Undécimo contra duodécimo en el contexto de la Liga Smartbank y un partido más de la jornada 31 si no fuera porque se enfrentan dos eternos rivales. El derbi canario va más allá de los tres puntos, del sueño de catapultarse hacia la lucha por la sexta plaza, la única con visos reales de ser arrebatada a su dueño actual y que da derecho a disputar el playoff de ascenso a la máxima categoría. Tal es el objetivo asumido por los dos entrenadores, Luis Miguel Ramis y Pepe Mel. Pero ambos saben que ganar es más que eso y perder no solo te deja en el terreno de la intrascendencia, sino que te sumerge en la tristeza. Algo que lastra semanas y que mancha para el futuro.

En su impoluta hoja de servicios no puede el técnico blanquiazul permitirse un disgusto de ese calibre. Y menos a las puertas, como está, de afrontar las negociaciones para renovar. En Fran Fernández tiene su espejo. Del derbi salió casi con paliativos. Y dos derrotas en la misma temporada resultan inaceptables para una hinchada con pocas alegrías a las que agarrarse.

“No pienso en lo que no me gustaría que pasara, sino en lo que tenemos que hacer para que pase lo que queremos”. Esa perspectiva de Ramis invita a pensar en que tiene planificado cómo hacerle daño a los grancanarios. Volverán Carlos Ruiz y Aitor Sanz, reservados en Málaga por las tarjetas y con el sentimiento del clásico en vena a base de experiencia. De los dos sancionados de La Rosaleda, Shaq Moore y Valentín Vada, es seguro el primero. El segundo depende de la idea. Una segunda línea con Nono, Vada y Zarfino parece demasiado plana en el arranque. Sacrificar a uno permitiría incluir en el once a uno de los dos jóvenes talentos: Germán Valera o Sam Shashoua.

Los diecinueve años que lleva la UD Las Palmas sin ganar en el Heliodoro son ya demasiados. Lo saben en la orilla amarilla y quieren, por ello, aprovechar una oportunidad que no volverá a presentarse: jugar sin el ambiente infernal que les atenaza en cada visita, girar a su favor el puerta cerrada de esta temporada. Romper, por fin, una estadística que duele demasiado. Para Mel sería cerrar el círculo: él se sentaba en el banquillo tinerfeño la última vez que ganó la UD en el recinto de la calle San Sebastián (2001), él conseguiría poner punto y final a casi dos décadas de oprobio.

Para ello, planea dar un giro defensivo a su once. No tanto en el número de efectivos como en las características de los elegidos. Los hermanos Castellano podría ser dos de las novedades: Dani para cerrar el flanco izquierdo de la defensa en lugar de Jonathan Silva y Javi para sostener el centro del campo liberando a Sergio Ruiz.

No hay dudas por delante, donde los fichajes invernales Jesé y Mujica se han consolidado como pareja sin que Araujo haya planteado una hoguera de confrontación por partir de la banda. En el otro costado, Pejiño. Las cartas, alguna aún oculta, invitan a pensar en un duelo cerrado, igualado y de pocos goles. Pero los derbis son imprevisibles. Alguna vez, hasta se decide por un gol en propia puerta del portero. Las sorpresas de este, a partir de las 20:30.