Baloncesto
Ricky Rubio vive un sueño en su regreso a Granada 20 años después: 18 puntos y 30 de valoración
El base de El Masnou, que debutó en Granada con 14 años en 2005, firma una exhibición en su vuelta a la ACB con el Joventut (75-87)

Ricky Rubio entra a canasta durante el triunfo del Joventut en Granada. / Efe
La vida pasa tan deprisa que había quien no podía entender que Ricky Rubio prefiriera, por fin, vivir lento.
Él, que descubrió cuán puñetera puede ser nuestra existencia, que se ha visto atrapado durante varias fases por una niebla emocional que sólo se puede explicar cuando regresas de ella, supo descubrir a tiempo que su profesión, pero también don (el baloncesto), nunca debía pasar por encima de él. A su madre, Tona Vives, fallecida en 2016 a los 56 años por un cáncer de pulmón ("ella nunca fumó", se maldecía Ricky cuando la niebla venía), le prometió que haría que todo mereciera la pena. Que ayudar a los demás sería siempre su salida. Después de un año sin jugar de manera profesional, y a su manera, sin que la industria lo arrastrara y dedicando el tiempo a su familia y a esa Fundación con la que ayuda a jóvenes con dificultades y a pacientes de cáncer, el genial jugador volvió por donde solía. Este domingo, con el Joventut, regresó a la ACB. Y a aquella Granada donde debutó con 14 años y 359 días el 15 de octubre de 2005, el más joven de siempre en estrenarse en la máxima categoría del baloncesto español. Han pasado ya 20 años.
"Han pasado muchas cosas desde entonces", decía Ricky Rubio a pie de pista en el Palacio Municipal de Deportes de Granada tras esa vuelta a los orígenes, y con una tupida y cuidada barba. La sonrisa desvelaba satisfacción, pero también paz. Aíto García Reneses, su mentor cuando era un crío y que le recomendaba no conceder entrevistas siendo menor de edad para que pudiera centrarse en los estudios, flotaba en el recuerdo de aquel lejano estreno.
Recompensa
Su equipo, el Joventut, ganó el partido al Covirán (75-87). Y Ricky, que sólo quiere redescubrir el placer que le proporciona el baloncesto, lo disfrutó. En 19 minutos de juego tuvo tiempo para anotar 18 puntos (más que nadie en su equipo), repartir cuatro asistencias, tomar tres rebotes y recuperar tres balones. Tal fue su incidencia en el partido y el respeto que le guardan sus defensores que incluso siete personales (anotó los nueve tiros libres que intentó). Los 30 créditos de valoración fueron una recompensa que a Ricky, a estas alturas, poco le importa. La felicidad está en otra parte.

Ricky Rubio, el día de su debut en la ACB el 15 de octubre de 2005 en Granada. / Efe
Dani Miret, técnico de la Penya, no sacó a Ricky en el quinteto titular. La dirección de juego se la quedó al principio Guillem Vives. A los cinco minutos ya había ingresado el base de El Masnou en la pista, encestando seis puntos casi de carrerilla y probando cosas que nunca se olvidan, como las entradas a canasta en que las manos se mueven mucho más rápido que los ojos del defensor. Si bien el Joventut tuvo la mañana controlada desde el mismo amanecer, en el último parcial, y gracias al empeño del croata Luka Bozic (22 puntos y ocho rebotes para 33 de valoración), el Granada comprometió el primer triunfo verdinegro en el estreno de la ACB.
Hasta que Ricky volvió a la cancha y zanjó el asunto. En un mal día para su equipo desde el triple, el base de 34 años, del que se dudó que volviera al baloncesto después de su intento de regreso en un Barcelona donde la presión no perdona, anotó de tres. Y el público granadino ya entendió que quien fuera estrella de la NBA (Minnesota, Jazz, Suns, Cavaliers), campeón de Europa con el Barça, oro en el Mundial de China o plata en los Juegos de Pekín con la selección española, estaba allí para ganar. Pero, sobre todo, para sonreír.
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