Como si el tiempo no hubiera pasado por él. Como si retomara la actividad competitiva justo donde mismo lo dejó 13 días atrás después de hacerle 35 puntos en el último cuarto al Valencia Basket. Así se mostró ayer el Iberostar Tenerife, que con una facilidad y contundencia pasmosas se sacudió cualquier mal que pudiera provocar el parón por la ventana FIBA de la pasada semana. Una sacudida cuya onda expansiva dio de lleno en el Monbus Obradoiro, capaz de aguantar de tú a tú a los laguneros hasta mediado el segundo cuarto (3631), pero que acabó aplastado por un rodillo de color aurinegro que cuando puso la directa ya no se frenó. Y es que cuando este Canarias tiene el día tonto en ataque –como ayer– no conoce límites.

Ni el paréntesis de las selecciones ha evitado que los laguneros mantengan pisado a fondo el pie en su particular acelerador. Ese reprís que, quizá sin tanta brillantez pero sí con enorme efectividad, comienza desde atrás, tal y como se pone de manifiesto con las 13 recuperaciones y habiendo cerrado casi a la perfección su propio rebote. Sin apenas noticias de Birutis, cuando el Obra se quedó huérfano de su aportación exterior, colapsó. Un primer impulso, de los isleños, clave para que los de Vidorreta jueguen luego más sueltos en ataque. Se entiende así que los isleños sigan moviendo el balón de memoria con dos puntas de lanza como Huertas y Fitipaldo. Primero para acabar encontrando a Shermadini dentro de la zona como el que deja caer una pelota en una piscina. Más tarde para sacar lustre a una mano prodigiosa desde el 6,75, con porcentajes que no solo estuvieron por encima del 50% de acierto sino que incluso superaron esta vez el 60% de efectividad (14/23). 

Acabaron los aurinegros con 25 asistencias, un guarismo sobresaliente a medio camino entre la paciencia en la circulación de balón que define al sello de Vidorreta, y su afinado punto de mira en estas últimas jornadas. Una aportación colectiva, con seis de sus jugadores anotando 12 o más puntos, que corrobora el estado de gracia de un Iberostar en el que todos empujan. Tanto, que hasta parece que los laguneros van con una gasolina de mayor octanaje que la empleada por el resto. Esa que le permite siempre un último esfuerzo en el momento clave –que se lo pregunten por ejemplo al Murcia o al Valencia– o, como ayer, y cuando la maquinaria se engrasa desde el primer momento, pasar como un avión por encima de su adversario.

Pero antes de ese festín final, el Iberostar ya avisó. Entre las penetraciones de un Fitipaldo que se fue como quiso de Pozas, y la superioridad interior de Shermadini, el arranque canarista fue notable (8-3). Sin embargo, por momentos al Canarias se le vio algo espeso y deslabazado en ataque (11-8) a lo que se sumó las dos faltas de Guerra en un abrir y cerrar de ojos. Con la obligación de jugar sin un cinco el conjunto lagunero mantuvo su intensidad atrás (provocó siete pérdidas de los gallegos en el primer cuarto) y, dentro de su capacidad colectiva (siete jugadores ya habían anotado en nueve minutos) se encomendó a la sabiduría de Huertas, acertado en el tiro y generoso en el reparto de juego (2415). Solo la aportación desde el 6,75 (un 4/7 con un triple sobre la bocina de Pozas) mantuvo a los santiagueses con algo de vida (25-19).

En el segundo acto el choque se metió en un intercambio de canastas que, salvo momentos puntuales (25-21 y 28-24) permitió a los tinerfeños mantener a buen recaudo su renta. Y es que a los triples de los de Moncho Fernández respondía Shermadini, con una facilidad pasmosa, para producir una y otra vez cerca del aro (40-31). Con la aportación exterior de los gallegos en descenso y una fiabilidad superlativa de los locales dentro de la zona, fue el propio Iberostar el que se animó desde el perímetro, primero con Salin (45-35) y a continuación con Cavanaugh, hasta ese momento centrado en labores de contención con Cohen, pero que se destapó con 10 puntos consecutivos: dos triples, el segundo de ellos tras un robo, dos libres y una canasta posteando. El ala pívot monopolizó un parcial de 100 que disparó a los isleños hasta el 55-38 del descanso.

A la vuelta de vestuarios, y pese a que el Obradoiro pareció amagar con una tímida reacción, apareció la versión más desatada de Salin. El finés entró en trance y anotó tres triples casi seguidos para elevar la ventaja isleña por encima de la veintena (68-45). Punto de inflexión definitivo porque los santiagueses hincaron las rodillas y se convirtieron en testigos de excepción del vendaval canarista. Los locales se gustaron tanto cerca de la canasta (Shermadini, Guerra y Cavanaugh), como a la carrera y desde el 6,75. Esta vez fue Butterfield el que sacó la metralleta y con 14 puntos en un parcial de 18-6 terminó de sacar de la cancha al cuadro gallego (97-58). Sin historia alguna, el Canarias nunca se conformó y, ya con la segunda unidad en pista (Álex López tuvo por fin minutos y debutó en ACB el vinculado Danilo Brnovic) mantuvo la misma intensidad hasta la bocina final para acabar con un +45 en uno de los mayores festivales ofensivos (de nuevo el Obra, que no ha ganado en la Isla en ACB, pagó el pato) que se le recuerdan al conjunto aurinegro en su historia más reciente.