Con la cabeza alta, orgullo, decoro, arrojo... Cualquier calificativo elogioso sirve para definir la actuación ayer del Iberostar Tenerife en su visita al Baskonia. Complicada mezcla cuando los aurinegros salieron derrotados del Buesa Arena en el que es su segundo resultado liguero del curso. Un tropiezo, sin embargo, casi justificado toda vez que los de Vidorreta se presentaron en cuadro en suelo azulgrana. Sin Doornekamp descartado de entrada, la ausencia de Fitipaldo por lesión y una paternidad de Huertas que se retrasa más de lo esperado –el brasileño no viajó–, el conjunto canarista afrontó el duelo sin un base puro, funciones que asumieron con cierta solvencia López, Butterfield y hasta Salin. Rotación desequilibrada, eso sí, que hizo resentir el tiro exterior (9/28 en total con 0/5 para Butterfield), que se dejó por el camino más balones de los deseados (10 pérdidas tras el descanso) y que tuvo dificultades para frenar a los directores de juego locales, ya fuera en sus penetraciones como en el reparto de juego, toda vez que entre Henry y Vildoza se fueron a 17 asistencias, una más que todas las que dio el cuadro lagunero.

A esta descompensación se unió el pobre partido de Shermadini, muy apagado de inicio a fin. Aún así, los de Vidorreta llegaron a estar en franquicia en varias ocasiones (37-38 y 51-54), pero sobre todo, mostraron la misma entrega de siempre para no bajar los brazos y pelear hasta el final. Incluso cuando se vieron 11 atrás (71-60) a seis minutos de la conclusión. Pero el desgaste previo evitó la remontada canarista, sin aire ni ideas en ataque durante los instantes definitivos. Al Iberostar no le dio esta vez con su garra. Al menos le queda el consuelo de haber pugnado de inicio a fin y, sobre todo, la gran alegría de recuperar para la causa a dos jugadores, Dani Díez y Santi Yusta. El segundo, pese a estar casi 10 meses de baja, volvió casi en la misma versión desequilibrante que mostraba cuando se partió la rodilla; como si nada le hubiera ocurrido. Con ellos dos ya disponibles en el roster, la derrota de ayer es de esas que fortifican de cara a un futuro inmediato.

Arrancó algo frío el Iberostar, sin poder dar con la efectividad de Shermadini bajo el aro (0/2), con un mal balance defensivo, dejando liberadas las esquinas con ayudas muy largas e incluso cometiendo despistes en la defensa de saque de fondo (9-4). Lejos de venirse abajo el cuadro lagunero se estabilizó. Primero cuando Salin pudo recibir franco para el tiro (11-9) y a continuación con las rotaciones. Fran Guerra estuvo activo atrás y muy valiente delante (11-13); Butterfield se mostró firme como uno y además ayudó en ataque; mientras que Santi Yusta fue el invitado inesperado anotando un triple en la primera bola que tocó (16-18). Pese a no estar del todo fluido en ataque (solo tres asistencias), haber errado varios triples liberados y sufrir a Fall por encima del aro, los de Txus Vidorreta solventaron de manera positiva los 10 primeros minutos del duelo (18-20).

Los aurinegros mostraron seguridad en el manejo del balón (una pérdida en el primer cuarto), una de las premisas fundamentales marcadas por su técnico. Sin embargo, en el arranque del segundo acto los isleños no supieron cerrar su rebote (solo habían concedido dos segundas opciones en el primer periodo), pero sobre todo se cruzaron con la canasta contraria, errando tiros debajo del aro y a media distancia. Así, los isleños estuvieron más de cuatro minutos sin aumentar su producción ofensiva, aunque apenas recibieron un 6-0 en contra (24-20). Pese a la canasta de Sulejmanovic que cortó la sequía y un triple de Salin, los laguneros se siguieron moviendo en pobres porcentajes en el lanzamiento, varios de ellos liberados, a lo que añadieron una casi nula presencia en el rebote ofensivo y un par de discretos balances corriendo hacia atrás.

Ahí el Baskonia amagó con romper el partido (33-25), pero los canaristas aumentaron su intensidad ofensiva para abortarlo. Aún gastando faltas estando ya en bonus, el Iberostar apretó en el 1x1 y evitó canastas fáciles para detener la sangría y que su rival solo produjera desde el 4,60. En el otro lado de la pista los isleños afinaron su punto de mira (triples de López y Rodríguez) gracias a una buena circulación, pudieron correr e incluso encontraron dentro a un Shermadini muy bien tapado hasta ese momento. No solo se agarraron así al duelo los laguneros sino que además le dieron la vuelta al marcador gracias a un parcial de 4-13 (37-38). Solo una canasta final de Henry evitó que el Canarias llegara en franquicia al intermedio (39-28).

Las sensaciones no fueron las mejores para los tinerfeños a la vuelta de vestuarios, con errores en tiros exteriores, también bajo el aro y además algunas pérdidas. El Baskonia, eso sí, no supo controlar sus revoluciones y eso metió el duelo en continuas alternancias. Butterfield y Rodríguez voltearon el 41-38 (41-44), antes de varios desajustes defensivos y de balance (49-44) que equilibraron los triples de Sergio y Yusta (49-50).

Pese a tener en cancha un quinteto inverosímil (Salin o Butterfield, Yusta, Díez, Cavanaugh y Guerra) el Iberostar llegó a colocarse tres arriba (51-54), pero la incapacidad para frenar el ritmo impuesto por Vildoza, y varias pérdidas casi seguidas (siete en el cuarto cuando en 20 minutos los aurinegros solo sufrieron tres) con las que el Baskonia pudo correr, obligaron a los de Vidorreta a remar nuevamente (62-56, 30’).

Golpe anímico del que se aprovecharon Fall y Giedraitis para disparar a los locales (69-58) tras un parcial de 18-4. Parecía el escenario perfecto para que el Iberostar bajara los brazos, pero entre la impronta de Yusta, un par de posteos de Shermadini y sendas apariciones interiores de Sulejmanovic y Cavanaugh el Canarias se metió otra vez en el choque (75-72) con poco más de tres minutos por delante.

En el momento de la verdad el Canarias se topó con dos reveses. El primero en forma de controvertidas decisiones de los colegiados en un robo a Shermadini y un tapón de Cavanaugh. En un lado no hubo falta y en el otro sí. El segundo, la mano encogida cuando más falta hacía, hasta el punto de errar sus seis últimos lanzamientos y ver así como se evaporaba el milagro de asaltar el Buesa Arena.