Nono, uno de los mejores del Tenerife ayer, conduciendo el balón delante de Christian.

Por muchos partidos diferentes que hubiera imaginado Ramis durante la preparación de la visita al Oviedo, seguro que en ninguno pensó que su equipo iba a llegar al minuto 8 con dos goles en contra y con un futbolista menos. Lo que ocurrió en ese tramo desmonta cualquier plan y le concede demasiada ventaja a un rival que, con todo esto –que ya es mucho decir–, fue superior. Pero lo que vino a continuación no se quedó atrás.

Con todo en contra, los blanquiazules fueron capaces de igualar teniendo casi media por delante. Y después de hacer lo más difícil, reponiéndose de un inicio tan adverso y saboreando la posible conquista de un punto, encajó el tercer tanto en el primer intento ofensivo de un Oviedo que supo dictar sentencia un poco después.

El partido quedó condicionado muy pronto. Esa fue la clave. Probablemente, Pomares batió ayer el récord de la tarjeta roja más tempranera. En apenas unos segundos a partir del saque de centro inicial, el Tenerife se quedó sin la participación del valenciano. Con la intención de iniciar el encuentro enchufado, el lateral presionó a Juanjo Nieto en el campo contrario, cerca de la banda y a la altura del pico del área, pero lo hizo con la pierna en alto, rozando con sus tacos al futbolista. Ais Reig no lo dudó y le mostró la roja directa.

El primer revés no llegó solo. Consciente del hueco que se había generado en el costado izquierdo de la zaga tinerfeña, el Oviedo avanzó por ahí para que Juanjo Nieto, con la improvisada oposición de Bermejo como lateral, conectara con Leschuk, quien batió a Dani con un potente cabezazo (4’). Quizás, en ese momento Ramis pensó que habría sido conveniente reaccionar antes tras la expulsión de Pomares, metiendo en el campo al otro especialista en el puesto, Álex Muñoz. Precisamente, ese fue el cambio que realizó en el minuto 7, cuando su equipo ya iba perdiendo por 1-0. El sacrificado fue Joselu, la gran novedad de la alineación. El onubense, de regreso al que fue su estadio antes de fichar por el Tenerife, no jugaba de inicio desde el 3 de octubre, en el campo del Mallorca. Con tan poco tiempo en el campo, el delantero fue relevado para que el Tenerife se reordenada, ahora con dos líneas de cuatro y con Fran Sol aislado en ataque, desbordado en su trabajo de presión y pendiente de algún latigazo para mirar a la portería contraria.

Pero el desgraciado comienzo de encuentro iba a darle otro golpe a un Tenerife aturdido y moviéndose en el campo sin haber asimilado la acumulación de tantos inconvenientes. El Oviedo, en una línea totalmente opuesta, con confianza y claridad de ideas, no tardó en ampliar la ventaja. En el minuto 8, un pase atrás de Mossa dentro del área fue aprovechado por Leschuk para anotar su cuarto gol en esta temporada. Demasiadas facilidades por parte de un Tenerife al que, pese a la excusa del chaparrón de dificultades, se le desvanecía el argumento de haber logrado recuperar la solidez defensiva con el 0-0 ante el Leganés.

Con este panorama parecía todo perdido para un Tenerife al que le costó centrarse, algo normal dadas las circunstancias. Pero tuvo la entereza suficiente para aferrarse al partido gracias a un gol de cabeza de Álex Bermejo, a pase de Nono, justo en la jugada en la que había podido tocar más el balón.

El 2-1 al cuarto de hora dejó una lectura clara. El Oviedo también era vulnerable y todavía quedaban 75 minutos para evitar la derrota. Era cuestión de proteger la portería con más orden –así lo hizo desde entonces–, no cometer errores y exprimir al máximo cualquier aproximación al área local.

El encuentro no varió hasta el descanso. El Oviedo siguió dominando por completa a un Tenerife disciplinado, metido en su campo. Solo un disparo de Sangalli (21’) y un balón que no llegó atrapar Dani tras un centro del mismo jugador, con un flojo remate de cabeza de Sol a pase de Nono en medio de estos ataques del Oviedo, agitaron el resto del primer tiempo. Tal como había transcurrido ese período, lo mejor para los de Ramis era estar a solo un tanto del oponente.

Tras el descanso, el Tenerife fue madurando su plan frente a un rival cada vez más previsible y sin la suficiente profundidad para cerrar el partido. Así fue avanzando el tiempo hasta que los blanquiazules encontraron su momento con un centro lateral de falta, ejecutado por Aitor, que fue prolongado por Sol para que Carlos Ruiz superara a Femenías libre de marca. El granadino tuvo que esperar para celebrar el tanto, dado que Saúl Ais Reig no lo concedió hasta la revisión del VAR. No fue fuera de juego por unos centímetros.

Era el minuto 63 y el Tenerife había levantado un 2-0 con un futbolista en contra. Ya nada podía salir mal. ¿O sí?. De hecho, pasó justo en la siguiente acción. El Oviedo sacó de centro y buscó al determinante Juanjo, quien, con poca oposición para meter un centro, le puso un balón de oro al recién incorporado Rodri para que hiciera el 3-2. Esta vez sí, el impacto parecía definitivo. El Tenerife lo acusó y el conjunto asturiano solo tuvo que insistir para volver a tener una renta de dos tantos. Blanco recuperó un balón en el área contraria de manera incomprensible y firmó una asistencia para Borja, autor del cuarto gol local.

Aún así, el Tenerife tuvo fuerzas para seguir atacando, ya a la desesperada. Sipcic marcó tras un saque de esquina (88’), pero la jugada fue anulada por un empujón.

No fue por falta de entrega ni por mala actitud. Por momentos, el Tenerife demostró ser un equipo muy vivo, pese a todo. Pero encajó una derrota con tantas excusas como dañina. En el peor de los casos, caerá a la zona de descenso.