Festín y liderato antes de llegar a la Final Eight... pero también alguna consecuencia negativa inesperada. El Lenovo Tenerife cerró ayer la liguilla del Sweet 16 en la Basketball Champions League gracias a su cómoda victoria contra el San Pablo Burgos (89-60) en un duelo sin demasiada historia y que al descanso ya estaba relativamente encarrilado (41-27) en favor del cuadro lagunero. Y es que el Burgos, como el propio cuadro canarista, tenía buena parte de sus sentidos situados en el duelo que reeditarán mañana ambos, ya dentro de la Liga Endesa, y en el que una victoria puede tener un mayor valor. Atada esa primera posición en el torneo continental que, sobre el papel, permitirá a los de Txus Vidorreta evitar a rivales de mayor entidad en el cruce de cuartos, aunque la principal preocupación que deja el duelo –y más con la cantidad de encuentros a afrontar en los días venideros– es el estado físico de dos de sus jugadores. Uno Sasu Salin, que apenas pudo jugar los cinco primeros minutos del choque a causa de un golpe recibido en el dedo índice de su mano izquierda; mientras que Santi Yusta se lastimó un tobillo en el intento de un mate y ya no volvió a jugar más.

De resto, entre su actividad defensiva y la superioridad interior (con 45 puntos entre sus cuatro interiores), el Canarias fue netamente superior a un adversario que ya dejó en tierra a Xavi Rabaseda y a Vitor Benite, y que reservó al interior cubano Jasiel Rivero. Una supremacía en el marcador (que llegó a una renta máxima de 31 puntos) que también permitió dosificar a los isleños, ya que ninguno de sus hombres importantes superó los 20 minutos sobre la pista.

Tras un arranque errático de ambos, el Lenovo Tenerife comenzó a carburar en ambos lados de la cancha. Atrás con mucha actividad de manos (robo de Huertas), aguantando el 1x1 de los tiradores del Burgos (Salin molestó siempre los lanzamientos a McFadden) y además controlando el rebote (solo uno ofensivo de su rival en el primer cuarto). Delante, y pese a no tener una fluidez superlativa, los de Vidorreta corrieron cuando pudieron, encontraron alguna que otra situación de tiro exterior, y además acabaron dando con superioridades debajo del aro. Se entiende así el 11-2 en cuatro minutos y medio.

Un obligado tiempo muerto de Peñarroya despertó al Burgos, que empezó a producir con algo más de facilidad. Pese a perder por sendos percances físicos a Rodríguez y Salin, el Canarias aguantó la acometida (14-8 y 19-14) en un intercambio de canastas en el que acabaron siendo desequilibrantes el momento de gracia de Guerra (10 puntos en 5’32”) y unas cuantas grandes defensas para acabar el primer acto (24-14).

En medio de un día gris desde el perímetro (se fueron al intermedio los aurinegros con 3/14 desde el 6,75; mismos guarismos, eso sí, que su oponente), el Lenovo siguió insistiendo en donde más daño hizo hasta ese momento: su mayor actividad atrás, y el juego interior, ya fuera con sus postes (19 puntos entre Shermadini y Guerra al descanso), como con un activo Sulejmanovic. Que Peñarroya estuviera reservando a Rivero también ayudó a explicar los 26 tantos de los aurinegros en la pintura tras los dos actos iniciales.

Argumentos suficientes, los puestos sobre el parqué por el conjunto lagunero, no solo para evitar cualquier reacción de los burgaleses (por momentos muy acertados con Renfroe yendo hacia dentro y con Salvó cortando por línea de fondo, para 14 puntos entre los dos), sino incluso para hacer más grande su ventaja. Una renta que tocó techo con un 2+1 de Rodríguez y dos puntos de Shermadini (41-24). Sin gran cosa en juego (solo 14 faltas entre los dos en la primera mitad), el deseo canarista marcó diferencias.

Entre la diferencia de los 20 primeros minutos y que la tendencia al volver de vestuarios, lejos de variar, se hizo más notoria en favor del cuadro lagunero, el encuentro apenas tuvo historia a partir del tercer periodo. El Lenovo elevó su colchón hasta rondar la veintena (47-29 y 54-34) antes de un momento mágico de Huertas (que sin haber anotado hasta el descanso metió 10 puntos en apenas 77 segundos para poner el electrónico en un 66-39).

Con todo sentenciado, el cuarto acto sobró por completo. El Lenovo bajó el pistón atrás, no estuvo acertado delante (su primera canasta llegó después de tres minutos y medio) y se limitó a dejar pasar el tiempo (con varios momentos de correcalles, pero también buenos minutos de Álex López para el 85-54) mientras contuvo la respiración en cada contacto (sobre todo bajo el aro a Shermadini) para evitar lesión alguna ante el maratón de partidos que se le avecina. El siguiente, este mismo jueves ante el propio Burgos. Esta vez como visitante y con la posibilidad de dejar amarrada la cuarta plaza de la Liga Endesa.