La segunda parte que hizo el Tenerife anoche terminó siendo el mejor rato de fútbol que ha protagonizado el equipo en la etapa de Ramis. Tal vez esta valoración, subjetiva claro, esté relacionada con la forma de ganar, con el hecho de que el equipo blanquiazul haya abandonado tras el descanso el papel segundón de otras actuaciones en el Estadio. De vuelta al campo tras un primer tiempo de perfil bajo, el bloque fue a buscar el partido más arriba, desconectó al Sporting de la larga fase de dominio cómodo de los asturianos en la primera mitad, llevó el juego a la zona donde tenía más elementos de desequilibrio con la pelota, los tres cuartos de campo (Shashoua, Vada, Bermejo) y logró inclinar la tendencia hacia su juego de ataque, de creación, sin que por ello haya perdido solvencia cuando no tuvo la pelota, porque defendió bien a campo abierto, asignatura suspendida otras veces. Cabe pensar hasta donde ha influido la falta de confianza en este tipo de apuesta hasta ahora. Todo lo que se ha argumentado como justificación de las pobrísimas exposiciones futbolísticas anteriores, queda desarmado con un segundo tiempo altamente competitivo. Excusas. Claro que el Tenerife puede jugar bien y seguir ganando. Hay que atreverse y juntar en el campo a los jugadores que definan un estilo concreto. En este sentido, el partido que hizo Javi Alonso, peón eficaz de técnica notable y en crecimiento constante, fue un acto de fe para reivindicar que con buen pie también se gana. Mucho más en esta plaza; es verdad que la historia no juega, pero ‘obliga’.

El Tenerife empezó la segunda parte dando señales de asentamiento en una idea de partido más agresiva, más atrevida, de tomar iniciativas. Así, la primera transición a campo abierto le sirvió a Shashoua para provocar la tarjeta a Marc Valiente, todo un gesto de cambio de rumbo en el curso de las cosas. La segunda muestra de que estábamos ante otro desarrollo, a renglón seguido, fue la que sirvió para generar la ocasión más clara hasta ese momento, en una demostración de habilidad de Javi Alonso que le puso en bandeja el remate a Bermejo, pero el catalán no cogió de lleno la pelota y su disparo se fue cerca del segundo palo.

El Sporting tuvo diez minutos buenos, cuando fue capaz de tocar rápido cerca del área y hacer ancho el campo de ataque. De una acción de ese estilo nació un centro de Bogdan que rechazó Dani en su única intervención comprometida de la noche. La respuesta del Tenerife fue definitiva. El gol de Fran Sol en el minuto 67, que llega producto de un error de Mariño en su corto rechace, asentó más al equipo de Ramis, que concedió cuatro o cinco disparos de Djuka como respuesta visitante, pero todos forzados, nunca con ventaja. De hecho, con el marcador 1-0, el Tenerife fue más dueño de la situación, del control, de los ritmos, de los espacios y de las llegadas, que cuando el encuentro estaba empatado. Antes del tanto de Sol, Aitor hizo otro servicio a la causa, que le cuesta una sanción más, pero con su agarrón a Djuka impidió que el serbio potabilizara su única ventaja.

Lo de antes, el contraste.

A este segundo tiempo tan pletórico, realmente convincente en el desempeño del conjunto de Ramis, se abocó un encuentro que antes, en la primera mitad fue parejo, casi anodino. Como declaración de intenciones, de salida el Tenerife trató de generar espacios desde su repliegue y de explotarlos luego, y el Sporting asumió su papel de aspirante, tomando la iniciativa para ir a ganar con la pelota. En el pulso estratégico, al equipo de Ramis le fue peor su relación con el balón en las ocasiones en que consiguió correr que las pocas veces que le puso pausa al juego. Cuando realmente logró robar y salir al espacio, como era su idea, acabó mal las jugadas, a veces impreciso y otras precipitado, o las dos cosas a un tiempo, como le sucedió a Shaq Moore, que centró antes de tiempo y muy plano tras una ruptura alimentada fantásticamente por Aitor Sanz en profundidad (21’). Ramis alejó mucho del área a sus peloteros (Vada, Shashoua y Bermejo), que fracasaron en el primer tiempo, porque con esos argumentos el equipo no vive en esa zona, tratar de llegar cerca del área rival a la carrera. Si no es preciso, no hace daño. Siempre se puede intuir que el cambio de intenciones de una mitad a otra fue un plan estratégico y que la presencia de los peloteros en el once tenía reservado su momento...

Fue un primer tiempo en el que pasaron muy pocas cosas, más allá de las apariencias. El Sporting pareció siempre un punto por encima, en su intención de ir a buscar el partido, de jugar en campo rival, en su capacidad para filtrar hacia adelante y para recuperar rápido el balón, y también por su presencia en las cercanías del área local y su número de intentos de encontrar el gol (6). Todo, en el guion de esta primera mitad fue un intento frustrado, porque salvo un disparo cercano de Manu García (29’) y un pase suyo que dejó solo a Pablo Pérez, al que Álex le quitó el remate, el equipo asturiano, dominador del juego, no remató ni una vez entre los tres palos. De hecho, el único que lo hizo fue el Tenerife, en una acción de Bermejo en los primeros minutos.

Dos tiempos, dos tipos de partidos, dos versiones del Tenerife. El asunto se puede reducir a una cuestión de gustos, pero cuando jugando bien además se gana, la vieja discusión se simplifica bastante. Sería perfecto que el equipo estuviera ante un punto de partida. Poder, sí puede.