Tres hombres de refresco validaron en la segunda parte el plan de Luis Miguel Ramis, que hizo rotaciones en el once, y pusieron punto y final a una racha de tres derrotas consecutivas. También queda atrás una etapa de 412 minutos sin gol blanquizul en Liga, una calamidad capaz de hundir a cualquier equipo en la clasificación. La victoria, ante el flojo Albacete de Aritz López Garai, da alas a un Tenerife (ahora) serio y que tiene para bastante más de lo demostrado en el primer tercio.

Y eso que, como cualquier escuadra en crisis, sudó más que disfrutó durante los 90 minutos. Porque de las crisis no se sale brillando, sino currando. Dani Hernández, Carlos Ruiz, Pomares, Nono, Vada y Apeh pusieron cara a la revolución del nuevo técnico tinerfeñista en su segundo encuentro en el cargo. Rotaciones, descansos y un plan: guardar fuelle para la segunda parte. El fútbol post coronavirus, con calendarios apretados y cinco cambios por jornada, obliga a cambiar la mentalidad. La puesta en escena del Carlos Belmonte lo vuelve a demostrar.

Salió mandón el Tenerife. Con el doble pivote de hormigón (Aitor Sanz y Ramón Folch), ayer más entonado, y un Vada capaz de canalizar el juego entre líneas. Insistió con envíos hacia Apeh para estirar a su rival y trabajó bien el nigeriano, tan trabajador sin balón como errático con él. Sipcic (2’) dio el primer aviso a balón parado, antes de que Manolito lo intentara sin éxito (6’). Sin salida, los manchegos sufrieron cada pérdida y las llegadas visitantes se fueron sucediendo sin resuello. Folch, en un córner (8’), y Nono después del saque rápido de una falta (18’), cerraron un tramo con colores negro y rosa.

Fran Sol regatea a Tomeu Nadal antes de marcar el 0-2 en el partido de ayer entre Albacete yTenerife.

López Garai recibió la primera mala noticia de la mañana con la lesión de Alberto Benito. Entró Carlos Isaac. Su equipo fue reduciendo distancias, pero sin rondar el área de Dani Hernández. Resolvía sin apuros el conjunto dirigido por Ramis, que no sufrió ni un sobresalto antes del descanso. Es más, fue de nuevo Apeh el que remató extraordinariamente mal para culminar una buena contra del Tenerife (39’).

La primera parte descubría brotes verdes: laterales más protagonistas, menos juego horizontal, sin abuso del pase de seguridad y mayor agresividad a la hora de buscar finalizaciones. Pero también la misma falta de gol de las últimas jornadas de competición. Y claro, con 45 minutos por delante y la sensación de que el Albacete se había escapado vivo, los miedos podían aflorar en cualquier momento. Ortuño estuvo a punto de dispararlos, pero el envío largo de Álvaro Peña lo abortó Dani Hernández en su intervención más exigente del encuentro (47’). Y es que el hispanovenezolano vivió una tarde plácida, ya sea por la incapacidad del adversario o por el entramado defensivo de los suyos. No fue, sin embargo, la mejor para los manchegos. Llegó al cuarto de hora de la reanudación. Fuster, a pase de Álvaro Peña, no encontró portería.

Para entonces, la posesión del balón estaba más dividida que en la primera mitad. Ramis lo había detectado y puso en marcha la parte final de su plan. Entraron Suso y Shashoua por Álex Bermejo y Valentín Vada. Verticalidad y desborde ahora que aparecían los espacios.

El premio no tardó en llegar. El inglés avisó con una acción que puso a prueba a Tomeu Nadal. En el córner resultante, sacó rápido Nono para Suso y este vio a Shashoua dentro del área: recorte y el balón a dormir a la red del segundo palo del meta local (67’). El clásico remate plástico que deja a gusto al ejecutor. Y con la pierna mala. De repente, un tesoro que guardar para el Tenerife. Era tan importante la victoria y tan tentadora la idea de dejar que el Albacete mandara para cazarlo en algún contragolpe que los visitantes se dejaron.

López Garai adelantó líneas dando entrada a Chema, Silvestre y Zozulia. Su equipo se plantó en una disposición más ofensiva, y con dos puntas natos, pero despobló el centro del campo. En los dos primeros intentos no cuajó. Pero a la tercera, ya con Fran Sol sobre el terreno de juego, ofreció el equipo tinerfeño un contragolpe de manual. De esos que se le pueden poner a los niños de nuestro fútbol base.

Salió Shashoua, que encontró fácil a Suso desplegando por la izquierda. Abrió campo el capitán, levantó la cabeza y vio a Sol llegando por el otro costado. Ejecutó el pase con el exterior de su pie derecho y puso al de Vicálvaro delante de Tomeu Nadal. Este definió como los grandes: dribló al portero en el momento adecuado y cruzó a la red ante el intento desesperado del zaguero por sacar en la misma líne el remate (83’). Era la primera vez que el Tenerife marcaba dos tantos en un mismo partido desde la jornada 1 de Liga.

En la que iba a ser también su primera victoria a domicilio, vivió la recta final con la soltura que da la ventaja en el marcador y la confianza, ese bien tan preciado que aparece solo a golpe de buenos resultados. Tan cómodo se encontró el Tenerife que Folch pudo aumentar la renta en el 89, si no fuera porque su disparo acabó estrellándose en el poste derecho. También Suso, al que le fue anulado increíblemente un gol en el alargue por un fuera de juego inexistente que no revisó el VAR.