida y se vio impotente para superar la telaraña defensiva, ayer casi siempre en bloque alto del Tenerife. De Dani Hernández no se sabía ni el color de la camiseta hasta que Meseguer cabeceó blando un centro de Víctor Gómez (19’).

Pero este arranque de los blanquiazules se fue diluyendo en ritmo y confianza. Tanto llegar y no marcar es lo que tiene. El último cuarto de hora de la primera parte fue una invitación a darle la razón a Florentino Pérez con la fallecida Superliga. Del tedio despertó a la afición visitante el colegiado con una decisión incomprensible en el alargue. Convirtió en falta un choque de Lizoain con su defensor Vivian, evitó que Aitor Sanz rematara a la red (ya había parado la acción cuando el balón entró) y terminó amonestado a Carlos Ruiz y a Vada, además de expulsar al segundo de Ramis por protestar. Luego escondió su error decretando balón a tierra.

Del despropósito de Galech Apezteguía al receso. Se jugaba más a lo que quería el Tenerife, pero hacía falta gol. Resultaba imposible no pensar en Fran Sol, Sam Shashoua o Germán Valera como soluciones. Aunque luego no lo fueran. Ramis dirigió desde la grada porque un comentario sobre la acción polémica provocó una expulsión casi telemática. Se la comunicó el trencilla al delegado durante la charla del técnico con los jugadores en el descanso.

Desde allí pudo ver un arranque de segunda mitad esperpéntico en lo ofensivo por parte de los suyos. Con jugadores negados, como Nono o Joselu, y otros que dan para lo que dan (Apeh), pese a su notable esfuerzo. El Mirandés, que algo tuvo que ver en el asunto, dejó de ir a buscar al Tenerife cerca del área de Dani Hernández en la presión. Cambió a bloque medio y se dedicó a dificultar la ya de por sí cansina y poco incisiva circulación insular. Así, de finalizar jugadas con cierta facilidad pasó el cuadro blanquiazul a encontrar dificultades para provocar acciones de remate.

Los cambios tardaron en llegar, pero tampoco arreglaron mucho el asunto. Fran Sol, que venía constantemente a buscar el balón, se equivocaba. Shashoua, enfadado por no ser titular, no aportó absolutamente nada. Valera, que entró más tarde, no dispuso de espacios para explotar su velocidad e intentar el desborde.

Así, el balance ofensivo del Tenerife se redujo a un cabezazo de Fran Sol a centro de Kakabadze (67’) y otra acción del delantero en la que, al no esperar el fallo de Berrocal, no logró enganchar el remate estando en una posición inmejorable. Por si fuera poco el despropósito insular de la segunda parte, Pomares vio la quinta cartulina amarilla y se perderá el duelo del próximo domingo contra el Castellón en el Heliodoro Rodríguez López.

Tampoco es que el Mirandés esté para mucho más. Asustado y sin recursos, se limitó a intentarlo a la tremenda. Álex López, de falta, probó a Dani Hernández (59’) en el peor momento de los visitantes. Casi al final, Mario Barco apareció en dos acciones que taparon Carlos Ruiz (78’) y Dani Hernández (93’). En medio, también desde lejos, lo intentó Genaro (86’). Pero de estos cuatro acercamientos no se puede extraer ni un mísero uy.

Por eso, Mirandés y Tenerife igualaron a ningún gol, a poco fútbol y a mucha impotencia. La de dos equipos que navegan por la medianía de la tabla. Tan lejos de problemas graves como de engañarse con una vana ilusión de playoff. No dan para eso.