El Tenerife compitió, hizo muy pocas concesiones y salvó un punto, pero por el camino abandonó los progresos que estaba intentando hacer con la pelota desde que Luis Miguel Ramis se estrenó en el banquillo. Si lo de ayer no fue una renuncia a los métodos con los que el entrenador tarraconense trataba en sus primeros encuentros de sacar más rendimiento a estos jugadores, lo pareció.

Con una alineación en la que había seis cambios respecto al jueves, el Tenerife entró al partido suprimiendo un escalón en su dibujo, el del media punta de balón (Shashoua o Vada), y en su lugar añadió a un segundo delantero (Jorge) escalonado por detrás de Fran Sol. El desempeño del equipo desde el principio justificó ese cambio, que trajo consigo un giro en el estilo. La premisa fue jugar en largo, sin elaborar, ni siquiera cuando, pasada la primera media hora, pudo coger algunos rechaces en tres cuartos del campo de ataque, porque en esas segundas jugadas también fue muy directo, no buscó entrar a lo ancho, sino quemando rápido la pelota de frente. La consecuencia: el equipo se alargó y su rival, un Leganés de buenas maneras pero timorato y lento, se adueñó de una zona ancha en la que jugó muy cómodo.

La primera parte fue narcotizante. El Leganés aprovechó los metros que quedaron descubiertos en el medio y trató de elaborar con Gaku y Rubén Pardo, pero aún siendo dueño de la pelota, no generó nada de peligro, porque no hizo superioridad en ninguna zona del ataque. Llama la atención ver a un bloque de tanta calidad en el que los laterales no pasan del medio campo... Un equipo tan previsible (el de Martí) y el otro viendo el área rival de lejos, a pelotazos, sin ganar casi ningún balón con ventaja arriba (el de Ramis), convirtieron el primer acto en un lance insulso y aburrido. Es verdad que respecto al encuentro anterior, el Tenerife subió su nivel de concentración sin la pelota (todos sabían que ese tema entraba en este examen después de lo del Sabadell), pero más allá de defenderse hizo bien poco, dos o tres centros de Moore, como sin fe, y pare usted de contar. En el otro lado, el primer y único tiro entre los tres palos lo hizo el lateral izquierdo visitante Javi Hernández, en el 27’ y mordido, a las manos de su tocayo Dani.

La parte magra.

Todo aquello que merece la pena ser contado ocurrió en la segunda parte, casi exclusivamente en el campo de ataque de los madrileños, que tras la anulación del gol que marcó Arnáiz en el 47’ (tenía el hombro en fuera de juego), dieron un paso adelante, porque subieron sus niveles de atrevimiento para ir a recuperar la pelota más arriba. Durante media hora, el equipo pepinero dominó por completo el juego, ahora sí, con verdadera sensación de que podía ganar.

Viendo a su equipo encajado atrás y en serio peligro, como lo patentaron dos remates de Arnáiz cerca rozando palo, Ramis se decidió a desmontar el cambio inicial: quitó a Jorge, que no había sido de los más flojos, ni mucho menos, y devolvió al campo la figura de un enganche que tirase del bloque hacia adelante con la pelota, Shashoua. El cambio fue en el minuto 57, y solo tres más tarde, el inglés se arrimó a la izquierda, se fue con un cambio de ritmo y puso un balón envenenado, sobre la zona de remate al que no llegó Nono por centímetros. Esa resultó ser la opción más clara del Tenerife en el partido. Ni siquiera fue un disparo, pero pudo acabar en gol. También resultó la única intervención al suelo de Cuéllar...

El Leganés pudo hacer ostentación de banquillo, porque le sobra, entró Juan Muñoz y luego Sabin Merino, y ambos tuvieron en sus botas el triunfo. Tal como había sucedido en la comentada acción del tanto anulado a Arnáiz, Alberto volvió a medir mal, dejó botar el balón en el borde del área, Juan Muñoz le ganó la posición, disparó y Dani Hernández respondió rechazando con las manos, el balón le cayó a Sabin Merino, cuyo segundo disparo fue repelido otra vez por el portero, ahora con las piernas. Faltaban doce minutos para el final del encuentro. Quedó claro que el tren del gol había pasado de largo para un Leganés cuyos jugadores parecieron entender que lo mejor que podían hacer era conservar lo que tenían.

Una falta como consuelo.

En el Tenerife acaban de entrar Apeh (por Sol) y Álex Muñoz por Bermejo. Pomares acabó de extremo izquierdo. El equipo de Ramis, con los niveles de intensidad siempre muy altos, cogió aire en los últimos diez minutos, exhibió frescura suficiente para ir a la disputa más adelante y dio el paso a campo contrario apretando, ganando duelos y recuperando la pelota hasta encerrar durante unos minutos a su rival. Incluso disfrutó de una falta en la frontal, que Shashoua tiró contra la barrera (¡hay que ver lo que termina siendo noticia en tiempos de tanta precariedad!). Obviamente, ese rato de vigencia local en campo rival no pasó de la categoría de espejismo respecto a la realidad del partido. No hubo tiempo para mucho más, incluso los blanquiazules terminaron defendiéndose de tres córners seguidos en los minutos de descuento, para garantizar un punto. Pasados cuatro partidos, la sensación es que en el intento de sobrevivir, el cambio en el juego se ha evaporado. El equipo es corazón y compromiso.