Real Madrid

La pizarra de Xabi: soldado de Mourinho, sucesor de Guardiola y heredero de Ancelotti

El donostiarra inicia su camino en el Real Madrid, pero no esconde las influencias de los técnicos que le han marcado ahora que arranca su incipiente carrera de entrenador

Xabi Alonso, durante un partido de Champions League esta temporada entre el Bayer Leverkusen y el Bayern de Múnich

Xabi Alonso, durante un partido de Champions League esta temporada entre el Bayer Leverkusen y el Bayern de Múnich / FRIEDEMANN VOGEL / EFE

Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

Madrid

Es curioso. Los mourinhistas, esa estirpe histriónica del madridismo que reparte carnets y descalifica a quienes no militan en sus ásperas filas bajo el calificativo de ‘piperos’, tienen a Xabi Alonso por el mariscal de campo de Mourinho. Entrenador, el portugués, que obliga a la militancia sin dejar espacio a la indiferencia. Sin embargo, al propio Alonso le incomoda esa etiqueta belicista de “espartano” de la causa mourinhista. Uno di noi’. Inteligente y mesurado, el tolosarra nunca ha rehuido de todo lo que aprendió de ‘The Special Once’, quien le enseñó la importancia de la parte emocional a la hora de generar el compromiso del vestuario. Y pese a ello, Xabi no está cómodo al ser situado en la trinchera mourinhista.

Su padre Periko, el entrenador que más le marcó

Para empezar, porque el técnico que verdaderamente le ha influenciado es el que tenía en casa, su padre Periko Alonso. Exjugador de la Real Sociedad y del Barcelona que le enseñó los códigos del vestuario, la Biblia del fútbol y los secretos de la pizarra. De Periko heredó la seriedad y su ética de trabajo. Cuando entrena, Xabi no regatea esfuerzos ni acepta bromas o distracciones. Cuando se entrena, se entrena. Y cuando toca divertirse, a divertirse. Xabi es de los que piensa que viendo a un equipo entrenarse ya sabes cómo va a jugar. La intensidad debe ser alta, la comunicación clara y la actitud, innegociable.

Xabi es un técnico de perfil tranquilo, pero tiene carácter. Eso lo aprendió de Mourinho y antes aún de su padre. Si hay que pegar tres gritos, se dan, por mucho que no sea amigo de levantar la voz. Es cercano a los jugadores, especialmente en los días de partido, en los que le gusta acercarse a los futbolistas que se interesan por el rival, por sus movimientos, por las soluciones que pueden proponer o las alternativas que manejan. Le gusta sentir lo que sienten sus jugadores para luego interpretar lo que les pasa en el campo. Sin embargo, Xabi no es amigo de sus jugadores. Respeta su espacio y no invade su intimidad. No es tan invasivo como Mourinho. Les deja respirar más.

Cuando surgió la posibilidad de irse a entrenar con Guardiola, acudió raudo a la llamada. Dos de los mejores mediocentros de la historia del fútbol español juntos. De allí salieron charlas eternas y conversaciones que duraron horas en las que Xabi indagó en la cabeza de Pep y Pep fue metiendo ideas en la de Xabi. De Guardiola el tolosarra aprendió que todo se entrena. El talento se tiene o no se tiene, pero es mejor un talento que se entrena que uno que se abandona. Al jugador debes darle todos los recursos para que luego en el campo los aplique según estime oportuno. Nada se debe dejar al azar.

Si de Mourinho aprendió que lo más importante es convencer al futbolista de lo que le estás pidiendo, Guardiola le enseñó que la mejor forma de hacerlo es que entienda lo que le propones y te lo compre. Jose te reclutaba, Pep te seducía. Dos formas diferentes de ganar la autoridad. Con el luso aprendió a adaptarse a los diferentes entornos de partidos y exprimirlos a su conveniencia. Con el de Sampedor, a manejar los encuentros creando el contexto de partido más idóneo para tus fortalezas y para atacar las debilidades del rival utilizando el balón como herramienta. Dos modelos confrontados, dos formas de vida opuestas. Pero ambas permitieron a Xabi aprender mucho de cara al camino que ya comenzaba a andar, el de entrenador, en sus últimos años de futbolista.

Luego llegó Carlo Ancelotti, un padre para él. Una relación más respetuosa y un estilo más fluido. Carletto gestionaba más humanamente el grupo y daba más libertad a sus jugadores. Pero del italiano aprendió algo que Xabi considera un pilar del entrenador: la inteligencia emocional. Manejar los tiempos y las distancias con el jugador y la persona que hay detrás. Crear una atmósfera de respeto imperturbable en el vestuario y estar más pendiente de los que no juegan que de los que lo hacen.

Carletto, equidistancia entre Mourinho y Guardiola

El italiano fue un punto equidistante entre la competitividad feroz de Mourinho y la planificación obsesiva de Guardiola. La mano izquierda de Carletto. Había algo en el italiano que recordaba a Xabi a su padre Periko. Y por eso cuando el Real Madrid le llamó en enero para habilitar una cláusula de salida, solo puso una condición: solo iría cuando estuviese claro el destino de Ancelotti. No quería ser el causante de su salida. Y así ha sido, ya que entre el interés del Brasil y el irregular final de temporada del Madrid, el desenlace se ha producido con mucha naturalidad.

De Carletto aprendió también que en la gestión de un vestuario siempre hay un ‘poli bueno’ y un ‘poli malo’. Y Xabi tiene ahora que repartir esos roles entre los miembros de su staff. En el Madrid, Ancelotti fue muy inteligente dejando eso a sus ayudantes. Su hijo Davide hacía de ‘poli bueno’, mostrando cercanía y empatía con los jugadores, que acudían a él casi como un amigo. El ‘poli malo’ era Francesco Mauri, el que levantaba la voz, mantenía la tensión y provocaba que nadie bajase los brazos en los entrenamientos. Algo que además permitía a Carlo mantener su ascendencia paternal en el grupo, manteniendo distancia y perspectiva. Ahora Xabi debe elegir cuál será su rol en el vestuario, su distancia con los jugadores y el estatus que mantendrá con ellos. Su segundo es Sebas Parrilla y el asistente, Alberto Encinas. A ellos se suma un preparador físico singular, Ismael Camenforte-López, que pondrá a punto a la plantilla blanca. Ellos participarán en ese juego de roles.

En el vestuario, en el que al salir Modric no quedará nadie de los que jugó con Xabi, esperan a un técnico discreto, inteligente y cercano. Además, el tolosarra sabe que los entrenadores que triunfaron en el club con Florentino ganando la Champions (Vicente del Bosque, Zinedine Zidane y Carlo Ancelotti) lo han hecho con mano izquierda y dando su sitio a los cracks. Siendo más Zizou que Zidane o más Carletto que Ancelotti. Su desafío es gobernar el vestuario siendo Alonso y logrando esa fluidez, al tiempo que es Xabi deja su sello. Más allá de que sea un soldado de Mourinho, el sucesor de Guardiola o el heredero de Ancelotti.

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