Mucho se ha discutido sobre el modelo de juego instaurado por Luis Miguel Ramis, indudablemente poco atractivo para el espectador. Pero los números cantan y le dan la razón al técnico. Es más, en cuanto se ha producido cierta relajación en los niveles de concentración y han aflorado de nuevo los errores individuales, han vuelto las dudas.

El CD Tenerife ha sido incapaz de remontar un partido en las 32 jornadas que ha disputado en el presente Campeonato. De ellas, en 17 ha empezado perdiendo y nunca consiguió darle la vuelta al marcador para acabar ganando. Ese cero de 17 tampoco se arregla mucho con los empates, puesto que los blanquiazules solo rescataron un punto en cuatro oportunidades (los dos duelos contra el Fuenlabrada y las visitas a La Rosaleda y El Molinón).

Los datos, conocidos y tampoco mejorados por Luis Miguel Ramis, llevaron al técnico a apostar por un modelo de fútbol en el que primaba el no conceder ocasiones por encima de la generación de juego ofensivo o la presencia de futbolistas de talento sobre el terreno de juego. Ahora, que se debate la conveniencia de esta elección, conviene poner sobre la mesa los números más recientes.

Secuencia ganadora.

Después de perder a principios de diciembre en Oviedo (4-2), Ramis echó el cerrojo. En los siguientes siete encuentros, sumó 16 de 21 puntos. Lo hizo dejando su portería a cero contra Girona (2-0), Castellón (0-1), Cartagena (3-0), Rayo (0-1) y Ponferradina (1-0). Encajó en dos encuentros, los dos que no ganó, ante Lugo (2-0) y Fuenlabrada (1-1). El Tenerife pasó de estar en descenso a distanciarse hasta ocho puntos de los últimos puestos.

Secuencia reciente.

Desde entonces, pareció tomar fuerza la posibilidad de entrar en la pelea por el playoff. Los de Ramis solo han mantenido la portería a cero en uno de esos últimos siete encuentros... y lo ganó. Fue contra el Albacete (2-0). Consiguió otra victoria (3-1 al Alcorcón), la primera encajando goles. Pero no le salió rentable el cambio, puesto que acumuló tres derrotas y dos empates en el resto de duelos. Total: 8 de 21. La mitad de puntos que cuando no encajaba goles.

Errores individuales.

El pasado sábado, en Logroño, fue un mal control de Fran Sol en área propia el que originó el tanto de la derrota. Contra Las Palmas, un despeje al centro de Sipcic sin blanquiazules para tapar el rechace, dio el 1-1 a los amarillos. En Málaga, un autogol de Nono después de un desajuste de Álex Muñoz. En Zaragoza, una fría defensa de Pomares y un cabezazo de Alegría sin oposición. Ante el Leganés, un resbalón de Shaq Moore. El Tenerife ha pagado caro cada fallo.

Incapacidad para generar

El gran pecado del Tenerife, lo que obliga a protegerse y mantener altos niveles de concentración para evitar errores con valor gol, es su incapacidad para generar juego ofensivo. Ni con Fran Fernández ni con Luis Miguel Ramis ha sido un equipo bien relacionado con el balón. Siempre le ha costado llevar la iniciativa del juego. Impreciso en la circulación, con tendencia al pase de seguridad y sin un especialista creador en el centro del campo, cada vez que ha ido a remolque ha sufrido por sus dificultades para controlar el encuentro desde la posesión y llevarlo al terreno de juego rival. Sorprende, con este diagnóstico tan claro desde las primeras jornadas, que no se acometiera la contratación de un mediocentro tipo Milla en enero. Ramis ha pretendido tapar esta carencia implicando a Nono y Vada en esta labor, pero el éxito ha sido escaso. Es una de sus asignaturas pendientes.