La primera semana larga de entrenamientos que ha podido emplear Ramis en trabajar su idea ha cundido notablemente. El Tenerife se sacudió todos los datos en precario de las 18 jornadas anteriores y cambió también de manera sustancial su imagen. Ayer, por fin, fue un equipo muy competitivo, concreto, con una idea, probablemente potenciada también por la conveniencia de ceder el balón a un rival que asume la posesión como lección básica de su libro de estilo. El partido representó un contraste tan viejo como el fútbol: un equipo de ataque posicional contra otro de respuesta en transiciones, aprovechando los espacios. Los de Ramis plasmaron su plan de partido de una manera impecable: entregaron la pelota al Girona, le invitaron a subir con ella, así se fueron generando zonas descubiertas por las que desplegar en transiciones, y sacaron rentabilidad de ello hasta dejar medio liquidado el marcador en solo 34 minutos.

A la propuesta blanquiazul le dio alas el 1-0, que llegó antes del desempeño estratégico del que hablamos. La moneda esta vez cayó de cara en un tramo inicial de partido de ida y vuelta, demasiado abierto para lo que le interesaba a los locales. El Girona no acertó en sus llegadas claras y el Tenerife marcó en su segundo remate. Un centro de Álex Muñoz al área lo cabeceó Wilson, mejor colocado que Sol, picando su remate contra el suelo, para alojar el balón dentro por el segundo palo. Con esta ventaja, el Tenerife reforzó todo lo planeado, cerró más atrás con su 4-4-2 (los dos equipos sacaron este dibujo, aunque para cosas diferentes), dejó que el rival tocara y lo atacó en las escasas ocasiones en las que pudo recuperar el balón. El tramo que siguió al gol de Wilson marcó tendencias acusadas, casi extremas, entre el toque de los visitantes y el repliegue de los locales, con sus atacantes de banda (Bermejo y Nono) muy hundidos reforzando a los laterales en los costados frente al juego ancho de los visitantes, pero el paso de los minutos fue nivelando la situación. El Tenerife cada vez tuvo más desahogo cuando recuperaba la bola, y se sintió dueño de la escena. Mucho más cuando alcanzó el segundo tanto: Apeh corrió por un balón muy largo que cualquiera hubiera dado por perdido, llegó justo sobre la línea de fondo, se lo entregó a Shaq Moore, que centro tras un recorte, Bermejo prolongó de cabeza hacia el segundo palo y Fran Sol entró para marcar con la zurda desde muy cerca. Solo había pasado un minuto desde la parada de Dani Hernández respondiendo a la jugada individual de Bárcenas, que llegó casi hasta el palo y disparó contra las piernas del portero. Del 1-1 al 2-0, que fortaleció de tal manera el plan local, que el Tenerife ya no dejó de crecer en el partido y fue superando las adversidades que llegaron en forma de lesiones.

Apeh, que se había retirado lesionado, fue sustituido por Joselu, nada más volver de los vestuarios, en una señal de que Ramis aprobaba lo que había visto en la primera mitad. Por eso, en lugar de hacer un cambio más conservador mantuvo a los dos delanteros.

Su equipo ganó mucho en confianza, salió más frecuentemente hacia campo de ataque y terminó desactivando por completo el juego combinativo de un Girona que, lejos de poder filtrar pases para generar profundidad, fue perdiendo disputas en todas las zonas del campo y pareció a merced de un equipo blanquiazul que rondaba la sentencia. Pudo marcar Nono en el segundo palo ante Juan Carlos y, sobre todo, Fran Sol y Bermejo en una acción de carambola que salvaron Santi Bueno y el meta de manera casi milagrosa (66’).

Francisco empezó a darle vueltas a su equipo, quitando piezas de atrás y del medio y metiendo otras de mayor empuje y remate (Aday, que acabó de lateral derecho y Nahuel, su tercer delantero en liza). Con media hora por delante y mostrando ya una autoridad incontestable sobre el campo, el Tenerife perdió a Ramón Folch, también lesionado de tipo muscular. Entró Alberto, que sostuvo con un acertado Javi Alonso al equipo en el medio, pero la paz duró bien poco, porque en una disputa subida de tono, con manotazos y cabeceos, el majorero y Nahuel Bustos, que acababa de entrar, acabaron expulsados (74’). Ramis tiró de Carlos Ruiz, alineó a cinco al fondo y reordenó la segunda línea con tres hombres, Javi Alonso, Vada, que entró por Bermejo, y Nono. El último cambio aportó un refresco para la punta, con la presencia de Shashoua en lugar de Joselu, que se marchó cojeando tras recibir un golpe.

En medio de este panorama tan accidentado, el Girona se volcó casi a ciegas, tirando centros al área, pero a pesar de disponer de referencias como Sylla y Stuani, no remató casi ninguno, porque el dominio imperial que habían mostrado Wilson y Sipcic toda la noche, recibió con alivio el valor añadido de la presencia de Carlos Ruiz, para devolver sin agobios todos los balones que llegaron cerca de Dani Hernández.

El Tenerife respira, pero más importante parece lo que de verdad resulta perdurable, su mejoría como equipo, su orientación hacia una forma concreta de jugar.