No es un partido de datos ni de estadísticas, sino más bien de sensaciones. El Tenerife quiere, pero no puede. En medio de este examen parcial (solo ha transcurrido poco más de un tercio de temporada) y ya con un entrenador destituido, hay que empezar a mirar a otra instancia, a plantearse pedir explicaciones en otro despacho.

Con los números en la mano, hay cortada para esta derrota también, porque hasta diez jugadores blanquiazules remataron a portería para generar trece disparos, pero detrás de esa muestra estadística aparece otra vez la imagen de un equipo que no alcanza. Todo ese artificio atacante tiene que ver con la situación que se generó en el partido cuando el Sababell se vio con una clara e inesperada ventaja. El Tenerife tuvo siempre el balón y acabó avasallando a su rival, pero fue un equipo huérfano de desequilibrio, que propuso una organización ofensiva concreta y decidida, tratando de generar superioridades en los costados, pero incapaz de fabricar una ventaja para su delantero centro. La única ocasión clara entre tanto ruido, la fraguó Fran Sol cuando le dejó en bandeja el empate a Shashoua. El inglés le dio la vuelta a la moneda del domingo en Albacete.

La temporada del Tenerife es un todo, casi mono temático, pero cada partido es una secuencia y tiene su propia historia. La de ayer se escribe a partir de una salida muy fría, evidenciada por la falta de respuesta de Kakabadze, desbordado por el cambio de ritmo de Pierre Cornud en la primera acción del juego. El centro del francés lo recibió Guruzeta, de espaldas al marco, en el área, y se lo entregó a Stoichkov, que tuvo tiempo de rehacerse para controlar el balón, que se le había quedado, atrás, y colocarlo en un ángulo imposible para Dani Hernández. Iban 47 segundos (0-1).

No fue suficiente. A los 18 minutos, el Sabadell lanzó una falta desde la izquierda, casi frontal, ganó de cabeza en el segundo palo el central Aleix Coch, su prolongación al centro la cabeceó al travesaño Undabarrena y otra vez Colh se revolvió para marcar entre una nube de piernas, (0-2).

En acciones como esas hay que huir de profundas teorías futbolísticas y reparar en la contumaz falta de respuesta del Tenerife en determinados momentos, en situaciones concretas, pero en casi todos los partidos. Ese déficit también forma parte de la calidad defensiva de un equipo, que no solo se mide en contundencia, también en regularidad.

Casi más preocupante es la segunda parte del argumento, tras recibir los dos goles, los otros 70 minutos largos hasta el final. El Tenerife de Ramis, que está tratando de disimular la inseguridad que provoca la situación clasificatoria, ha mejorado en los procedimientos. El equipo no propone mal, tiene las cosas más claras, va adelante, tira a los laterales para arriba con la intención de hacer daño por afuera, los busca una y otra vez con cambios de orientación, intenta achicar desde segunda línea para coger los rechaces cerca del área y se prodiga más en el remate desde fuera, pero todo este ejercicio de buenas intenciones no le alcanza para el objetivo de alimentar a Fran Sol, para alcanzar cierta profundidad, para hacer daño, en definitiva.

Folch lo intentó con un disparo que rozó el poste (31’) y Álex Muñoz metió al equipo en la lucha con un soberbio gol caído del cielo, que no pareció una acción de este partido. El lateral se sacó un zurdazo imponente, con un golpeo plano, imparable, y lo colocó en la escuadra. Era el minuto 33’ y si bien no premiaba el inexistente desequilibrio en el dominio del juego, al menos sí era consecuencia de la insistencia local.

La ocasión y la impotencia

En el descanso, Shaq tomó el sitio de Kakabadze y ganó mucho campo desde el principio. La salida del Tenerife propició la jugada en la que debió llegar el empate (50’), una acción de Nono por la izquierda, con pase al área, que Sol dejó en bandeja a Shashoua. El inglés, negado ayer, la echó fuera con toda la portería para él.

Empezó entonces la carrera de los dos equipos mirando al reloj, porque el Sabadell fue haciendo cambios hasta acabar con un solo delantero y aceptar de forma indisimulada su paso atrás, hasta acabar con un repliegue intensivo. El Tenerife fue sumando presencia arriba. Ramis, que primero buscó más pase interior con Vada cerca del área, quitó luego a Aitor y a Fran Sol (inexplicable), retrasó a Vada y cargó con Apeh y Joselu. El último tramo lo jugaron Shashoua y Nono a pie cambiado, haciendo dentro, y eso disminuyó las opciones de tener ruptura por afuera... El partido ya era un monologo de ataque del Tenerife, pero sus centros frontales solo potenciaron la figura de Juan Ibiza y Coch, colosales de cabeza, cómodamente instalados cerca de su portero.

El Sabadell merece su reconocimiento. Tiene idea y táctica, juega valiente, con dos puntas que mezclan muy bien, finaliza todos sus ataques, y encuentra pausas que lo desahogan porque hace ancho el campo con la incorporación, casi con la presencia permanente, de sus laterales en la segunda línea, (3-5-2). Los niveles de calidad del equipo de Antonio Hidalgo, con las limitaciones propias de un recién ascendido, no le permiten tanto desequilibrio como el que consigue con las virtudes colectivas. Desde cualquier punto de vista, su victoria es justa.