No pareció acusar el Iberostar de entrada la baja de Doornekamp. Los isleños, pese a que Vidorreta percibió enseguida un desequilibrio con Sergio Rodríguez de tres (y puso en cancha a sus dos bases tras apenas dos minutos), cargaron el juego sobre Shermadini, muy superior a Rivero, y que empezó a producir para sumar ocho de los primeros 10 puntos de su equipo (10-3). En defensa, la actividad aurinegra también fue total, bien corriendo hacia atrás o ya sobre el ataque posicional de un Burgos que abusó demasiado de los triples (0/5 tras anotar el primero) y que vio como los locales le llevaron a cometer cinco pérdidas en menos de cinco minutos.

Con las primeras rotaciones la ventaja canarista aún creció algo más (12-3 tras posteo de Guerra y culminar un 12-0), pero de pronto todo cambió. El Iberostar comenzó a seleccionar malos tiros (0/3 en triples) y a cometer pérdidas (seis al final del cuarto con Huertas muy incómodo en la marca de Cook). El Burgos pudo correr y cuando no lo hizo sacó tajada de los palmeos de Kravic (con Rivero más productivo al cuatro). Por momentos, el conjunto aurinegro pareció colapsado delante y sin nada de la chispa inicial en la parcela defensiva. Se explica así que el Canarias encajara un parcial de 0-14, algo muy inusual en el presente ejercicio (12-17). 

Pese a que Huertas rompió la sequía desde el 6,75 (15-17), dos buenas acciones de Salvó elevaron el agujero de los isleños hasta el 15-22. Momento delicado en el que salieron al rescate los de casi siempre. Primero Salin desde el arco y luego la dupla Marce-Gio. El brasileño dio con el tempo que le faltó en los minutos previos, bien para finalizar él mismo o para conectar con el georgiano y fabricar otro parcial, esta vez de 9-0 (24-22). 

Con el marcador de nuevo equilibrado, el partido huyó ya de tantos vaivenes, si bien el Iberostar mantuvo siempre una pequeña renta. Primero por la producción de Shermadini (15 puntos en menos de 13 minutos en cancha), y luego tras aportaciones esporádicas (libre de Guerra y sendas canastas interiores de Butterfield y Salin). Con el 32-28 y pese a que redujo casi al máximo las pérdidas (solo una en todo el acto) y evitó daños mayores en el rebote de su aro, un juego a trompicones impidió a los de Vidorreta irse al intermedio en una situación más cómoda (34-33). Una mala penetración de Fitipaldo y una canasta sencilla errada por Cavanaugh debajo del tablero los ejemplos más fehacientes de un conjunto, el tinerfeño, que acabó los 20 primeros minutos lejos de sus guarismos ofensivos. No tanto en anotación como sí en porcentaje de acierto: 10/23 en tiros de dos y 2/7 en triples.

El equilibrio se mantuvo a la vuelta de vestuarios. Atrás el Canarias apretó los dientes para no sufrir con el desequilibrio que quiso generar el Burgos con Rabaseda atacando a un base (37-39), aunque no terminó de mostrarse sólido para evitar las segundas opciones de su rival. Delante también las pasó canutas el bando local ante la presión a toda pista de su rival a la salida del balón. Con Renfroe muy encima de Huertas, el brasileño no se desesperó y repitió libreto, primero aportando a media distancia, luego asociándose con Shermadini (45-41)

Un saber estar, el del paulista, que tuvo onda expansiva, ya que casi por extensión fue Fitipaldo el que se animó. El uruguayo, irreconocible en los dos primeros cuartos, resultó clave mediado el tercer periodo (triple, medio gancho y asistencia en medio de la zona a Guerra) para que el Canarias fabricara un parcial de 16-6 y alcanzara su máxima renta del duelo (57-47, 29’). Una ventaja que llegó a ser de 11 (60-49 tras triple de Cavanaugh) antes de alcanzar el periodo final.